Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

martes, 30 de enero de 2018

LA OPINIÓN de Javier Pipó


La Azotea

LA VERDAD
30 de Enero 2017


       
        Pues esto no varía mucho porque sigue basculando entre lo mediocre y lo malo, entre el esperpento y el engendro. Y seguramente así podremos seguir las próximas temporadas porque ni hay proyecto colectivo capaz de ilusionar, ni se vislumbra tejido social sobreviviente al aplastamiento sistemático y concienzudo de los llamados guardianes del sistema; matarifes de cualquier veta de inteligencia creativa con capacidad de regenerar la conciencia social. De manera que esto pinta plano para mucho tiempo. Y eso supone transformar la sociedad en una esponja que se disolverá absorbiendo los últimos vestigios de luz y razón, dignidad colectiva y amor a la libertad.

        Escribo en la vigilia del abuso golpista catalán, no queda otro remedio. Desafuero que ya parece quedar acomodado a ser víspera permanente, perdiéndose la distinción entre lo que es noticia y pesadilla, entre hoy, ayer y mañana. No me digan que no tiene su miga histórica que unos tuercebotas de tres al cuarto puedan tener en jaque a un Estado poderoso según las estadísticas, moderno y democrático. Miren, estos golpistas se pitorrean a sus anchas de las instituciones del Estado porque aprovecharon su punto de máxima debilidad, cuando tras un metódico adoctrinamiento de masas permeables a las fantasías, incluso históricas, eran propicias para seguir a falsos y maliciosos profetas que les conducirían a tierras tan paradisíacas como imposibles. Y ello educando desde la escuela a la universidad, desde el púlpito a las vanguardias de la cultura retro. Profetas de la nada, amparados por una burguesía estúpida y suicida y una financiación generosa, en forma de latigazos presupuestarios o de privilegios intolerables. De manera que ya ganaron, porque lograron desasosegar al poder, desarticular determinadas instancias esenciales y desprestigiar al Estado soberano. Y ya se que eso no es nuevo porque ahí tienen sin ir más lejos a la ejemplar burguesía vasca, siempre enredada y expectante, con una sociedad ya educada en el desprecio a la Nación, pero exigente en el privilegio del cupo y a la espera del zarpazo servido por el populismo comunista, tan servicial con los crímenes del terrorismo cuya mitad aún permanecen en el silencio de la impunidad. Ojalá, la mayoría social y desde luego estas incorregibles y egoístas burguesías, entiendan que sus sueños, primero nacionalistas y luego secesionistas solo son posibles cabalgando a lomos del más rancio, reaccionario, anticuado y totalitario populismo comunista.

        De manera que en estas estamos, por si es posible parar la vergüenza, aunque sea con un ordenamiento jurídico blandito, interpretable hasta el aburrimiento y temeroso de los hachazos de una justicia europea que parece constituirse en la última palabra - por ejemplo en derechos humanos- restando independencia, credibilidad, solvencia y soberanía a un gigantesco sistema de instancias judiciales nacionales y a su garantista, hasta la inutilidad, sistema procesal. Pues son los que mejor están trabajando y dando la cara ante el desaguisado. Y desde luego el Rey, sin duda, estadista consumado y reconocido, para desesperación de la insidia comunista que no encuentra mamarrachadas más solemnes que las vomitadas por Iglesias cuando menciona la Corona y a su muy digno y patriota titular.

        Pero ellos no trabajan para las próximas elecciones, que desprecian, sino para un futuro de su modelo no caducado y ahora centenario que siempre triunfa, apoyado en una opinión pública continuamente adoctrinada en el desprecio a la libertad y el amor al gregarismo colectivo, pastoreado por un Estado dirigido por una vanguardia de iluminados. Ahí tienen como nuevo triunfo espectacular, la Proposición de Ley presentada por el grupo parlamentario socialista, para la reforma de la Ley 52/2007 de la llamada Memoria Histórica. Detrás de ella el inefable Sancheiglesias, mayordomo distinguido del líder populista de Podemos, insatisfecho del resultado de la Ley anterior obra de ese felón histórico, bobo de Estado, que le precedió en el mandato del Partido.

        Quizá no sea momento de comentar el horror facilón y el error incorregible contenidos en 31 páginas del BO del CD. Solamente apuntaría la seguridad en que nadie sensato sería capaz de no amparar el derecho de las víctimas al reconocimiento y reparación colectiva por los crímenes realizados desde el poder, a su amparo o desde su incapacidad para identificar a los autores y reprochar penalmente sus conductas. Pero el catálogo de preceptos incomprensibles, llenos de sectarismo odioso, cuando no de revancha del que cree poder corregir la historia entre cuarenta y ochenta años después, únicamente crea animadversión y oposición radical a tan grave atentado al Estado de Derecho constituido.  

        Intolerable que nuestra democracia consienta la constitución de una Comisión de la Verdad, con nada menos que autonomía presupuestaria cuando la de los órganos constitucionales es limitada; formada por once “miembros de reconocido prestigio” que incluye en su conformación el “enfoque diferencial y de género” y capaz de remitir a las autoridades judiciales el fruto de sus averiguaciones. Y claro se establece un duro régimen sancionador y una adecuada modificación de la LO 10/95 del Código Penal, añadiendo un artículo 510 bis que hiela el corazón. Ya ven el riesgo que supone alabar el Sistema de Seguridad Social establecido en 1963, o el generosísimo y exigente sistema de becas establecido por el PIO: se convertirá en elogio del franquismo, peligroso y reprochable penalmente. Porque víctima es persona que haya sufrido incluso “sufrimiento emocional” desde 1936 hasta el 29 de Diciembre de 1978, a causa del franquismo, naturalmente, excluida ETA, naturalmente. Y tiene la extrema izquierda totalitaria de la Propuesta, el valor de definir la Justicia Restaurativa o la verdad de su artículo 2. Pobre España, tan feliz con su llegada a tan altas cotas de bienestar y de nuevo la conducen más allá de la verdad, al abismo de la posverdad. Al 1984 orweliano de la política posfactual. Una nueva era en que la libertad, para qué?        

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