Artículo publicado en el diario ULTIMA HORA de Mallorca el
día 26 de junio 2021
El ESTADO DESARMADO
Julián Delgado. Escritor
El Gobierno, ante la amenaza
separatista, en lugar de robustecer sus instituciones y adecuar las leyes,
prepara despojar al TC para ejecutar sus propias sentencias. Va hacer desaparecer el recurso previo de
inconstitucionalidad y así impedir paralizar un Estatuto separatista y actuar
contra referéndum ilegales. Ante un consenso político el TC no podrá opinar
sobre su legalidad.
Por otro lado, concede un
infame indulto a los presos y prepara la rebaja retroactiva de las penas por sedición,
lo que se traduce en el blanqueo político y moral del golpismo y el
condicionamiento del TDH que jugará los recursos de los condenados.
Además, el Consejo de Europa
avergüenza al Estado español recomendándole la reforma del delito de sedición,
la concesión de los indultos y que no se persiga a los prófugos. Un golpe
mortal al sistema judicial español, que lo pone a la altura del turco. Y ello
fruto de la posición estratégica del propio Gobierno de la nación para
facilitar la voladura de la sentencia por el TDH y, así, contentar a sus
socios, que le humillan y desprecian, para permanecer en la Moncloa.
La
democracia no ha podido prever la absurda situación de que un Estado decida
autodestruirse, así no ha previsto mecanismos que puedan evitarlo. De tal modo
que si el Gobierno dispone de una mayoría
parlamentaria, aunque la compongan partidos cuyo objetivo es destruir el Estado,
puede suicidarse sin que nadie lo puede impedir. Tampoco ha podido prever
fórmulas para evitar que un candidato que ha propuesto en la campaña un programa, cuando llega al poder ponga en
marcha otro radicalmente opuesto en el que se propone la grandeza épica de construir un nuevo proyecto de país sin
mandato alguno. Una corrupción moral y una burla a la soberanía nacional.
Mientras
los separatistas, rearmados moralmente por la claudicación del Gobierno, preparan
y proclaman acciones para derribar el Estado, el Gobierno toma decisiones
contra los intereses del propio Estado, lo coloca en entredicho en el ámbito
internacional, lo desarma, lo debilita, lo humilla poniendo en grave riesgo
nuestros derechos y libertades, los ciudadanos, rehenes de una ambición, no
pueden entender que no les quede otro remedo que la resignación.
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