La Azotea
ESTADO DE CORRUPCIÓN
Ya hemos traspasado los límites
del Estado en su versión doctrinaria y constitucionalista. Venimos desde el Estado orgánico
y representativo, concebido en la Ley Orgánica de 1967- que institucionaliza el
Estado Nacional, como dice su Preámbulo - al Estado Social y Democrático y de
Derecho y etc. de 1978. Recorrido que desde aquélla fecha, 46 años después, nos conduce
al Estado en corrupción del glorioso final de 2013. Ítem para tratar de ocultar
en el rincón oscuro de la historia, de la peor historia de España.
La imputación de Santiago
Herrero, patrón del empresariado andaluz
junto a su cúpula, por una presunta estafa en VPO, cuando su correligionario de
la patronal CEOE lleva un año en prisión; el registro de la sede del Partido
gobernante por fuerzas policiales que permanecen en el inmueble 14 horas; el
registro por la Guardia Civil de varias sedes y empresas de UGT o la definitiva
imputación de dos exPresidentes y cinco exCosejeros de sus gobiernos pitiminí y
para qué seguir, es que rebasa la frontera de la dignidad nacional. Se siente estremecer el alma, se
desgarra la sensibilidad, cuando se asiste a este incesante espectáculo de
desvergüenza generalizada, institucionalizada, ahogadiza y casi impune que nos
han preparado unas élites de patanes, que jamás debieron instalarse en la
dirección de la Nación.
Porque ahora la “revolución desde
arriba” que proponía Maura viene en forma de detritus institucional, enfangando
la vida social; empobreciendo a grandes masas de población; expulsando a los
más jóvenes hacia el exterior en busca de una vida más digna y mejor; condenando
al desempleo a millones de inocentes que caen en la desesperanza y la
marginación; imposibilitando la recuperación económica; degradando el prestigio
de la Nación ante el mundo culto, desarrollado y democrático; igualándonos por
abajo en la zafiedad y la incultura. Y todo ello por permitir,
consentir y defender una clase política inculta, miserable y trincona, solo
pendiente de sus intereses personales, ni tan siquiera de clase. Una oligarquía
política que elaboró un ordenamiento jurídico a su medida, blando, permeable,
interpretable, relativista, adaptable, orientado hacia la razón de Estado. Del
Estado corrupto, naturalmente.
Así, desde la Jefatura del Estado
que ya se tambalea hasta con muletas; al Tribunal Constitucional, que de
antemano se conoce el sentido de sus “sentencias interpretativas”; al Consejo
General del Control Judicial, como institución inútil y carísima, laboratorio
de la partitocracia o las Autonomías en deriva degradante de despilfarro y
miles de entes, empresas públicas y comisiones de control. Todo ello ha logrado
sustituir las clases ociosas de siglos pasados por ocios más lucrativos y
activos en el pillaje del Estado.
Al final y sin querer profundizar
más en este circo humillante, debemos acordarnos de Von Mises, cuando aseguraba
que la corrupción es un mal inherente a todo gobierno que no está controlado
por la opinión pública. Claro, porque democracia es control, es confianza en
los gobernantes, pero en vigilancia. Es un dato constatable a lo largo
de la historia: a más corrupción más legislación. O como diría Tocqueville, el
momento más peligroso para un mal gobierno es cuando comienza a hacer reformas.
En nuestro caso en éste y los anteriores Gobiernos. Cuando comienza un despojo
incesante de las clases medias, masas neutras como las denominaba el citado
Maura, que en todo este lamentable proceso muestran su indiferencia al ambiente
corrupto, sería necesario explicar, como entonces hizo el ilustre reformista,
la necesidad de descuajar el caciquismo que nuevamente nos dirige y romper la
costra con que de nuevo la España oficial asfixia la España real.
Si acaso, nuestro homenaje a los
pocos jueces que en solitario, defienden con valentía el Estado de Derecho y
Democrático. Ojalá duren, algunos se lo agradecemos, seguro que la Historia
también.
No hay comentarios:
Publicar un comentario