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miércoles, 2 de septiembre de 2015

La Azotea. Opinión de Javier Pipó

La Azotea de Javier Pipó
EN LA CALMA ANDALUZA

El feliz parto de Susana, la Presidenta, está suponiendo un paréntesis en el quehacer político  diario de la vida andaluza, tan necesitada de sosiego productivo. Y digo productivo porque mayormente es Comunidad autónoma condenada al estancamiento moral y económico, aunque sea en términos relativos o comparativos. Y no se trata de sacar a cabalgar nuevamente las teorías tan ciertas como sangrantes de Acemoglu y Robinson, aunque tampoco resultaría sensato arrinconarlas en el trastero de las ideas. Al contrario, seguramente concentradas de forma adecuada deberían ser introducidas en el sistema educativo de las nuevas generaciones.

Un intrascendente pero en alza gerifalte de la cosa, me hacia reflexionar no hace mucho sobre mi empeño en aludir una y otra vez a la corrupción sistémica del régimen andaluz, calificando la tarea de patética porque incluso con poca afición a la información política, se palpa como no es solo Andalucía la azotada por esta pandemia paralizante. Ahí está el régimen catalán en huída destructiva hacia la impunidad o los escándalos de los negros buitres populares. Es verdad, porque el azote de estos mediocres politicastros está resultando letal para la esperanza histórica del constitucionalismo del 78. Pero claro, le respondía, cada cual coloca el dedo crítico y delator donde más le duele o donde encuentra el proceso hacia lo fallido más avanzado. Y para este opinador al que nadie pide opinión, es Andalucía la reina indiscutible del saqueo sistemático del Estado.

Miren, aún quedan ingenuos en la derecha y en la izquierda, menos en esta desde luego, fieles creyentes en la regeneración del sistema ya tan longevo como el franquismo, impulsada por la mano alegre, desenvuelta y fútil de Susana. Imposible. Es imposible desde cualquier punto de vista, a pesar de la aparente disposición de la joven y fogosa política trianera. Y ella lo sabe mejor que nadie, aunque haga gestos y pronuncie discursos más o menos seductores desde el púlpito inaccesible de su poderío. Cumplirá fielmente el papel histórico de transmitir el legado recibido de sus mayores a los retoños del nuevo socialismo rampante, cada vez más alejados de la herencia de Suresnes y más apegados al botín continuamente renovado. Se renuevan hasta las muletas. Al principio los desnortados andalucistas que creyeron más en Blas Infante que en la España del anhelo, que ya es fantasía. Luego, los comunistas posibilistas de IU que confiaron más en la revolución pendiente que en la voracidad de los camaradas de la tortilla, que ya es utopía. Y ahora los Ciudadanos nuevos que si creen en algo lo aplazan hasta el nuevo inventario, por si tocan algo del tesoro, que ya es perspicacia. Y así.

Han sido tantos los años de rapiña impune que la red de intereses creados resulta tan compacta como la tejida por Lope de Vega en sus comedias de picaresca. Es decir, se ha creado a lo largo del tiempo un universo de verosimilitud, donde el protagonismo será el de la maraña tejida por demasiados pícaros actuantes que originan enrevesadas tramas, concebidas como episodios o  líos siempre de interés económico, expandidos a modo de círculos concéntricos. Los protagonistas quedan situados en el centro del gran ovillo construido de forma progresiva y en el que van atrapando en una tupida red de engaños, mentiras y tretas a muchos no tan inocentes ciudadanos y a distinguidos personajes, profesionales avispados de la democracia. Una vez alcanzado el punto crítico en la construcción de su apariencia, el protagonista pierde el control, seducido por la vanidad de su engaño y en consecuencia produce - no siempre, dependiendo de la posición de privilegio- una caída fatal y precipitada en la que termina por mostrar su verdadera esencia. Y no crean, porque me quedo con la segunda acepción de pícaro contenida en el Diccionario de autoridades, como individuo astuto, taimado que con arte y disimulación logra lo que desea. La primera de sus acepciones debe corresponder a los tribunales el asignarla.

Y claro, ahora el momento no está para paréntesis porque la Nación o algo así, necesita hasta la redefinición, mucho más que un informe de la Abogacía del Estado. Pero aquí todo se improvisa hasta el ridículo, como esa modificación pretendida del ordenamiento jurídico para castigar con multa el presunto desacato del pirómano del que se conoce hasta su talla de pie, unos días antes de que prenda la mecha del incendio nacional.

 Y mientras, los edecanes de Susana, aprovechan el paréntesis de su hermosa maternidad para proclamar a quien quiera escucharles - que son demasiados - la estulticia irrecuperable con la que manejan los peliagudos asuntos públicos de esta Comunidad, formalmente autónoma pero dependiente financieramente de aquéllos territorios interiores o europeos que paguen las fantasías, los manguerazos o las desvergüenzas de estos pícaros de leyenda. Como ese importante tuercebotas que a dos meses de tener que presentar ante el Parlamento unos presupuestos imposibles, inalcanzables e irrealizables de más de treinta mil millones, va y dice el muy perillán que aquí lo que hay que debatir son los presupuestos de Rajoy, los presupuestos de España. Es la calma del pozo sin agua.            

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