Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

lunes, 13 de abril de 2020

LA OPINIÓN DE JAVIER PIPÓ


LA AZOTEA

RECONSTRUCCIÓN NACIONAL

13 de Abril

Quizá ahora empieza a no resultar tan extraño el hablar de una guerra de bloques en la que China pretende implantar su hegemonía, aprovechando la presencia del patán Trump en la Presidencia USA y el declive europeo. Ya sé, no es Kennedy, ni tiene su glamur o personajes tan brillantes en la Secretaría de Estado. Pero no es tan necio y desde luego domina la información, el poder, el valor, el descaro o el desparpajo suficientes para no dejarse arrollar por el fascicomunismo chino. Por ese capitalismo de Estado, que no cesa de imponer al mundo los brillantes resultados de desarrollo sin libertad, de presencia mundial de comunismo 5G, aseado y trajeado, disciplinado y educado, de rostro casi humano; tan alejado de la brutalidad maoísta o la estupidez bolivariana y norcoreana. Y puede que se les fuera de las manos, sin medir exactamente las consecuencias de una guerra vírica de resultados inimaginables. A ello, solo se opone, con alguna coherencia, el America First de Trump. Europa, es otra cosa y seguramente en algún momento despertará. Pero, ojalá esta III GM contabilice menos muertos que la Segunda.
¿Y por este frente? Pues dice el chusquero Sánchez que su guerra ha comenzado y es él el cornetín de los Partes. De manera que lo soportaremos día tras día, con sus ministrillos en recitación de peroratas patrióticas, por si pudieran ganar alguna batalla de esta guerra sin cuartel y sin fronteras, pero sí de clases como dice Iglesias, el ilustre jefe de la banda o de lucha contra el fascismo, en boca de la renacida e impresentable Irene Montero, pareja en plan Ceacescu de aquél, hacedora de afiches revolucionarios por si acaso. Y ya verán cuando reaparezca la inefable Calvo y sus zarandajas de libro. Ciertamente, salvando a Calviño con reparos y Planas con algún otro, la pandilla no resulta precisamente ejemplar.  Y sí, ganan la batalla de la demagogia infinita, con arengas interminables, vacías, cursis, chuscas, de tuteo insoportable en un lenguaje tontamente inclusivo y de conjunto, reiterativas, de agradecimientos artificiales, que seguramente fabrican desconcierto y desconfianza sin fin, aquí y en nuestros socios europeos.
Considero una situación extremadamente grave, dramática, sin antecedentes similares en un mundo globalizado, interconectado e interdependiente. Abordar plaga así es tarea titánica, donde seguramente sobrevivirán los más fuertes y preparados, dejando de manifiesto la vulnerabilidad del ser humano y sus sistemas de organización social. Coyuntura que requiere líderes valiosos, dirigentes capacitados y sensatos que eviten el desmantelamiento de los sistemas económicos y la irritación social extrema que conduzca a situaciones prerrevolucionarias. Pero aquí, el sanchismocomunismo representa como nadie, desde hace al menos ochenta años, las peores manos posibles en el peor momento. Están siendo incapaces de hacer frente a hecatombe similar y fracasan en lo que tocan porque no llegaron para gestionar sino para conquistar. La pandemia ha paralizado sus sueños revolucionarios que necesariamente conlleva el desmantelamiento de la Nación española y su empobrecimiento acelerado. Son puro diseño, representación y falsedad continuada.
El sanchismo no pasa de parodia inquietante en busca de poder y su mantenimiento. Sanchez es pura astucia y perseverancia maquiavélica, que resume su ambición en aquella leyenda de nunca intentes ganar por la fuerza lo que puede ser ganado por la mentira. Prepotente, sobrado, iluminado, altivo y retador, considera posible dominar su extremo izquierdo, aunque solo fuera por menosprecio. Pero iglesias es un dogmático que sabe administrar los tiempos. Ya lo he definido reiteradamente como marxista de formación gransciana y fanatismo leninista/estalinista, empolvado con el detritus del bolivarismo de chándal. Está rodeado de integristas dispuestos a la conquista del cielo a cualquier precio y no dudarán en esperar el momento propicio para liquidar la Monarquía y la Constitución de 1978. Vive rodeado de lujo que tiene desde antiguo en los autócratas que en la historia han sido, desde Lenin a Brézhnev, desde Mao a Kin Jong-un, desde Fidel a Maduro, el significado del gran timonel, iluminado, que el pueblo quiere distinguir como guía que les conducirá a una utopía imposible. Y hasta se atreven y les permiten para vergüenza en el occidente democrático, formar pareja en el Gobierno, al estilo de los asesinos Ceacescu en la Rumania soviética.       
Si el sanchismocomunismo convoca a unos pactos que pomposamente denomina de reconstrucción nacional, seguramente porque esperan quede destruida la Nación, deben acudir todas las fuerzas constitucionalistas sin excepción, sin desconocer que a la Mesa se sentarán frente a los enemigos declarados de la Constitución y del sistema de democracia parlamentaria y representativa. De manera que deberían aprovechar para dejar sentado, en nombre de la mayoría social que representan, la intangibilidad de los principios y valores definidos en el texto constitucional y la oposición tajante a coartadas y lavados de totalitarios disfrazados de demócratas. Y ojalá dejen de nombrar los Pactos de la Moncloa porque la comparación de tiempo, circunstancias y personas, dentro y fuera de la Moncloa, mueve a risa nerviosa. En España, junto a la pandemia, se extiende el virus del autoritarismo con pérdida de derechos y libertades que ojalá sean recuparables.  

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