Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

miércoles, 19 de abril de 2017

La Opinión de Martín Moreno

Artículo publicado así mismo el pasado sábado en la página de Opinión del Diario IDEAL de Granada


¡ESCUCHEN!
Europa tiene un relato

José Luis Martin Moreno. 
Doctor en Derecho. Letrado Mayor del Consejo Consultivo de Andalucía


      “REPENSAR EUROPA”, trazar una hoja de ruta para la Unión Europea después del Brexit. Esa es la tarea que se han propuesto los mandatarios europeos mientras se formaliza el acuerdo de divorcio con el Reino Unido, y no lo tienen fácil. Luchan contra el viento que está favoreciendo el ascenso de líderes populistas y nacionalistas como Marine Le Pen, en Francia, Geert Wilder, en Holanda, y Norbert Hofer, en Austria,quienes han desempolvado el viejo elixir llamado referéndum y con él prometen liberar a sus pueblos del yugo de la Unión. La misma consigna que se repetía a favor del Brexit. Reparen en lo que apunta Teresa May en su carta: es cuestión de autodeterminación (“selfdetermination”). Lo dice quien hasta hace poco defendía en su discurso la permanencia
en la UE.

      Los mentados líderes pugnan por su particular Frexit, Nexit y Oexit (neologismos que no falten). ¡Ah, y no se olvide que el ejemplo cunde a favor del exit! Así se habla ya del Swexit (Partido de los Demócratas Suecos), Fixit (Partido Verdaderos Finlandeses), e Italexit (el Movimiento Cinco Estrellas y la Liga Norte). Si bien se observa, más allá de las afinidades ideológicas que puedan existir entre estos movimientos, hay un común denominador: el chovinismo, el yowayismo (puestos a inventar palabras) y la insolidaridad, el nacionalismo enconado, el ensimismamiento, y la exaltación de lo propio, la ensoñación y añoranza de glorias pasadas; la conjugación del “yo-mí-meconmigo”.

      ¡Escuchen ustedes! Europa tiene un relato y no es exactamente el de la Declaración de Roma (25 de marzo de 2017). Más bien es el que recordó el Papa Francisco el día anterior, en el discurso ante a los Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea con motivo de la celebración del sexagésimo aniversario de la firma de los Tratados de Roma (25 de marzo de 1957). En la imponente Sala Regia del Palacio Apostólico, subrayó a los líderes europeos que les corresponde discernir el camino para un «nuevo humanismo europeo», hecho de ideales y de concreción”. Esa meta pasa por recuperar la ilusión y la pasión que pusieron los Padres Fundadores para que el sueño europeo se hiciera realidad.

      Es necesario recobrar la altitud de miras. ¿Cómo? Siguiendo el sabio consejo que se desprende de las palabras del Papa Francisco: evitando el peligro de “caer en nuestros egoísmos, mirando lo que no es útil y pensando en construir recintos particulares”. Por el contrario, hace falta “memoria, valor y una sana y humana utopía”… una Europa joven… de la cual no se pueda decir que su compromiso por los derechos humanos ha sido su última utopía (en el discurso que pronunció el 6 mayo 2016 cuando se le hizo entrega del Premio Carlomagno).

       En efecto, no se equivoquen. La UE no es proyecto en estado agónico; no es un artificio languideciente que a duras penas prolonga en el tiempo el sueño de los Padres Fundadores. ¡Oigan ustedes! Agoreros, ventajistas, carroñeros y especuladores; escuchen atentos los populistas, euroescépticos y antieuropeístas, impostores y flautistas de los Hamelines que en el mundo haya. Dejen a un lado sus orejeras y escuchen, porque Europa tiene un relato; un largo relato que surca una historia milenaria cuyo hilo conductor es la cultura grecorromana, el cristianismo, el humanismo renacentista y la Ilustración. Un rico alimento espiritual que nutre las raíces de Europa y que algunos se empeñan en ignorar. Como dijo Ortega y Gasset, “La unidad de Europa no es una fantasía, sino que es la realidad misma”. Por eso señalaba que “es sumamente improbable que una sociedad, una
colectividad tan madura como la que ya forman los pueblos europeos, no ande cerca de crearse su artefacto estatal mediante el cual formalice el ejercicio del poder público europeo ya existente”. No en vano, Ortega destaca que fue el realismo histórico el que le enseñó a ver que la unidad de Europa como sociedad “no es un «ideal», sino un hecho y de muy vieja cotidianidad”.

           El aniversario que conmemoramos (1957-2017) es un breve episodio en la historia de Europa, pero sin duda uno de los más brillantes, una etapa de paz y progreso que sólo ha sido posible cuando las naciones se han mostrado capaces de mirar más allá de su ombligo, divisando un horizonte común; cuando los Estados miembros han cedido una parte importante de soberanía en beneficio de las instituciones que gobiernan la casa común. La solidaridad, la cooperación y la unión han sido la argamasa de esta gran casa. Nada mejor explica el aniversario: los pueblos que componen la UE han puesto por delante los valores que comparten y su fe en un destino común.

      ¿Qué ha ocurrido para que tengamos que REPENSAR EUROPA? ¿Acaso no fue posible –como decía Ortega refiriéndose al “auténtico Gobierno de Europa”- regular en su vuelo por la historia al enjambre de pueblos, solícitos y pugnaces como abejas, escapados a las ruinas del mundo antiguo? Ahora, pese al Brexit, la tarea debería ser más fácil, porque hemos transitado gran parte del camino.

           La situación no es tan dramática como la pintan. La Unión fortalecida es la vacuna frente a los nacionalismos y populismos obcecados en lo particular. Quizá ha faltado pedagogía para que los ciudadanos europeos puedan percibir lo mucho y bien que se ha trabajado desde las instituciones de la UE a favor del bienestar común, aunque se hayan cometido errores. Hoy no podemos ignorar que las políticas comunitarias afectan a elementos tan básicos para nuestras vidas como el aire que respiramos, el agua que bebemos y los alimentos que consumimos (como bien subrayan Francisco Sosa Wagner y Mercedes Fuertes). Pedagogía y transparencia de todas las instituciones y especialmente de las sesiones del Consejo Europeo, del Eurogrupo y del Ecofin, para que no se perciban como centros de poder que toman decisiones a espaldas de la ciudadanía europea.

          La UE ha atravesado graves crisis y siempre ha salido reforzada de ellas. El Brexit puede ser también un revulsivo (nuestro refranero dice que no hay mal que por bien no venga) y muchos anhelamos un salto espectacular en la integración europea y -por qué no- unos Estados Unidos de Europa para nuestros nietos. Por ese motivo, pedimos a los líderes de los países miembros que escuchen a los ciudadanos, que fortalezcan la participación directa y permitan que quienes se sienten orgullosos de su identidad europea decidan el futuro de la Unión. Piensen menos en clave local y reformen los mecanismos de participación y decisión; hagan posible que los debates paneuropeos sean una realidad y los ciudadanos puedan reconocerse como auténticos protagonistas y destinatarios de las políticas de la Unión, con el fin de orientar el sistema de bienestar y asegurar sus derechos y libertades. Escuchen y no se limiten a oír, porque Europa tiene un relato maravilloso y auténtico que otros quisieran para sí.


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