Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

miércoles, 20 de marzo de 2013


A  VUELAPLUMA

LA OPINIÓN  DE
Javier Pipó
20 de Marzo 2013

LA ESPERANZA

Espectacular la ceremonia de entronización del Papa Bergoglio.

Paralizante, poder comprobar como más de 130 dignatarios de diverso rango, plumaje ideológico y procedencia, se postran ante él tras guardar silenciosa y ordenada cola. Como colegiales buenos y educados. Como inocentes corderos en busca de cobijo del pastor, le rinden algo más que un homenaje de felicitación protocolaria. Desde la Kirchner que aparenta mejor condición, hasta el indeseable Mugabe. Desde el todopoderoso Joe Biden/Obama, hasta el hierático Rajoy implorando una oración por la pobre España.  

Es el reconocimiento a su grandiosa autoridad moral. Y ahora en la angustia de la gran crisis, admiran y tratan de averiguar la hondura y la receta del éxito, aun a pesar de la campaña universal de desprestigio de la organización eclesial, en situación de parálisis dramática.

Es el Papa-Jesuíta capaz de poner sobre sus sienes, en un mundo trastocado y alimentado por valores evanescentes y principios artificiales, la tiara de la esperanza que integra en una sola cabeza el papado blanco sobre el negro. La lucha imprescindible y valiente por la creación de pensamiento y el inicio de acción imparable y dicen que eterna. De renovada organización, sin pérdida de una atmósfera de espiritualidad necesaria, tras décadas de materialismo canalla.

La esperanza en un mundo mejor donde sea posible la convivencia pacífica; la ayuda mutua entre los pueblos y el comercio justo y sin restricciones; el respeto a la idiosincrasia en la diversidad del género humano; a la libertad individual y colectiva; a la educación integral, a la salud para la vida; a la resolución pacífica de los conflictos; al acrecentamiento del espíritu en una sociedad de valores.

Su discurso ante el mundo es imperecedero y hermoso. Es el discurso de un emperador desde el cielo. En la luminosa mañana romana, resuena en la vieja y cansada piedra de un recinto grandioso que queda erguido y dispuesto a permanecer como centro de una esperanza renacida.

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