Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

domingo, 12 de noviembre de 2017

La Opinión de Javier Pipó

La Azotea


EL TRIÁNGULO

12 de Noviembre 2017


        Decía Joaquin Costa, con verdad, que el que tiene la llave del estómago tiene la llave de la conciencia. Y algo de ello debieron pensar estos histriónicos patriotas del 3% cuando llegado el momento de rendir cuentas de alguna de sus fechorías prefieren aguardar mejor momento - al fin el nacionalismo no pasa de estado de ánimo – para encontrar una ruta que conduzca desde la nación sin Estado al Estado nación: un territorio, un pueblo, un caudillo; aunque el pobre Puigdemont, perdido hasta el caudillaje se exilie de cantamañanas en Bruselas.

        Pero el mundo nunca será seguro para la democracia, tal como advertía Chesterton y menos en Europa, a pesar de estos más de setenta años de paz y libertad donde el consenso socialdemócrata logró sustituir el obrerismo por el hedonismo en sociedades de la abundancia, el descreimiento, el nihilismo y el relativismo, con renuncia hasta de sus raices cristianas. Así, lograron los mercaderes derrotar a los filósofos, pero pronto aquellos se debatirán nuevamente entre fascistas y comunistas; mismos collares para distintos perros con el mismo amo: el Estado. Ya veremos si unos y otros y los de más allá, no sucumben ante la invasión silenciosa del dogmatismo teocrático islamista. Es el desolador panorama europeo que ya perdió hasta el paraguas yanqui para pasar a objeto de deseo ruso y asiático.

        Y España? Pues tras cuarenta años de prosperidad y democracia también como Europa, y tan perdida como ella en principios y valores, de nuevo replanteándose su propia esencia como Nación en una carrera alocada de vaciamiento inconsciente del Estado, armazón indispensable de aquella. Viviendo una cesión constante de soberanía en aras, por una parte, del supranacionalismo europeo y de otra, del encogimiento ante los ataques continuados y sin fin de los nacionalismos periféricos y reaccionarios que van consiguiendo sucesivos y profundos procesos descentralizadores que ponen en solfa el Estado-Nación para pederse en desdibujadas e imprecisas formas multinacionales – como pretende Sancheiglesias- poliétnicas o posnacionales. Un desastre cuyos efectos comenzarán a sentirse incluso con anterioridad a la consolidación del disparate.

        Es verdad que el modelo de Estado difícil y a duras penas diseñado en la Constitución, está inmerso en crisis de solvencia de carácter irreversible porque su raíz es estructural. Pero el régimen del 78 que trajo a esta atormentada Nación los mejores, más productivos y densos años, de los últimos quinientos, donde el progreso, la libertad y la democracia han florecido quizá como en ningún rincón de occidente, no puede quedar al albur de una clase política carente de los atributos de virtud, necesidad y fortuna que Maquiavelo exigía de los gobernantes; dirigentes prescindibles, ambiciosos y sin escrúpulos donde abundan los tuertos y el ciego resulta revolucionario. Sin embargo parece que el proceso está en marcha. Y también imparable porque la operación es de envergadura, ya digo y reitero, quizá a tres bandas, donde la Constitución es el obstáculo a derribar o cuando menos a desfigurar de tal manera que resulte irreconocible, incluso para quienes juramos cumplirla y defenderla y nos cupo el honor inmenso de transmitir su espíritu y contenido a nuevas generaciones de servidores públicos.

      Ya digo, el alambicado pero protector y prudente procedimiento de reforma constitucional, previsto en el Titulo X, no será barrera para su modificación. Ya se está diseñando un procedimiento que aligere a tope tanto impedimento de quienes pusieron la Constitución al servicio del neoliberalismo capitalista, opresor y franquista. Y claro, aún no siendo la Corona titular de un Poder del Estado, salvo que se entienda por este – como dice Jorge de Esteban- un Poder Moderador, descrito en el artículo 56, “arbitrando y moderando el funcionamiento de las instituciones”, se intentará desaparezca de la definición de forma política del Estado que dice el artículo 1,3. Intentarán pues convencer a la mayoría que lo representado por la Monarquía no pasa de imposición de la dictadura y los poderes económicos. Con razón decía Augusto Comte que la monarquía constitucional y parlamentaria es forma precaria, como solución provisional previa a la república. Un cambio más de los muchos que se esperan para tratar de subsanar los errores de la distribución territorial del poder. Y aunque mal, lo expresa esa calamidad con forma de Ministro de Exteriores de España, cuando habla de  la necesidad de cambiar la CE para acomodar las aspiraciones de parte de los catalanes. Preciosismo diplomático. Pero es mucho más que el quiste catalán porque otros territorios esperan sumarse a uno de los vértices del triángulo, incluso los que confían en  un cambio de sistema.

        Pero no crean, la parodia del process ha terminado en chascarrillo, tras burlarse del Estado, sus instituciones y poderes. Y el papel del Gobierno con su aplicación flipante del 155, pues adecuada para no irritar a los socios que se adivinan. Ya lo dice otro estadista como Zoido: “no es el día para caer en provocaciones”. De manera que para la historia queda cómo la impunidad de los golpistas no puede incitar a que la fuerza del Estado en defensa del orden constitucional, se use como respuesta a tan insignificante provocación. Debería deducirse que la urgencia en convocar elecciones – para nada previstas en el citado artículo- cuyo resultado resulta previsible, es la excusa perfecta para intentar un cambio de Constitución y si se puede, de sistema, también urgente. Los tuercebotas en prisión o huidos, un mero instrumento; siempre nos queda la amnistía. Sigo a Tocqueville en que nada es más duro que el aprendizaje de la libertad.        

  

No hay comentarios:

Publicar un comentario