Artículo
que será publicado por el Diario “Última Hora” de Mallorca el próximo 23
Nostalgia Republicana
Julián
Delgado. Escritor
Desde que Zapatero
decidió prescindir de la Transición y vincular la legitimación del actual
régimen a la Segunda República, cada mes de abril la izquierda nos somete a un
revival en que se mitifica ésta, presentando su periodo de vigencia cargado de
utopías, como una arcadia feliz traída y sostenida por la izquierda, en la que
no se pudieron comer las perdices porque un golpe militar auspiciado por los
poderosos lo frustró.
No cabe duda de que
el nuevo régimen significó un gran salto modernizador basado en unos principios
democráticos y sociales que propiciaron el voto a las mujeres, la legalización
del divorcio, el poner freno al caciquismo promoviendo la reforma agraria, la
mejora de la educación, la separación de la Iglesia y el Estado, la reforma
militar, la protección del trabajador, etc. Pero también fue una Constitución
excluyente, hecha contra la mitad de los españoles: contra los católicos,
contra los monárquicos, contra la derecha, contra los ricos, etc. y que se
gestionó desde el revanchismo, el sectarismo y el odio.
Es indiscutible que a
la Republica le faltaron verdaderos republicanos. Desde la Restauración, la
convulsión política y la violencia habían sido una constante en la vida de la
sociedad española. Con la República continuó, y se agudizó cuando la derecha
ganó las elecciones en 1933. La sociedad se fue polarizando, por un lado, hacia
la izquierda revolucionaria, deslumbrada por el reflejo de la revolución rusa,
que despreciaba la República a la que llamaban burguesa; y, por otro, la
derecha radical que se identificaba con el fascismo y, al igual que gran parte
de la izquierda, odiaba los valores democráticos. La República fue víctima
también de las urgencias de un país empobrecido que sufría los efectos de la
crisis de 1929.
Lo que sorprende hoy es la nostalgia de la izquierda por
una República a la que intentó destruir antes y después del golpe militar, y
que añore un régimen cuyos principios y valores democráticos están sobradamente
recogidos en la Constitución de 1978, la única redactada con el consenso de
todas las fuerzas políticas. Una nostalgia que sólo puede explicarse por
ignorancia del pasado o por voluntad interesada de tergiversar la historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario