Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

jueves, 31 de octubre de 2019

LA OPINIÓN DE JULIÁN DELGADO


Artículo que será publicado el próximo día 2 de Noviembre en el Diario Ultima Hora de Palma


 LA GUERRILLA URBANA CONECTADA
Julián Delgado. Escritor


Por más que las autoridades autonómicas catalanas intentaran culpar de la barbarie desatada en Barcelona a grupos infiltrados, ha quedado bien claro que quienes dirigen esta nueva fase del Procés a través de Tsunami Democràtic, entre otros, han considerado conveniente aumentar el grado de violencia de sus tropas. A los grupos separatistas catalanes se han sumado en el vandalismo callejero los anarquistas, de triste recuerdo en Cataluña, y otros del mismo carácter procedentes del resto de España y del extranjero, con el objetivo de atraer el foco de la prensa internacional y hacer visible el conflicto (Paluzie dixit).
Esta guerrilla urbana ha incorporado las nuevas tecnologías para su acción: las aplicaciones de los móviles les otorgan la capacidad de concentrar multitudes en poco tiempo y la posibilidad táctica de moverlas en la ciudad según convenga. Disponen de herramientas para levantar adoquines, fabrican cocteles molotov, convierten los contenedores en bombas incendiarias… Y lo más importante, cuentan con una organización estable y flexible y con el ejemplo de la violencia política que dan las autoridades.
A esta multitud extremadamente violenta se le ha enfrentado una policía democrática, con todas las limitaciones que eso significa en el uso de la fuerza, perseguida por sus propias autoridades, que en lugar de apoyarla la investigan, la maniatan mientras pagan los abogados de sus agresores. Ante una turba tan agresiva como la citada, es imprescindible que la policía cuente con unos efectivos que, por su entidad, sean capaces de, por una parte, disuadir de realizar acciones agresivas y, por otra,  permita controlar a la multitud con el menor empleo de la fuerza. La situación actual es exactamente la contraria. A menos agentes, se necesita mayor uso de la fuerza y se corre mayor peligro.
El viernes negro, la policía estuvo a punto de colapsar por no contar con los efectivos necesarios. Eso hubiera significado perder el control del espacio público, el repliegue desordenado de la policía y el riesgo del uso del arma de fuego por algún agente que se encontrara en el trance de ser linchado. A ese riesgo sometió el ministro Marlaska a los policías y al país entero por su  imprevisión. 

    


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