Artículo publicado ayer día 5 de Junio en el
Diario ULTIMA HORA de Palma
SALIR DEL ATOLLADERO
Julián Delgado. Escritor
Pedro Sánchez, con la arrogancia y el desdén que le
caracterizan, en alianza con su ignorancia en cuanto atañe a temas de política
exterior, ha conseguido en estos dos últimos años, con la inestimable ayuda de
la precaria agudeza mental de la ministra del ramo, ayuna de conocimientos
diplomáticos y sensibilidad sobre lo que significa Marruecos para España, y la
perniciosa influencia de su ex vicepresidente, que se haya producido la más grave
crisis diplomática con nuestro vecino del sur desde la Marcha Verde de 1975.
Primero, rompió la tradición de visitar en primer lugar al
rey de Marruecos, hasta ahora respetada por todos los jefes de Gobierno. Más
tarde, dio cobertura a la actitud beligerante de Iglesias respecto al
referéndum para el Sáhara. Para rematar la faena, acogió en territorio español
de forma clandestina al enemigo público número uno del Reino Alauita.
Resulta paradójico que, mientras Sánchez se pavoneaba
explicando al mundo las conclusiones de unos expertos sobre cómo iba a ser
España en el 2050, nadie fuera capaz de alertarle sobre cuál iba a ser la
reacción de un ofendido Mohamed VI, al día siguiente de enterarse de la acogida
de Ghali. Estaban obligados a saber que el Gran Marruecos, puesto en marcha
hace cuarenta y seis años, constituye un tema vital para aquel país y su Rey,
que ha invertido un fuerte capital político en el reconocimiento de su
soberanía sobre el Sáhara. También es crucial en la geoestrategia de los EEUU,
que no quieren de ninguna manera que Argelia, vinculada a Rusia, disponga de
una salida al Atlántico a través de una República del Sáhara
Fue la respuesta marroquí una acción aviesa, ausente de
escrúpulos, dentro de su acostumbrada técnica de desgaste corrosivo usando la
espita de la emigración propia y subsahariana. Pero no hubo el menor gesto de
firmeza por parte de Sánchez, se escudó en la Unión Europea y, al día
siguiente, no se le ocurrió otra cosa que hablarnos de la España de 2050,
después pedir el teléfono de Rociíto para decirle que estaba con ella.
Si Rabat se ha atrevido a actuar así es porque percibe a
España como un país débil, sumido en un proceso de desintegración territorial,
sin peso en el concierto internacional, el único Gobierno de occidente compuesto
por una alianza de comunistas y socialistas radicales, aficionados de la
política, dividido en una cuestión de Estado como ésta, dirigidos por un
ególatra que no merece crédito. Además, Marruecos cuenta con el respaldo del
amigo americano, al que compra armas de coste millonario, como los helicópteros
Apache, los carros M1 Abrams o los aviones F-16 Viper. Rabat paga la factura de
este trato preferente reconociendo a Israel, apoyando a Emiratos Árabes y
Arabia Saudí en la guerra del Yemen y ofreciéndose a los EEUU como un aliado
fiable en el Norte de África y Oriente Medio. Respecto al Sáhara, ha logrado
que más de diez países africanos hayan reconocido la soberanía marroquí sobre
el territorio al que llaman sus provincias del Sur, además de Emiratos Árabes,
Jordania y EEUU.
La aspiración de Rabat a hacerse con Ceuta y Melilla siguen
existiendo, aunque en sus previsiones no entre el conflicto armado. Confían en
alcanzar el objetivo con el tiempo y a través de estrategias que correspondan a
un conflicto en la zona gris. Si así no fuera, España se encontraría con un
episodio de coerción estratégica para el que sus Fuerzas Armadas no están
preparadas.
El incidente con el líder del Polisario acogido en un
hospital de Logroño, le ha servido a Marruecos como pretexto para probar su
capacidad coactiva. Las alas que le ha puesto EEUU con su espaldarazo las
intenta aprovechar para consolidar su soberanía sobre el Sáhara. El respaldo de
España en este asunto, por ser el Sáhara su antigua colonia, adquiere importancia
simbólica y Rabat estaría dispuesto a ceder otras contraprestaciones por
conseguirlo.
En estas circunstancias, como no se solucione pronto este
entuerto, el favorito del Reino de España, Iván Redondo, que en un gesto
bizarro aseguró que se tiraría por un barranco por defender a su jefe, puede
que tenga la oportunidad de hacerlo en el Barranco del Lobo, próximo a Melilla,
de resonancias trágicas en nuestra historia, donde en 1909, los feroces
cabileños emboscaron y dieron muerte a la mitad de una columna de mil soldados
españoles.
España debe buscar una solución estable que tenga en cuenta
los intereses de ambos países sin obviar la realidad que Marruecos ha creado
sobre el territorio, que ya incluye a la gran mayoría de saharauis. Dado que la
independencia hoy no tiene viabilidad ni sentido, puesto que el respaldo de los
EEUU ha echado por tierra cualquier otro arreglo, España debe ponerse del lado
de nuestros vecinos para que la ONU reconozca el actual statu quo con
contrapartidas pactadas con los 150.000 saharauis que malviven en Tinduf,
ayudándoles para iniciar una vida digna en el que fue el territorio de sus
padres. Se debería llegar también a un acuerdo en cuanto a las aguas
territoriales de Canarias y conseguir estabilidad en las fronteras de Ceuta y
Melilla; continuar con la eficaz colaboración antiterrorista y con los acuerdos
sobre pesca y contención de la inmigración ilegal; así como disponer de un
espacio portuario de propiedad española en Dajla, de apoyo a nuestros pesqueros
en la zona. Algo habrá que hacer para salir dignamente del atolladero en que el
buenismo y la estulticia de nuestro Gobierno nos ha metido.
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