Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

lunes, 2 de septiembre de 2013

LA OPINIÓN DE JAVIER PIPÓ


Artículo publicado  en el "Diario Córdoba" el día 5 de Septiembre 2013


LA AZOTEA

EL  RELEVO



Bernard Shaw decía que no es cierto que el poder corrompa, sino que hay políticos que corrompen el poder. Aserto adecuado a la realidad andaluza, más parecida a una escuela aventajada de políticos corrompidos y corruptores que han utilizado tan noble oficio en instrumento de dominación para el enriquecimiento personal y el avance arrollador de la antipolítica. Lo advertía Montesquieu: la corrupción rara vez comienza por el pueblo.

He venido manteniendo que Griñan ha sido un político mediocre, incapaz de enfrentarse a una realidad apabullante y descorazonadora de paro, pobreza y corrupción, tras más de treinta años de utopía vacía y engañosa. Es personaje que dotado de un buen bagaje cultural y profesional, excelentes modales y expresión sosegada y sensata de pareceres, lo creyó suficiente para rectificar un rumbo tenebroso, ajeno al progreso y la libertad. Quedó desbordado. Y su desbordamiento, causado por clamorosa falta de coraje político y liderazgo, le ha llevado a concluir un mandato histórico que representa el fracaso de la autonomía y el hundimiento de las instituciones democráticas.

Tras Griñan, aquéllas y sus ideales quizá resulten irrecuperables porque las magnitudes del drama parecen insuperables. Las distancias de Europa y el resto de España aumentan sin cesar y esa espesa niebla de corrupción creará una atmósfera de desconfianza e inseguridad jurídica muy negativas para comenzar un nuevo intento de desarrollo. Al final, el fracaso y el acoso de la justicia le hacen huir despavorido a buscar refugio privilegiado en el Senado, esa Cámara tan inútil como pieza del parlamentarismo, como inadecuada para archivo de figurones desubicados del sistema. Deja una herencia penosa y difícil de remontar. Tan difícil que quizá sólo un claro liderazgo, brillante, con sentido de Estado, predecible, estable, con equipos preparados y pegados a la realidad, serían capaces de sacar Andalucía a la superficie. Pero tal como se presenta el relevo, quizá aumente la desesperanza, máxime cuando la oposición, ni está ni se le espera.

No creo llegue a lo dicho por Disraelí de que en política los experimentos significan revoluciones. Más bien creo que el relevo en la Presidencia de la Junta de Andalucía, sin dejar de constituir un experimento, no pasa de mero recambio en la burocracia socialista, más desgastada que la paciencia acrítica de los andaluces. La propaganda oficial no escatima desde luego grandilocuencia. La exaltación de Susana Díaz a la Presidencia, dice, es un guiño a la condición femenina y una auténtica renovación generacional.

Pues ya ven los méritos iniciales de la beneficiada por tan suculento cargo. Ni por su ascenso se renueva la generación presidencial del sistema - Escuredo y Borbolla eran más jóvenes cuando accedieron y Chaves contaba 45 años - ni es posible conocer el mérito aportado por la designada para llegar a ser mujer. Mal pues empezamos. 

Miren, Andalucía, mejor dicho los andaluces, los parados, las familias, las empresas, la economía, las instituciones y en definitiva el prestigio nacional y europeo de Andalucía, no soportan experimentos ni bobas propagandas oficiales, más propias de un tercenmundismo pegajoso o de sistemas autocráticos. Aquí lo que procede es saber como se reduce el paro a niveles europeos y actuar en consecuencia o como se inicia y gana una decidida batalla contra la corrupción que nos asfixia o como se pone en marcha un aparato productivo que está desapareciendo, borrado por la oxidación. Y no olvidar lo que ya dijo J.F. Kennedy, que la libertad política es la condición previa del desarrollo económico y del cambio social.

Vengo manteniendo que nada espero del Gobierno Díaz. Más bien confío sepa dosificar sus virtudes políticas y evite degradar aún más que sus antecesores la sociedad y economía andaluzas. Su alianza con el comunismo es una rémora que le traerá fractura social tan innecesaria como la "memoria democrática" y más gastos insostenibles en el mantenimiento de una sólida red clientelar, empecinados en la exigencia de un Gobierno menos técnico y más político. Es el alejamiento definitivo de la Europa de la libertad y el desarrollo. Nos conformaremos en que al menos se incumpla el principio maquiavélico de que la política es el arte de mentir.

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