Artículo que será publicado en el Diario ULTIMA HORA de Palma
ESPAÑA, MARRUECOS Y EL SÁHARA
Julián Delgado. Escritor
En
los días previos a la Marcha Verde, en 1975, EEUU engañó a Madrid ayudando a
Marruecos a preparar la invasión del territorio del Sáhara; Madrid engañó a la
ONU y a la guarnición militar del Sáhara, mientras negociaba con Hasán su
entrega fraudulenta; los militares engañaron a los saharauis asegurándoles su
protección; el príncipe Juan Carlos, el 2 de noviembre de 1975, engañó a todo
el mundo cuando dijo en el Casino Militar del Aaiun: España no dará un paso atrás, cumplirá todos sus compromisos, respetará
el derecho de los saharauis a ser libres... Se hará cuanto sea necesario para
que nuestro Ejército conserve intactos su prestigio y honor.
España,
en una decisión irresponsable, amoral, inhumana y desleal, abandonó el Territorio en mérito al Acuerdo
de Madrid, que era claramente ilegal, pues España solo estaba autorizada a
entregar el Sáhara a los saharauis o a la ONU tras un referéndum. El 28 de
febrero se arrió la última bandera española en Villacisneros mientras en El
Aaiún se instalaban 2000 efectivos de las Fuerzas Armadas Reales, que
impusieron su ley a sangre y fuego.
No
había justificación. Se hizo sabiendo que iba a ocurrir lo que ocurrió:
primero, un éxodo, una matanza después, en la que llegaron los marroquíes a
realizar bombardeos con napalm, como en la guerra de Vietnam, a lo que sucedió
una guerra cruenta que duró dieciséis años.
España
ocupó un pueblo independiente y, tras gobernarlo durante un siglo, lo vendió a
su más encarnizado enemigo cuando tenía el deber de protegerlo. Los saharauis
tenían nacionalidad española, su DNI, y un vínculo afectivo y cultural con los
españoles. Desde entonces ha pasado medio siglo y la situación ha cambiado
radicalmente. Los 150.000 saharauis que malviven en los campamentos de Tinduf
llevan una vida miserable y sin horizonte, al albur de la solidaridad
internacional. El Frente Polisario ha sufrido luchas intestinas, parte de sus
componentes se han unido a los grupos terroristas del Sahel, incluso uno de
esos grupos es dirigido por un saharaui. La población saharaui que vive bajo
soberanía marroquí está esperanzada con la doble oferta alauí: una amplia
autonomía para el Sahara y un relanzamiento económico patrocinado por los EEUU,
con planes de desarrollo ya diseñados, con construcción de viviendas y
polígonos industriales.
Las
autoridades saharauis de Marruecos confían en que el Gobierno español se decida
a apoyar la propuesta marroquí de la autonomía porque es la única forma de
alcanzar la prosperidad del pueblo saharaui proporcionando trabajo, vivienda,
educación y salud. Cada día le resulta más difícil al Gobierno español mantener
su artificial status de neutralidad alegando que legalmente es la potencia
administradora. Parece que el reino Unido va a seguir los pasos de EEUU
apoyando las tesis marroquíes y no hay que olvidar el derecho a veto del que
gozan en el Consejo de Seguridad de la ONU, que haría imposible una solución
contraria a sus intereses. Todo parece indicar que la posición sobre el Sahara
de nuestro Gobierno debe ir en el mismo sentido que marcan nuestros intereses
comunes, políticos, económicos, sociales, culturales y de seguridad, con
Marruecos. Además, esos intereses coinciden con los estratégicos de las grandes
potencias, que no pueden admitir que Argelia, aliada de Rusia, disponga de una
salida al Atlántico a través de un gobierno títere del Polisario.
Sin
embargo, el Gobierno de Sánchez ha dado nuestras de haber elegido el camino
contrario, primero, con las declaraciones de Iglesias aludiendo a la necesidad
del referéndum de autodeterminación, que es para Marruecos como nombrar la
bicha, segundo, trayendo a un hospital español a su peor enemigo: Brahim Gali
y, además, intentando engañarles.
La
deuda histórica que España tiene con el pueblo saharaui desde aquella
vergonzosa descolonización, los vínculos afectivos que se tejieron durante el
siglo de ocupación, se saldan y favorecen hoy mejor para su prosperidad
aceptando la oferta marroquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario