Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

sábado, 21 de diciembre de 2013

La Opinión de Javier Pipó


La Azotea 


ESTADO DE CORRUPCIÓN
21 de Diciembre 2013



Ya hemos traspasado los límites del Estado en su versión doctrinaria y constitucionalista. Venimos desde el Estado orgánico y representativo, concebido en la Ley Orgánica de 1967- que institucionaliza el Estado Nacional, como dice su Preámbulo - al Estado Social y Democrático y de Derecho y etc. de 1978. Recorrido que desde aquélla fecha, 46 años después, nos conduce al Estado en corrupción del glorioso final de 2013. Ítem para tratar de ocultar en el rincón oscuro de la historia, de la peor historia de España.

La imputación de Santiago Herrero, patrón del  empresariado andaluz junto a su cúpula, por una presunta estafa en VPO, cuando su correligionario de la patronal CEOE lleva un año en prisión; el registro de la sede del Partido gobernante por fuerzas policiales que permanecen en el inmueble 14 horas; el registro por la Guardia Civil de varias sedes y empresas de UGT o la definitiva imputación de dos exPresidentes y cinco exCosejeros de sus gobiernos pitiminí y para qué seguir, es que rebasa la frontera de la dignidad nacional. Se siente estremecer el alma, se desgarra la sensibilidad, cuando se asiste a este incesante espectáculo de desvergüenza generalizada, institucionalizada, ahogadiza y casi impune que nos han preparado unas élites de patanes, que jamás debieron instalarse en la dirección de la Nación.

Porque ahora la “revolución desde arriba” que proponía Maura viene en forma de detritus institucional, enfangando la vida social; empobreciendo a grandes masas de población; expulsando a los más jóvenes hacia el exterior en busca de una vida más digna y mejor; condenando al desempleo a millones de inocentes que caen en la desesperanza y la marginación; imposibilitando la recuperación económica; degradando el prestigio de la Nación ante el mundo culto, desarrollado y democrático; igualándonos por abajo en la zafiedad y la incultura. Y todo ello por permitir, consentir y defender una clase política inculta, miserable y trincona, solo pendiente de sus intereses personales, ni tan siquiera de clase. Una oligarquía política que elaboró un ordenamiento jurídico a su medida, blando, permeable, interpretable, relativista, adaptable, orientado hacia la razón de Estado. Del Estado corrupto, naturalmente.

Así, desde la Jefatura del Estado que ya se tambalea hasta con muletas; al Tribunal Constitucional, que de antemano se conoce el sentido de sus “sentencias interpretativas”; al Consejo General del Control Judicial, como institución inútil y carísima, laboratorio de la partitocracia o las Autonomías en deriva degradante de despilfarro y miles de entes, empresas públicas y comisiones de control. Todo ello ha logrado sustituir las clases ociosas de siglos pasados por ocios más lucrativos y activos en el pillaje del Estado.

Al final y sin querer profundizar más en este circo humillante, debemos acordarnos de Von Mises, cuando aseguraba que la corrupción es un mal inherente a todo gobierno que no está controlado por la opinión pública. Claro, porque democracia es control, es confianza en los gobernantes, pero en vigilancia. Es un dato constatable a lo largo de la historia: a más corrupción más legislación. O como diría Tocqueville, el momento más peligroso para un mal gobierno es cuando comienza a hacer reformas. En nuestro caso en éste y los anteriores Gobiernos. Cuando comienza un despojo incesante de las clases medias, masas neutras como las denominaba el citado Maura, que en todo este lamentable proceso muestran su indiferencia al ambiente corrupto, sería necesario explicar, como entonces hizo el ilustre reformista, la necesidad de descuajar el caciquismo que nuevamente nos dirige y romper la costra con que de nuevo la España oficial asfixia la España real.

Si acaso, nuestro homenaje a los pocos jueces que en solitario, defienden con valentía el Estado de Derecho y Democrático. Ojalá duren, algunos se lo agradecemos, seguro que la Historia también.       

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