Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

miércoles, 23 de agosto de 2017

La Opinión de Julián Delgado

Artículo del escritor Julián Delgado que será publicado por el Diario “Última Hora” de Mallorca, el próximo sábado día 25


ESTADO DECORATIVO
Julián Delgado. Escritor               


      En cuanto se tuvo conocimiento del atentado en las Ramblas, el ministro del Interior y su plana mayor deberían haber cogido un avión y aterrizado en la Ciudad Condal; haber establecido el Gabinete de crisis en la Delegación del Gobierno, haber convocado a autoridades y responsables de los Cuerpos Policiales, haberles repartido funciones, respetando la actuación y competencias de los Mozos, convocado a la prensa, y, en suma, haberse responsabilizado de la gestión de la respuesta al grave atentado.

      En cambio, la Generalitat, que se vio en el foco de atención del planeta, decidió hacer un uso propagandístico de la masacre, monopolizando el interés mediático, para mostrarse como representante de un país prodigioso. Presumió Puigdemont, cínico y falaz, de personalidad forjada a lo largo de los siglos, país de convivencia y libertad, cuando llevan años enfrentándolo entre sí. Romeva se desgañitaba para que los medios extranjeros no se refirieran a la policía española, sino a la catalana, que, por cierto, ha desempeñado su labor de forma solvente. Y el conseller de interior, Forn, creyéndose ya ministro de un Estado independiente, dividió a los muertos entre catalanes y españoles.

      En fin, el Estado fue suplantado por sus enemigos y se proyectó de él la imagen de una vieja superestructura decorativa.

      Todo esto pudo darse por la dejación irresponsable del Gobierno: Zoido llegó 45 horas después del atentado y Rajoy 24. Pero cuando aparecieron, protagonizaron una actuación vergonzante: se convirtieron en invitados de piedra de Puigdemont, accedieron a reunirse en la Consejería de Interior, en la que el ministro no sabía dónde ponerse y el presidente parecía el de un país extranjero que iba a dar el pésame. Después de tomar la palabra Rajoy, cerró el acto Puigdemont, haciendo saltar por los aires las normas protocolarias. Ausentes y bloqueados los cuerpos de seguridad estatales, convertido el jefe de la policía autonómica en estrella rutilante, daba éste cumplida cuenta de la marcha de los acontecimientos mientras los representantes del Estado parecían enterarse de ellos a la vez que el resto de ciudadanos.


      Lamentablemente, la Generalitat consiguió hacer trizas la pirámide de poder del Estado.

1 comentario:

  1. No es indolencia ni dejación sino la mala intención de los traidores

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