La Azotea
REFLEXIONES EN
EL ESTANQUE
Vocación
la mía, que una vez más vuelvo a situarme en la orilla contraria del estanque
nacional para contemplar el espectáculo lamentable de aficionados a la razón de
Estado. Mientras, languidece marcha atrás una estructura carcomida por el
resentimiento y la estupidez colectiva.
Ahí
tienen a las que llaman fuerzas emergentes, capitaneadas por el comunismo
populista, jamás sumergido sino siempre atento y preparado para el asalto a la
yugular del Estado, esté o no en funciones. Ahora aparece rodeado de lo que han
dado en llamar “sus confluencias” compuestas por un coro de mariachi
desarrapados, a cual menos dotado de sublime necedad e ignorancia, cumpliendo un
papel subordinado de teloneros, incapaces de hacer peligrar o velar el
resplandor de la soberbia grandilocuente de Pablete. Pablo Manuel, dicen con
solemnidad los de Zapasanchez para no dejar nublada la memoria del Otro. Y
claro, mientras el aprendiz de Maquiavelo, sin renancentismo alguno ni en sus
cachas ni en su grasienta coleta, se dedica a las grandes cuestiones de Estado,
los pobres confluyentes van haciendo o proclamando mamarrachadas profesionales
en Madrid, Cádiz, Valencia o Barcelona. Como la analfabeta Colau, provocando
gratuita y toscamente al Ejército, aprovechando que hace años dejó de estar en
vigor la Constitución en Cataluña. Como esos bobos maliciosos de la falda en
los semáforos, ahora que las mujeres dejaron casi de utilizarla, sin concretar
como quieren iconografiar a gays, lesbianas, transexuales o peritos
mercantiles, que tienen tanto derecho como aquellas. O la urgente pretensión de
cambiar el rótulo del noble y sagrado frontispicio del Congreso de los
Diputados, aunque por ahora no exijan llamarlo Asamblea del Pueblo o de la
Gente, más querida para ellos. Pero al tiempo, pues si para el arrogante y altanero
Iglesias sus confluencias son más bien una simpática rémora, no así los nuevos
marxistas leninistas de IU que unidos en formación única en las elecciones con
las que parecen amenazar, pueden verse agraciados con el encargo del ciudadano
Felipe de formar Gobierno y no precisamente de tecnócratas.
Y
los del bloque socialista, pues llorando por las cuatro esquinas de mi España,
buscando comprensión para la necesidad antropomórfica de que el hermoso Zpsanchez
sea Presidente. Y para tan noble empeño es casi igual Juana que su hermana. En
este caso él quería a Juana pero como los conmilitones se pusieron farrucos,
escogió con ascos a quien se ofreció al menos, como hermanastra. Lo importante
es el fin que con algo de suerte de su parte y torpeza de la contraria, será
cosa de coser y canturrear. El retroprograma está trazado, aunque desconozcamos
si la marcha atrás se llevará a cabo en orden inverso a como se tejió en la
anterior Legislatura. Un prestigio. Una suerte. Un futuro.
Y
el joven Rivera, picoteando aquí y allá por si encuentra un espacio donde posar
su ligero equipaje. Bagaje de construcción intelectual efímera que lo mismo
invoca en vano el respetado y noble legado de Suárez que parece desear
zambullirse en las aguas profundas de Popper o aparcar por si acaso, en la
orilla moderada de una difusa socialdemocracia. Pero tan insondable como
elocuente, tan liviano y suave como advenedizo. De manera que tanto triunfo brillante
en el desvarío catalán en busca de decencia, legalidad y democracia para terminar
firmando un duro contrato de adhesión con quien es capaz hasta de arrebatarle
el liderazgo de sus cuarenta diputados. Cuando Zpsanchez logre firmar su ruina
– si lo logra- con el cavernícola Iglesias, lo dejará tirado como colilla
chupada, porque ya no será necesario en el proyecto hegemónico de la
ultraizquierda rabiosa y antigua que construye. No se si será entonces cuando
el desubicado pero ambicioso Albert creerá encontrar el espacio moderado de una
socialdemocracia que aquél no debió abandonar. Mientras, como su compadre Marin
en Andalucía, a chupar rueda del desplante y la desconsideración; la
comprensión de una corrupción gigantesca, cuando no tapando y tratando de olvidar.
Y por supuesto a compartir el odio hacia Rajoy, colaborando en el desvarío de
la memoria histórica o del revisionismo de su Legislatura. Un programa de tan
poca atracción como futuro. De tan poca consistencia como contenido
regeneracionista que tanto se pregonaba. Un
desastre.
A
Rajoy, entre los tres, lo están haciendo estadista de altos vuelos. Es verdad
que su breve recorrido transcurrió entre libros de contabilidad nacional,
dejando en el deseo el armazón intelectual y moral de una sociedad carente de
los principios sostenedores de una Nación con perspectivas de futuro. Ahora
navegamos hacia el declive en una Europa ya declinante y sin más proyecto que
la cuenta de resultados. Pero al menos es gobernante previsible, honesto,
equilibrado, discreto, moderado y con experiencia. Pero a nosotros nos interesa
salvar el sistema, con o sin Rajoy. De manera que de resultar necesario deberá
abandonar el estanque. Pues eso.
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