Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

jueves, 30 de julio de 2015

La Azotea de Javier Pipó


La Azotea de Javier Pipó

 LA HOGUERA NACIONAL

Para quien ha tenido paciencia, curiosidad o simple interés en trastear el corazón palpitante de la Nación española, intentando especular sobre su devenir, se encontrará bien orientado para comprender el profundo abatimiento colectivo, la deriva imparable en que quedó sumida. Le habrá bastado conocer algo de historia desde principios del XIX; la etapa disolvente y letal de ZP y el posterior amorcillamiento de la angelical política Rajoy. De manera que este extraño, infernal, ahogadizo verano, servirá a muchos de reflexión y protección, aunque sea intelectual, de lo que queda de este maldito 2015 y el ya veremos 2016, tan lleno de incógnitas como de temores, fundados como nunca, eso sí.

Que las cuentas nacionales van cuadrando la base sustentadora del sistema, es realidad objetiva y en consecuencia incuestionable, aunque a los que esperan su asalto les resulte contrario a guión exigible. Pero nunca España se encontró más desguarnecida de principios y valores basados en la tradición cristiana y occidental, en la ética social, en la moral pública, en el patriotismo cívico o en la utopía colectiva como Nación. Ahora se goza o se sufre un intenso paganismo hortera, patinado con populismo totalitario que todo lo inunda, confunde, nublando con descaro la mente, a veces no tan ingenua, de generaciones sin distinción de edad, cultura o extracción social a las que une un resentimiento extrañamente compartido, más pendientes del ajuste de cuentas que del sacrificio personal, de la revancha colectiva que del ejemplo honesto o el aporte creativo.

Ya ven el amotinamiento de quienes  accedieron al poder prometiendo lo que jamás podrían cumplir dentro del marco constitucional y en consecuencia entretienen a sus electores con mamarrachadas intolerables, ajenas al sentido común cuando no con vulneraciones odiosas del ordenamiento jurídico. O el espectáculo penoso, mediocre, inculto, vacío, presente en Ayuntamientos o Comunidades Autónomas donde llegó el fuego arrasador de la revancha, haciendo hoguera ni tan siquiera justiciera de normas que parecían arraigadas en el comportamiento colectivo de un país con niveles más que confortables de bienestar y poseedores de un inmenso patrimonio cultural y de experiencia histórica que debería haberse traducido en sabiduría como pueblo.

Pero no crean que estos juegos retóricos nada inocentes resulten insignificantes o carentes de trascendencia, porque están favoreciendo el clima adecuado que permitirá el gran cambio del modelo social a través del marco constitucional. Sin embargo hay quien cree que solo saneando la economía; reduciendo el paro, el déficit y la deuda, la Nación recuperará el pulso. Craso error. Ahí está Navarra, con la mayor renta individual de España, entregada por votación mayoritaria a quienes solo pueden reconducirla al estancamiento cuando no la pobreza. Ahí está Grecia que para salvar la miseria de una población acostumbrada a vivir de prestado y guiada por una clase política ruin, entrega el poder a quienes terminarán por hacer explotar un Estado en el límite del crac. Jamás cumplirá sus compromisos, ni aún cuando llegue la hora del tercer o cuarto rescate desde la decadente Europa. Aquí pueden palpar Andalucía, cercana a los cuarenta años de poder corrompido hasta el tuétano; estancada en los peores niveles de desarrollo; incapaz de aportar idea alguna ajena al intervencionismo; siempre en la queja hacia el Estado; siempre con alguna utopía por delante tan vacía como estúpida, pero arrastrando una población ajena y feliz, confiada plenamente en la tutela del Estado que vela su patrimonio y su desesperanza. Ahí queda Cataluña, con niveles e instituciones plenamente europeos, pero sumida en frenesí de autodestrucción identitaria, siguiendo a politicastros de tres al cuarto, dotados de menos razón que ambición desmedida pero ya entregados con furia a la tarea imparable de la destrucción nacional.   

Ya me dirán si de algo sirvió el sacrificio de estos años de negra crisis que tantos sufrimientos está ocasionando a una mesocracia estable desde hace casi cincuenta años. Aquí se está imponiendo algo así como el “derecho al déficit”, el derecho a la acumulación de deuda y se verá si se atiende la devolución, en función del criterio sobre legalidad o legitimidad del insolvente de turno. De manera que comienza una alocada y competitiva carrera de más gasto social, o de “procedimientos de emergencia ciudadana” o los “rescates habitacionales” tan en boga como la “pobreza energética”. Y venga  bancos públicos como si la negra experiencia de las Cajas hubiera ocurrido hace un siglo. Y otra vez las televisiones públicas de cada cual como instrumento de mentalización y movilización, o como dice el ilustre Ximo con más cursilería que hondura, “nuestro pueblo necesita tener un ecosistema valenciano de comunicación”, Ahí queda eso. De manera que volveremos al déficit a la carta o asimétrico, por mucho que digan con la boca chica Montoro y la AIREF.

Nadie será capaz de reconocer en voz alta, que tenemos el mayor déficit de la eurozona tras Chipre, en relación al PIB, así como la mayor tasa de crecimiento de la deuda. Pero en vez de reducir los gastos, reduciendo el Estado o de reformar el Estado, modificando hasta el recuerdo el Título VIII de la CE; en vez de cambiar decididamente el sistema de financiación de este disparate autonómico, desde la Administración central se fomenta el dislate con un FLA tras otro, hasta los 62.600 millones  en tres años – el agujero de las Cajas no llegó a la mitad- de los que más de 11.000 corresponden a Andalucía. Y este año más, porque estamos en elecciones y porque alguien creyó que la inercia independentista de Cataluña la frena el dinero. Y nadie está dispuesto al atisbo de un fracaso europeo que va desde la Europa de las Patrias a la Europa de las Naciones y desde la Europa de las instituciones a la Europa de las Regiones. En eso estamos. Pero hace mucho calor y hasta el Rhin baja su nivel, a punto de colapsar el tráfico de las gabarras que alimentan el corazón industrial de Europa.

Quizá el abrasador calor de este 2015, encienda una hoguera algo más que nacional. Ojalá el fresco del otoño y el frío del invierno sean capaces de despertar a Rajoy de su larga siesta.  

 

                

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