La Azotea
LIBERTAD Y SEGURIDAD
18 de Abril 2017
Creo fue B. Franklin quien aseveraba que quienes renuncian a
la libertad esencial para comprar un poco de seguridad, no merecen ni libertad
ni seguridad. Pero los tiempos que vivimos son distintos, muy diferentes,
transcurriendo más allá de la fluctuación continua; en el néctar que
protagonizan sociedades líquidas, sin puntos firmes; carentes de valores
indiscutibles, hasta la propia distinción de sexos; sin principios
consistentes, sino variables según los dogmas del relativismo. Vagamos a través
de una nada infinita, como decía el Padre Cantalamessa en sermón impresionante
y trascendente ante el Papa Francisco. De manera que ahora, la elección no
parece simple.
Habría que coincidir en el entendimiento del propio concepto
de libertad esencial y no resulta nada fácil porque, por poner ejemplo, los
seguidores de Lenin insisten machaconamente preguntando como él: libertad para qué. Otros, prefieren
engarzar la libertad a gobiernos capaces, responsables y patriotas. Ahí tienen
la denostada Le Pen, hija del neofascista Jean Marie, a no perder de vista.
Desde luego no parece ser lo que dicen, estando tan lejos del padre como
cercana a la simbología De Gaulle, es decir libertad, patria y grandeur, pero
en puro populismo. Y para ello recoge la tradición que sembró el Frente Popular
de Miterrand, votándole hasta los propios comunistas, tanto como los
desengañados de clases medias, conservadoras y nacionalistas, cansados todos de
tanta cesión al Islán que en su día ya se plantó en Poitiers y ahora les invade
hasta el hígado de sus patos. Y no digamos los nacionalistas salidos del
derrumbe comunista del telón de acero, que
ahora descubren una Europa poco atractiva para sus intereses, más allá de los
mercaderes alemanes. Y lo mismo añoran los radicales de Holanda, Dinamarca o
Austria, en destrucción sistemática del proyecto federal europeo. Es como el
ejemplo perverso de Gran Bretaña, cuyos nefastos efectos aún desconocemos, en
busca de independencia y libertad para administrar sus propias fronteras- self
determination- pero haciéndonos retroceder a lo que pudo ser la Europa de las Patrias. Y para qué hablar del giro radical de
Erdogan y su proceso de aniquilamiento de la libertad, islamización total y
alejamiento del sueño Atatürk, cuando aboliendo la sharia allá por 1926 había
impulsado un acercamiento acelerado a la Europa de la libertad.
Y ¿nosotros? Pues imaginando la libertad y la democracia - una vez conseguidas- como
bienes imperecederos; como si pudiera sobrevivir libertad
sin virtud y sabiduría, solo al alcance de pueblos perseverantes con altos
niveles de civilización ordenada, al servicio de la convivencia; como si
pudiéramos desconocer que este mundo nunca será seguro para la democracia, que decía
Chesterton. Y así, aun cuando las cotas de bienestar alcanzan altura
envidiable, inimaginables hace solamente cuarenta años, se instala en la
sociedad española nidos de resentimiento hacia el pasado y las clases sociales
que lo protagonizaron, odio y deseo de revancha en dirigentes elegidos
democráticamente, pero dispuestos a la aniquilación de la libertad, la
convivencia y el sistema que hizo posible el progreso. Ya no disimulan sus intenciones, lo mismo en
las instituciones parlamentarias, haciendo de ellas escenario de mofa, zafiedad
y basura ideológica que fuera, movilizando la calle a la busca de mártires que
enciendan la mecha revolucionaria ante la legítima violencia del Estado en la
defensa del orden constitucional. Ahí tienen el bus de la insidia y la injuria,
recorriendo las vías públicas de España, con fotos de ciudadanos con derecho a
presunción de inocencia y en su caso juicio justo a cargo de tribunales
independientes. Ellos ya no disimulan el deseo de colocar blancos móviles a
quienes disparar la miseria inmisericorde de una justicia popular de cheka,
sangre y fuego. Es el agitprop del comunismo cavernícola y reaccionario, el
mismo que hace pocas fechas despotricaba por la presencia de otro bus en busca
de aire distinto, aunque discutible, ante la dictadura de la estúpida ideología
de género.
Y no crean porque los procesos de secesión en marcha no van
precisamente camino de la libertad que
desprecian vivirla en Patria común. Ahí está el espeso Ortuzar, anhelando
coseberanía para el País Vasco, en boba pero peligrosa comparación con el ideal
para Gibraltar, pero muy propia de estos cantamañanas peneuvistas que más bien
deberían preocuparse por cortar la subida al poder de la marca blanca de ETA,
como en Navarra, evitando su desaparición por aplastamiento Y no digamos la
enloquecida burguesía catalana en el poder, o por mejor decir los restos de la
otrora brillante burguesía catalana, en la insignificancia ridícula rebasados
por los totalitarios de la extrema izquierda del más rancio comunismo
revolucionario.
De manera que la ecuación se encuentra en el equilibrio entre
libertad y seguridad. Pero mucho temo que por una parte en lo que a España se
refiere, la escalada del secesionismo claramente independentista y el comunismo
provocador y antisistema; y por otra, en el ámbito continental europeo, la
invasión yihadista de su paraíso, el resurgir de nacionalismos extremos por
ahora pacíficos y la presencia en el Sur de un cada vez más descarnado populismo neocomunista, resolverán
la balanza a favor de la seguridad. La seguridad con libertad solo es posible
en Estados sin complejos, fuertes, basados en Instituciones democráticas que
respeten la separación de poderes, el imperio de la ley y los derechos humanos,
aplicando con rigor descarnado la razón de la fuerza legítima y democrática con
quienes intentan desmontar los sistemas de civilización y prosperidad. La
seguridad sin libertad no existe, es puro totalitarismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario