Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

sábado, 14 de septiembre de 2013

LA OPINIÓN DE JAVIER PIPÓ

LA AZOTEA


AVERGONZADOS DE LA CORRUPCIÓN



Quedó como clásico el agudo chascarrillo de Groucho Marx: “Antes de hablar tengo algo importante que decir”. La frase seguramente habría que recordarla a muchos políticos antes de comenzar a sermonear a ciudadanos indefensos, cuya única barrera ante el aluvión consiste en hacer oídos sordos. Que nos digan lo importante sin mentir y ahorren las palabras insignificantes del discurso. Estos días vivimos una larga sucesión de hechos y palabras que dejan encogida el alma y la esperanza. El alma que necesitamos libre y la esperanza refugiada en aquella como agitada sobreviviente. Es el sino de un tiempo de zozobra e inquietud.

Aquí, la huída de Griñán se ajusta al guión como el auto de Alaya. Para eso está el Consejero-Fiscal de Justicia. Ya me dirán si no como justifica su alto sueldo. Si los jueces y magistrados integrantes del poder judicial tienen en el CGPJ su órgano de gobierno, los fiscales ejercen sus funciones mediante órganos propios en línea jerárquica y el personal se integra con el resto de la función pública, pues el Consejero no tiene más papel que actuar de correveidile del poder. Y habla y habla y no respeta ni el luto debido al enterramiento de Montesquieu. Y además sigue como tal en el flamante y enano Gobierno de Susana. Continúa siendo  cargo inútil aunque imprescindible.Se palpa la necesidad de impartir justicia, pero lo mismo se resuelve con el diálogo. Al fin y al cabo, aunque de sordos, en el diálogo descansa la cultura occidental, decía Heidegger. Para empezar la fiscalía ya pone en duda la decisión de la Juez Instructora. Pues veremos.

De manera que las respectivas peroratas de los dos expresidentes de la Junta, en sede parlamentaria- es decir, en noble sede, gratis y urbi et orbi– despotricando de la Juez, que era lo importante y hablando después, del respeto debido y la indefensión, resultaba chusco por innecesario y extemporáneo. Y desde luego peligroso. Ya decía Jefferson que nadie abandona el cargo de Presidente con el mismo prestigio y respeto que lo llevó allí.

Chaves y Griñán están convencidos, como Maquiavelo, de que quien tiene el poder y no tiene la fuerza, está condenado a la nada. Llevan más de treinta años con ambas potestades y así va la cosa. Y luego Susana y su gobiernillo. Avergonzada de la corrupción, dice. Ya ven. Pero ojo porque ya hay un Consejero que parece tragó fondo de reptiles en el Ayuntamiento que presidia. Mala cosa.

Creo que sobre la corrupción nos deben decir lo importante, antes de hablar, incluso de contarnos sus sentimientos, que si los describen como nobles, pues mejor. Pero sepan que se comienza a combatir desde la escuela, inculcando principios y valores, formando ciudadanos temerosos de incumplir la ley, patriotas orgullosos de compartir un proyecto común. Se combate así mismo facilitando una sociedad civil exigente, dinámica, interesada en la cosa pública. Siendo escrupulosos los partidos en la selección de dirigentes preparados, sólidos, con profesiones previas. Impidiendo la permanencia en los puestos tras indicios formalizados en la imputación. Acabando con privilegios vergonzosos.

La corrupción es una atmósfera que se respira en los alveolos del sistema si los órganos estatales, gubernativos o administrativos la practican soslayando los intereses generales. El exagerado y estéril intervencionismo, siempre instala la corrupción en la política y la sociedad. Porque el Estado no es lo político, sino una de las formas de lo político. Lo político esta detrás del Estado. Pero no hagan aspavientos grotescos. Si la corrupción les avergüenza, restablezcan los controles internos que desmantelaron. Conformen una Intervención respetada, con los funcionarios mejor preparados, independientes, inamovibles, con medios materiales, económicos y jurídicos. Dotada de potestad coactiva y capacidad de interrupción de los procedimientos. Y ya esta bien de médicos diagnosticando el mal y gestionando la enfermedad de una Hacienda absurda y terminal. Lograran acabar con el enfermo tanto inútil firmando recetas disparatadas.

Miren, la corrupción se combate en definitiva, con un sistema educativo que forme ciudadanos amantes de la libertad responsable, de leyes sabias y exigentes que se cumplan, incluido un régimen íntegro de penas, sin indultos. Platón decía que lo mejor era un régimen mixto, combinando la monarquía, es decir la sabiduría, con la democracia, es decir, la libertad. Pues eso.

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