Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

martes, 10 de diciembre de 2019

LA OPINIÓN DE JAVIER PIPÓ


LA AZOTEA

EUROPA Y ENTRE LA XIII Y LA XIV
10 de Diciembre 2019



Pues acabaron las dos primeras décadas de este nuevo siglo XXI, pero no por ello Europa, la nuestra, muestra síntomas de estabilidad y avance para cumplir su sueño de Razón, Derecho y Democracia. Modelo teórico a forma de pilares que ya aportaron a su construcción, intelectuales como Hegel, Heidegger u Ortega. Parece que Europa, toda, quiere olvidar el cercano siglo anterior que en evidente paradoja fue capaz de vivir y sufrir dos guerras sangrientas, opresión, genocidio, totalitarismo y hundimiento de grandes mitos. Entra en el siglo, del que ya transcurrieron veinte años, y aun debate entre federalismo y funcionalismo y se discuten valores como Paz, Democracia, Libertad, Unión o Progreso económico y social. Parece como si ya hubiese cesado el Movimiento Europeo y los mitos de grandeza proclamados en La Haya en 1948 y, olvidados los nombres de sus grandes políticos como Adenaur, Monnet, Schuman o De Gasperi.

Ahora, todo parece más oscuro y se retoma el síndrome de la autodestrucción europea tantas veces vivido. Porque está perdida en el globalismo, sin apoyo de USA que la sacó del arrasamiento tras 1947 y le prestó su escudo defensivo durante la Guerra Fría. Porque está sumida en la desorientación, con la huida de Gran Bretaña o la invasión musulmana y africana. O desconcertada, con la socialdemocracia semihundida, el iliberalismo vigente, la casi desaparición del liberalismo y el nuevo prestigio que parece recobrar el comunismo a pesar de la caída del Muro de Berlin o sus millones de asesinados, represaliados o desaparecidos en sus checas o gulags repartidos por el mundo, mientras destruyó el medio ambiente allí donde se impuso. Y también asombrada con los brotes de intolerancia y exigencia de Estados fuertes que aquí o allá surgen por su territorio, con recuerdo de la gaullista Europa de las Patrias y sin querer consentir la superación del Estado-Nación y la soberanía ejercida, en lucha permanente sin cuartel contra los nacionalismos, tan perversos como europeos.

Pero ya digo. El comunismo diabólico y asesino, antidemocrático y totalitario, no desaparece y ahí está nuestra Nación como ejemplo vivo y único en la Europa que va de 1945 al final de estas dos décadas de incertidumbre, aunque también de progreso tan intenso como capaz de reducir a mínima expresión la desigualdad en sociedades mesocráticas inmersas en bienestar, abundancia y derroche. Pero el prestigio lo regalaron quienes ahora tienen que poner valladares a su infiltración; aquellos que les invitaron a los fastos, tras la derrota del nazismo criminal, como si el sovietismo no pretendiera cambiar un totalitarismo por otro aún peor.

Ya veremos si antes o después del turrón, el sanchismo – estadio previo al comunismo- comunica a un gentío mayormente indolente, políticamente inculto y fatalmente dependiente del Estado protector, la culminación de un golpe de Estado comenzado en Cataluña y continuado por su banda bolivariana desde las instalaciones de Moncloa. Eso sí, con ayuda carísima y traidora del PNV, ese nazismo sabinista reconvertido y diabólico; la repugnante de etarras, nuevamente en la acción política como las FARC. Y las mareas zarrapastrosas de Iglesias repartidas por los territorios de Valencia, Galicia, Baleares o Navarra, ya en estadio previo a la ansiada revolución. Y también desde luego, la pandilla de golpistas catalanes, los más cercanos al golpe de gracia a la Nación española, naturalmente impunes ante una justicia que está siendo burlada hasta el sometimiento. Y como no, el coro de incondicionales de la anchoa y demás tontos, tan inútiles como insignificantes pero sentados en la mesa del reparto de los restos.   

Ninguno de los Partidos demócratas y en consecuencia constitucionalistas, pueden propiciar la reelección del sanchismo, aunque solo fuera por dignidad de los ciudadanos a los que representan. La socialdemocracia tan apreciable como necesaria, no está en el sanchismo, y el socialismo de personajes como Felipe González parecen desaparecidos y superados por esta ola de perversidad política. De manera que volver a repetir elecciones es mucho mejor que permitir un Gobierno surgido de las excrecencias del sistema, que puede llevar a la Nación a un futuro de sudor y lágrimas. La felizmente finalizada XIII Legislatura, su número de orden no presagiaba ningún esplendor en sus tristes 195 días, ha casi paralizado la vida económica y política, con retroceso en las conquistas del Estado de derecho. Y ya ven, recordar la sesión constitutiva de la XIV, produce pena, vergüenza y asco. Pero como dijo Voltaire, no todo lo que acontece merece ser escrito.    
     

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