Artículo que será publicado por el
Diario “Última Hora” de Mallorca el día 10 de marzo 2018
EL COBIJO DE LA TRIBU
Julián Delgado. Escritor
Uno de los
fenómenos que se han producido en el mundo occidental cuando impactó la crisis
económica, ha sido la aceleración del proceso de vuelta al localismo ya
iniciado hace años como respuesta a las consecuencias de la globalización: la
ruptura de los compromisos, de la solidaridad y de la cohesión social locales. Lo
hizo como defensa ante la desazón que genera lo incierto, por la inseguridad
que engendran los cambios radicales, como la robotización, que alterará el
mercado laboral de forma radical, el temor de poder perder el puesto de
trabajo, la incertidumbre de si podrá cobrar la pensión en su día, la
manipulación a la que vive sometido. También con la invasión migratoria y de
fugitivos de guerras, que se perciben como amenaza a los valores que hasta
ahora le habían sustentado, la crisis de la Unión Europea…
Y aumentó con la
crisis por la precariedad económica y con la aparición de movimientos sociales
indignados al comprobar que los principios y las instituciones democráticas no
daban soluciones ante los problemas cada vez más complejos,
Ante este panorama
de miedo a lo desconocido, y tras sentir la desafección al sistema de partidos
políticos, el individuo se ha refugiado en el protector espacio de la tribu. En
el sentimiento de pertenencia al Estado-Nación donde encuentra proyecto,
cohesión social e integración cultural. Se habla de nuevo de medidas
proteccionistas como aranceles, muros, aislacionismo…
En el caso de
España nos hemos encontrado con que ese sentimiento nacional se había
debilitado durante los cuarenta últimos años en beneficio del de las nacionalidades y regiones, muy especialmente
de Cataluña y el País Vasco. El nacionalismo español, por desgracia, goza hoy de
escasa influencia política, social y cultural. En este fenómeno del que
hablamos, ha sido más fácil canalizar el repliegue sobre las identidades regionales,
produciendo una fragmentación cultural, que convierte a las demás tribus en enemigos
potenciales a batir en la competencia por sobrevivir y tiende a romper los
lazos de solidaridad entre regiones, poniendo en peligro la misma convivencia.
Así, pues, hemos sufrido y sufrimos dos graves crisis simultáneas: la económica
y la territorial.
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