Artículo publicado ayer sábado día 9 de Abril en el Diario "Última Hora"y que por diversas circunstancias no pudo editarse con anterioridad en el BLOG
La Crisis de España
Julián Delgado. Escritor
Da la sensación de que
no somos conscientes de la gravedad de la situación por la que atravesamos, que
a mi entender es tan grave como la que se superó durante la Transición. Después
de casi cuarenta años, vivimos la primera crisis de nuestra
democracia: se han erosionado los valores que la hicieron posible y el sistema no ha
dado respuestas satisfactorias a la actual crisis económica, social y política.
Durante este tiempo se ha ido debilitando la autoridad del Estado en favor de
las regiones hasta hacerlo difícilmente gobernable, se ha perdido la
perspectiva de un proyecto común y el pulso separatista nos desafía,
mientras el proyecto europeo se
debilita. Aquellas dos Españas que nos esforzamos por enterrar al final del
franquismo han surgido de nuevo con toda su crudeza de la mano de una izquierda
que parece no tener otro objetivo político que destruir a la derecha, heredera
según ellos del franquismo y, por lo tanto, inasimilable. Solamente la
izquierda es democrática. Ese es el mensaje. Y el PP, huérfano de ideología, ha
abandonado su propio proyecto, ha mantenido la nefasta herencia zapateril y se
presenta ante los electores simplemente como un buen gestor, aunque sea con
políticas ajenas a los intereses de sus representados. No es extraño que ambas
fuerzas, lastradas por la corrupción y la incompetencia, hayan parido sus
respectivos pares.
Mientras la prensa,
parapetada en sus respectivas trincheras, hace fuego a discreción, la sociedad,
cada vez más alejada de los políticos y más preocupada por la política, vive
con inquietud el presente y con temor un futuro que se le antoja oscuro para
sus hijos. Sobrevive abandonando el
lastre que puede representarle el compromiso, y va a favor de la corriente, no
sea que se ahogue en esta sociedad líquida. Falta de convicciones y valores, se
abandona a la fuerza dominante de ese fluido espeso: a la equidistancia, al
buenismo, al relativismo, a lo correcto; a todo aquello que no moleste al
pensamiento dominante, olvidándose de referentes que siempre le fueron
incuestionables.
Si Pedro y Pablo
formaran gobierno, este sería el castigo a pagar por nuestro hedonismo
irresponsable. Unas nuevas elecciones serían el mal menor.
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