A VUELAPLUMA
LA
OPINIÓN de
Javier
Pipó
T H A C H E R
10 de Abril de 2013
He preferido esperar 24 horas
para expresar pocas pero sentidas palabras de recuerdo y homenaje a una mujer excepcional
de nuestro tiempo.
He leído muchos obituarios
elogiosos de personajes diversos que ahora, tras su muerte, alaban una vida
dedicada al servicio público de su gran nación y de Occidente.
Creo que el recuerdo de Thatcher,
de Margaret Hilda Thatcher, Baronesa Thatcher de Kesteven, pasará a la historia
y su figura y pensamiento se estudiará en las Facultades de Ciencias Políticas
de todo el mundo.
Ya se dijo mucho y en consecuencia mi pretensión
es muy modesta aunque creo resulta deudora de un permanente presente para
cuantos amamos la libertad.
Curiosamente me resulta
inevitable recordar a otra gran mujer del pasado siglo con la que Thacher
guarda ciertas similitudes en sus biografias: Golda Meir, fallecida hace ya 35
años.
Aunque lejanas ideológicamente,
distantes, las dos fueron luchadoras por la libertad. Golda Meir terminó su
mandato en 1974, en 1979 lo comienza Thacher. Convivieron con los más
importantes políticos del siglo, como Kennedy, Kruschev o Reagan o un personaje
esencial como Juan Pablo II. En dos
décadas esenciales se sucedían grandes políticos en un siglo apasionante.
Thacher lucha frente al Estado,
en la nación de instituciones estatales más consolidadas de Europa desde el
siglo XVII. Lucha denodadamente por salvar el Estado democrático, en declive
interno y en desprestigio exterior, haciendo partícipes de su labor a
ciudadanos que siempre ejemplificaron ante el mundo su amor por la democracia,
como forma de vida, como modelo de convivencia. Primero los ciudadanos y luego
el Estado, al servicio de estos. Siempre desconfió de la Europa burocrática de
la que presagiaba su declive. El tiempo actualiza su pensamiento.
Thacher procedía de familia de
trabajadores humildes, de escasos recursos, pero la gigantesca confianza en sí
misma, la constancia, su capacidad de trabajo y sacrificio logró nada menos que
ponerse a liderar la aristocracia política conservadora. Y siendo mujer, en
mundo de hombres.
En ello, su paralelismo con Meir
es total. Salida de la pobreza más absoluta y habiendo conocido los
devastadores pogromos en su Ucrania natal, se empapa de democracia y libertad
en Estados Unidos y ayuda con denodado esfuerzo, incluso manual, a la creación
de un Estado. El Estado de Israel. El único democrático, en tierra de
holgazanes y autócratas.
Ambas son denominadas Damas de
Hierro por la prensa soviética. Los soviéticos, los grandes magnicidas de la
humanidad, junto a los nazis. Ellos que construyeron un telón de acero y
cemento para evitar el contagio de la libertad.
Golda Meir dijo que los judíos no
amaban la guerra, ni siquiera las que ganaban. Thacher, no dudó en defender su
modelo de sociedad al otro lado del Atlántico, frente a la estupidez del
militarismo inútil.
Henry Kamen dice de Thacher que
se cuestionó las premisas de la sociedad británica, nada conservadora pues. No
quería conservar adherencias peligrosas al Estado democrático y parlamentario
que defendía con pasión. Desde las convicciones. No soy una política de
consenso – decía – sino de convicciones. Que descanse en paz y sus ideas y su
ejemplo fructifiquen en una sociedad libre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario