Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

lunes, 26 de agosto de 2013

LA OPINIÓN DE JAVIER PIPÓ 26 DE AGOSTO 2013


LA AZOTEA

DEUDA, POBREZA Y FANTASÍA (Y 2)
26 Agosto 2013



Fue el gran John K. Galbraith el que hizo referencia a la sociedad de los tres tercios, cuando reservaba al grupo de los ricos, de las clases medias y de los pobres, por partes iguales, los trozos del pastel de la riqueza nacional. Claro que la estructura de la sociedad norteamericana salida de la Gran Guerra presentaba un reparto explosivo por injusto. En la Europa pasada por la socialdemocracia y mediatizada por un eficaz intervencionismo estatal las espadas sociales se encontraban envainadas y la esperanza en crear riqueza mejor repartida, minimizando la pobreza y el desencanto, parecía haber conseguido la fórmula exitosa de bienestar con libertad.El abuso ahogadizo del socialismo democrático y la reacción desproporcionada del neoconservadurismo plantean en Europa una etapa de angustia y desconfianza. Etapa  caracterizada por el descreimiento de la población en sus instituciones democráticas, asistiendo resignadamente a una nueva fase de capitalismo inestable, cuando no evanescente y la desmitificación del Estado providencia.

Se cuela la sociedad global y nadie conoce las recetas contra los mercados todopoderosos que dictan códigos de conducta y Estados fisgones que justifican su poder limando hasta la imaginación. España hace años consiguió mejorar la descripción de Galbraith al consolidar una mesocracia donde el reparto del pastel correspondía muy mayoritariamente a las clases medias, quedando un estrecho porcentaje para la riqueza y la pobreza, aunque muy distantes en su capacidad de bienestar. Esa estructura era el único soporte posible para establecer un sistema democrático y constitucional avanzado. La consolidación de esa estructura era la esperanza. La marcha acelerada hacia su desaparición, la gran frustración de una sociedad que teme conocer la verdad, si algún día alguien tiene el valor de describirla y mostrarla.

Desde la década de los 60 la herencia intergeneracional consistía en una progresiva mejora de la calidad de vida y un acercamiento lento pero imparable hacia la convergencia con los países europeos desarrollados, modelos envidiables de desarrollo en democracia, islas de libertad. Ahora, nuestro PIB disminuye, se nos hace desde fuera con turismo y exportaciones. Nuestro endeudamiento aumenta con tanta fuerza como el paro y toda una generación se ve frustrada en su derecho a horizontes de felicidad.

Ya se requieren al año, 230.000 millones de euros nuevos para financiar un Estado imposible, alcanzando un record histórico, como el de casi igualar la deuda pública al 100% del PIB. Pero las magnitudes son, si fuese posible, más mareantes ya que a principios de 2012 la deuda total era cuatro veces el PIB de la que casi el 84% es privada, despertando de un sueño tan frágil como fantasioso. Y sin tocar el déficit porque al no consolidar con los presupuestos las sociedades públicas, incluidas las autonómicas, desconocemos el real.Es la herencia intergeneracional de hoy.

Jefferson, tempranamente advertía que una generación no tiene derecho a atar a otra. Pero aquí se ata hasta la banca y sus 300.000 millones prestados por el BCE, para liquidez, ya ven. En algún momento alguien recordará que fue Jiménez de Asúa el inspirador del artículo 1º de la Constitución de 1931, que rotundamente proclamaba el Estado integral, compatible con la autonomía de municipios y regiones. Ahora solo se quiere recordar el color de la bandera.

Pero aquí en Andalucía entonaremos en silencio el himno a la alegría de Schiller, cuando en breve Susana Díaz alcance su sueño y nuestro desvelo, porque entonces, recordaremos lo que aquél nos señalaba tan certeramente: “Solo la fantasía permanece siempre joven. Lo que no ha ocurrido jamás, no envejece nunca”.

      

  

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