LA AZOTEA
EL IMPULSO DE PROGRESO (I)
11 de Junio 2015
Pues
ya consiguió Susana quien la impulse hasta la Presidencia de la Junta de Andalucía.
Tal como ella deseaba ardientemente pues el parto inminente y ojalá feliz, no
espera. Como tampoco el pronunciamiento inequívoco de sus amados andaluces, es
decir poco más del 22% de los que tienen derecho de voto o algo más del tercio
de los que votaron. No es para tanto, aunque sea el juego por el que no muchos disponen
del futuro de todos. Pero también, es el resultado de un intenso y prolongado trapicheo,
más honorablemente conocido como negociación, con el desenlace conocido de que
el empujón lo realiza quien dio en llamarse partido emergente. De manera que Ciudadanos,
con el 8% de los escaños y sin llegar al 10% de los votos evita el pastelón de
otras elecciones y oculta la indigencia, no solo política, de la gran estadista
de pitiminí.
Mire
Pipó, me decía un ilustre prócer de la situación, parece que su teoría de los corrimientos
ideológicos que hace unos días sostenía en su columna, era lo que parecía, un
susurro venido de las entrañas de la disidencia a Zapasanchez. La fuerte y
poderosa corriente que trata de mantener a flote las históricas siglas del PSOE
sacando cuchillos afilados para organizar la noche de sanbartolomé. Y claro,
ahí están personajes como Chacón, de quien comentaba en mi Azotea de noviembre
de hace tres años encontrarse estigmatizada por la estulticia del zapaterismo,
pero a quien deseaba – si la dejan- suerte en su pretendido liderazgo y en la
defensa de los intereses nacionales. O González a quien los amantes de la
libertad y la democracia debemos agradecer su hermoso viaje al comunismo
hortera de Venezuela y lamentar no lo hiciera junto a Aznar, como símbolo conjunto
e indestructible de lo que representan. Y representan mucho aunque por ahora ganen
los troyanos del chándal ideológico y el trinque. Aquí en Andalucía, al menos,
se nota la mano de Felipe, tratando de minimizar los efectos de la deriva
imparable de Zpschez.
Estamos
conociendo, palpando, lamentando los primeros efectos de la vorágine insensata
de acabar con el modelo razonable, ordenado y eficaz del bipartidismo, que aún
sin estar debidamente consolidado parece ya cosa del pasado. Precisamente del pasado
que proporcionó a la Nación española los mejores decenios de su historia contemporánea.
Es el triunfo de la extrema izquierda antisistema quien solo en la dispersión
encuentra el caldo de su cultivo totalitario. Pero claro, aquí deberían temblar
muchos pares de piernas si el ruido del error colectivo, del voto de la
indignación contra el poder, no impidiera reflexionar sobre el riesgo real de
desarticulación de los dos únicos partidos de implantación y vocación nacional.
Observen como no está siendo
posible conocer los vectores de la pretendida política de pactos estables y de
progreso. Hay territorios donde se defiende el criterio de lista más votada
para en el limítrofe, los mismos, defienden componendas para acabar - así lo dicen
sin pudor - con el PP. En otros o en importantes ciudades, el socialismo democrático
es capaz de pactar con los agentes del comunismo dictatorial bolivariano, el
mismo que casi encarcela a Felipe González, tras insultarlo sin piedad ante los
ojos espantados de pusilánimes vividores de la democracia. No se pacta sobre
ideologías que conformen programas de gobierno, sino sobre intereses más o
menos confesables que fundamentan la aparente vocación de servicio público,
refugiada en los rescoldos de las ideologías.
Ahí tienen a la miliciana
Colau, anunciando su programa de progreso para quien quiera oírla, también el insignificante
Trías, pretendiendo no cumplir las leyes que considere injustas o creando nueva
moneda en la economía de trueque. Es como Nicolás de Cusa pero en bruto, cuando
en pleno siglo XV explicaba que la ley para ser localmente obligatoria necesita
la aceptación o en el sentido revolucionario de Rousseau de que las leyes son
siempre dañinas para los desposeídos. Es el parto del antibipartidismo. Es la
flor del consenso. Es la retropolítica.
En cuanto a C´s sufre un síndrome
de certeza, como el PP. Ese don que permite realizar la transición entre
verdades ideales y verdades reales y encuentra su origen en el sentido común,
que tanto preocupaba a Balmes y tan escasamente a la clase política. Es decir, el
instinto intelectual por el que se acepta la existencia objetiva del mundo
exterior. Por eso desconoce cual pueda ser su espacio de circulación, al
ignorar la ideología que defiende. Va y viene entre el socialismo moderado y el
liberalismo de la libertad. Es decir, entre el PP y el PSOE, entre las alas
sensatas de ambos, que existen. Y así no le queda otro papel que la bisagra de
situación, que la buena solución de coyuntura. Papel deslucido, de poco futuro,
aunque saque pecho en las primeras horas, según el papel asignado por el
resultado electoral; una especie de correveidile de quien sea, con tal de
aparentar lo que no es, pero tampoco dejando de ser lo que aparenta. Un lío.
Como la España que espera otras elecciones, en una Europa que ya se traga hasta
las trolas de Tsipras. Es el impulso hacia el progreso.
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