A VUELAPLUMA
LA
OPINIÓN de
Javier
Pipó
EL SOMBRERO DE TRES PICOS
17 de
Abril de 2013
A primeros de mayo del pasado
año, a raiz del desplante del alcalde de Marinaleda al parlamento andaluz y su
soflama por la democracia popular en su toma de posesión, escribí desde La
Azotea, el LABORATORIO, haciendo referencia a lo que consideraba el comienzo
del experimento andaluz.
Lo iniciaba un vivo político de
cultivada estética guevarista – decía – mezcla de estalinismo y castrismo, que
dirige a su pueblo por la senda de la utopía, a medio camino entre Tomás Moro y
Carlos Marx, entre la comunidad cooperativa y el socialismo real. Entonces, los
progresistas de Amaiur y aledaños habían alcanzado el poder en tierras vascas y
ya se mascaba la ruina catalana de la mano del no menos progresista tripartito.
También añadía que fuera de estos oasis de progreso y libertad, una democracia
inútilmente permisiva se muestra incapaz ante quien agita su ordenamiento
jurídico.
Pues pasado un año, el panorama
se afianza en una senda de error continuado y de horror ante una fase glacial
para las libertades y la democracia.
En el Pais Vasco, los
nacionalcomunistas de Bildu o como se llamen, apremian a los felices
peneuvistas a que fijen una fecha para la nueva etapa secesionista. Su memorial
de agravios contiene tales exigencias que si no son atendidas llaman de nuevo a
los gudaris a que empuñen las armas de la persuasión letal. Pues nada, no hay
preocupación, porque Euskadi está a la cabeza del PIB per capita y hay mucho margen
hasta su albanización. Mientras, se les echará una mano desde las instituciones
vascas porque nadie puede permanecer insensible al lamento de un pueblo
oprimido, al que se niega el futuro en libertad.
Y en Cataluña pues el cáncer
sigue incurable e imparable. La ruina que les atenaza parece que les hace dudar
sobre sus inquietudes de pueblo libre y soberano, siendo capaces hasta de argumentar
si la consulta de ruptura puede hacerse de acuerdo con el Gobierno de la
Nación. Pero eso no lo cree nadie. El nacionalsocialismo, dirigido por ERC,
pretende aprovechar de todas todas, la extrema debilidad del Estado para su
etapa soberanista, la que toca ahora. Ocurre que la economía languidece mucho
más de la previsión y entonces es cuestión de forzar un pacto de aplazamiento
por pago de deudas y comprobar si la judicatura que conoce su pasado y presente
de corrupción, es maleable en el terreno de la “justicia catalana”, es decir,
de la capa que todo tapa. Al fin y a la postre la corrupción es por interés
nacional.
Y el tercer pico de este negro
sombrero nacional lo aprovecha gente de la escuela del señor Sánchez Gordillo –
ese verso suelto del sistema – ante la
sonrisa complaciente de unos y otros, paseando su impunidad de justicia social
por cuenta propia y ni siquiera hay fiscal que encuentre mancha de culpa
alguna. Gordillo, desde luego, es un adelantado de los escraches, pero
expropiando la ocupación. Además, ya tiene a sus conmilitones en el Gobierno de
Andalucía exportando soluciones al mundo atrasado, injusto y opresivo de la
derecha. Mientras, Andalucía se hunde en el subdesarrollo y las utopías
bolivarianas del socialismo inculto del chándal y el pajarito.
“Finalmente – dice Pedro Antonio
de Alarcón en su bello, gracioso y entretenido romance popular del molinero
Griñán y la corregidora Cortés - el tío Lucas y la señá Frasquita, siguieron
siempre amándose del propio modo, y alcanzaron una edad muy avanzada, viendo
desaparecer el Absolutismo en 1812 y 1820, y reaparecer en 1814 y 1823, hasta
que, por último, se estableció de veras el sistema Constitucional a la muerte
del Rey Absoluto, y ellos pasaron a mejor vida, sin que los sombreros de copa
que ya usaba todo el mundo pudiesen hacerles olvidar aquellos tiempos
simbolizados por el sombrero de tres picos”.
Pues eso.
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