Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

domingo, 28 de marzo de 2021

LA OPINIÓN DE JAVIER PIPÓ

 LA AZOTEA

 

EUROPA EN COLONIZACIÓN

28 de Marzo 2021

 

 

Me supera de algún modo la idea de opinar sobre la actualidad nacional, por aquello de evitar derrumbarme en ataque de melancolía, profunda. Es que la pandemia pasa de castaño oscuro con esa demasía de muertos, afectados y efectos colaterales de paro, destrucción económica, desesperanza y puede que miseria. Ya ven, desde la finalización de la Guerra incivil, no hubo bajada tan pronunciada del PIB. Ya veremos cuando se frena la caída y comienza la reconstrucción nacional. Y no digamos la regeneración, aunque de qué sirve la una sin la otra.

Y es verdad que hace tiempo, mucho, España era el problema y Europa la solución. Ahora España, sigue siendo el problema y Europa no parece tener solución alguna, porque ella misma es puro problema y de dimensiones continentales. La ineficacia europea o si se quiere, de su espesa burocracia, la lleva al desprestigio y la insignificancia en el ámbito internacional, en esa nueva Guerra Fría entre el gigante norteamericano y la mole chinorusa. Tras el Brexit se apunta un nuevo fracaso total en la gestión de las vacunas, única solución por ahora, a la ruina que se cierne sobre la Unión. Y los 750.000 millones, pues ya veremos porque el TC alemán no parece estar por la labor y eso puede hasta hollar el famoso colchón sanchista, aunque por decir verdad, ido el macarra y rico comunista bolivariano, para tan confortable jergón no faltarán candidatos. Ya verán.

Pero Europa se ve azotada por algo más que la pandemia, la ineficacia y la desorientación. Miren, el proceso de secularización europea, comenzado casi en Grecia, sabemos se agrava en la Edad Moderna, perdiendo su centro unitario de sustentación, que ni la filosofía, el pensamiento, la ciencia, la técnica, ni la inmersión en el resto de la cultura occidental, han logrado una esencial tarea fundamentadora y unificadora de su identidad. Estamos pues ante el riesgo ya real, de una cultura plural y además polivalente y por si fuera poco, policéntrica. Es decir, en el permanente equilibrio inestable y en la pugna permanente. Parecía que la caída del Muro y el fin de la guerra fría, haría relucir el proyecto europeísta nacido y desarrollado desde 1952, con personajes de memoria imborrable como Shuman, Adenauer, De Gasperi, Monnet o el mismo Churchill que sentirían vergüenza si pudieran contemplar la inoperancia unionista.

Ese propósito tan hermoso, con próceres tan sólidos como vistosos, continúa dando bandazos, pero resultan incapaces de capitanear una lucha que nos dicen imposible contra el nihilismo, que anega ya los valores de la convivencia civil o como muy bien explica el pensamiento complejo de Edgard Morin “el sentido profundo de la comunidad de destino europea consistente en luchar contra el aniquilamiento de sus libertades y sus culturas”. En esta nación de naciones que parece el devenir europeo, desapareció el viejo concepto de soberanía y de fronteras comunitarias, estilo al sur del Sur, defendida por el enclenque Estado español. Ahora se quiere despreciar una realidad indiscutible, de resultados no explorados y marginados, con expresiones al caso tan insultantes como estúpidas y paralizantes, estilo xenofobia, racismo o extremismo derechista. Pero en la UE ya viven más de 55 millones de musulmanes que en ciudades como Marsella, Amsterdam o Malmo, su población menor de 18 años, supera el 25%. E imponen la sharía porque la integración la rechazan. O como pronostica Bernard Lewis, cuando finalice este siglo, habrá mayoría musulmana.

Ya ven, Europa está siendo colonizada por musulmanes, de forma decidida, pacifica y corrosiva; cuya religión es el Islam, su credo y forma política, el islamismo – incompatible con la democracia y la libertad - y su brazo armado para la expansión y hasta el triunfo, el yihadismo. Y no habrá ni tregua, ni término medio, porque será una sociedad en crecimiento acelerado dentro de la que le da cobijo, hasta convertirse en hegemónica. Y sí que tiene términos comparativos o antecedentes similares que además coincidirán, ya comienzan a coincidir, en el tiempo y en el espacio. Es el comunismo en cualquiera de sus rostros y modalidades, junto al nazismo que apenas tuvo ocasión de mostrar su rostro brutal a mediados del pasado siglo. Es la reacción tan temida como indebida de sangre, sudor y lágrimas a un fenómeno quizá imparable pero capaz de borrar como un ciclón la huella de nuestra civilización milenaria. Europa quizá pueda morir de éxito, en ese vértice difícil de conseguir y aún más, de mantener, en la debilidad del progreso y la libertad. Ojalá, no.

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