Artículo publicado en el "Diario Córdoba" el día 5 de Septiembre 2013
LA AZOTEA
EL RELEVO
EL RELEVO
Bernard
Shaw decía que no es cierto que el poder corrompa,
sino que hay políticos que corrompen el poder. Aserto adecuado
a la realidad andaluza, más
parecida a una escuela aventajada de políticos
corrompidos y corruptores que han utilizado tan noble oficio en instrumento de
dominación para el enriquecimiento personal y el
avance arrollador de la antipolítica. Lo
advertía Montesquieu: la corrupción rara vez comienza por el pueblo.
He
venido manteniendo que Griñan ha
sido un político mediocre, incapaz de enfrentarse a una
realidad apabullante y descorazonadora de paro, pobreza y corrupción, tras más de
treinta años de utopía vacía y engañosa. Es
personaje que dotado de un buen bagaje cultural y profesional, excelentes
modales y expresión sosegada y sensata de pareceres, lo creyó suficiente para rectificar un rumbo
tenebroso, ajeno al progreso y la libertad. Quedó
desbordado. Y su desbordamiento, causado por clamorosa falta de coraje político y liderazgo, le ha llevado a concluir un
mandato histórico que representa el fracaso de la autonomía y el hundimiento de las instituciones
democráticas.
Tras
Griñan, aquéllas y
sus ideales quizá resulten irrecuperables porque las
magnitudes del drama parecen insuperables. Las distancias de Europa y el resto
de España aumentan sin cesar y esa espesa niebla de
corrupción creará una
atmósfera de desconfianza e inseguridad jurídica muy negativas para comenzar un nuevo
intento de desarrollo. Al
final, el fracaso y el acoso de la justicia le hacen huir despavorido a buscar
refugio privilegiado en el Senado, esa Cámara
tan inútil como pieza del parlamentarismo, como
inadecuada para archivo de figurones desubicados del sistema. Deja
una herencia penosa y difícil de
remontar. Tan difícil que quizá sólo un claro liderazgo, brillante, con sentido
de Estado, predecible, estable, con equipos preparados y pegados a la realidad,
serían capaces de sacar Andalucía a la superficie. Pero tal como se presenta
el relevo, quizá aumente la desesperanza, máxime cuando la oposición, ni está ni se
le espera.
No
creo llegue a lo dicho por Disraelí de
que en política los experimentos significan
revoluciones. Más bien creo que el relevo en la Presidencia
de la Junta de Andalucía, sin
dejar de constituir un experimento, no pasa de mero recambio en la burocracia
socialista, más desgastada que la paciencia acrítica de los andaluces. La
propaganda oficial no escatima desde luego grandilocuencia. La exaltación de Susana Díaz a
la Presidencia, dice, es un guiño a la
condición femenina y una auténtica renovación
generacional.
Pues
ya ven los méritos iniciales de la beneficiada por tan
suculento cargo. Ni por su ascenso se renueva la generación presidencial del sistema - Escuredo y
Borbolla eran más jóvenes
cuando accedieron y Chaves contaba 45 años -
ni es posible conocer el mérito
aportado por la designada para llegar a ser mujer. Mal pues empezamos.
Miren,
Andalucía, mejor dicho los andaluces, los parados,
las familias, las empresas, la economía, las
instituciones y en definitiva el prestigio nacional y europeo de Andalucía, no soportan experimentos ni bobas
propagandas oficiales, más
propias de un tercenmundismo pegajoso o de sistemas autocráticos. Aquí lo que procede es saber como se reduce el
paro a niveles europeos y actuar en consecuencia o como se inicia y gana una
decidida batalla contra la corrupción que
nos asfixia o como se pone en marcha un aparato productivo que está desapareciendo, borrado por la oxidación. Y no olvidar lo que ya dijo J.F. Kennedy,
que la libertad política
es la condición previa del desarrollo económico y del cambio social.
Vengo
manteniendo que nada espero del Gobierno Díaz. Más bien confío sepa
dosificar sus virtudes políticas
y evite degradar aún más que sus antecesores la sociedad y economía andaluzas. Su
alianza con el comunismo es una rémora
que le traerá fractura social tan innecesaria como la
"memoria democrática"
y más gastos insostenibles en el mantenimiento de
una sólida red clientelar, empecinados en la
exigencia de un Gobierno menos técnico
y más político. Es
el alejamiento definitivo de la Europa de la libertad y el desarrollo. Nos
conformaremos en que al menos se incumpla el principio maquiavélico de que la política es el arte de mentir.
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