Artículo que será
publicado en el diario “Última Hora” de Mallorca el sábado día 7 de Octubre
LA
ENCERRONA
Julián
Delgado. Escritor
Conviene valorar con rigor la actuación policial del 1-O. La
policía recibió un mandato judicial que era una misión imposible: evitar la
votación en el Referéndum sin alterar la
vida social. Me explicaré. En este tipo de operaciones, antes de diseñar el
despliegue, se debe estudiar la situación: espacio en el que se va a
desarrollar, la multitud que se va a encontrar y los medios de que se dispone.
Nos centraremos en las dos últimas.
Una
buena parte de la sociedad catalana está en abierta rebeldía, dirigidos y
estimulados por el poder político, donde participan desde la Universidad,
asociaciones civiles varias, OC, ANC, la CUP, sindicatos… Están dirigidos por
agitadores profesionales curtidos en una larga experiencia durante estos
últimos años, a los que se añadieron grupos de vascos y extranjeros
incorporados a última hora. La multitud era, cuando menos, hostil, inflamada de
pasión identitaria, unida y cohesionada por un hilo de encendida emoción; entrenada
en organizarse en grandes manifestaciones, capaz de cambiar de posición y de
objetivo sobre la marcha si fuera necesario, como consecuencia de la fácil
comunicación de sus dirigentes. Una multitud que activamente impidió la acción
policial, amenazante (los policías tuvieron que replegarse ante el acoso de los
manifestantes) y, en ocasiones, agresivas (431agentes heridos).
No
se tuvo esto en cuenta para establecer los medios, que fueron ridículos. La
concentración en las puertas de algunos colegios pudo sumar varios miles de
personas, a las que se enfrentaban 50 agentes. En semejante situación, ninguna
policía europea hubiera enviado menos de 400. En estas circunstancias de
inferioridad es cuando se producen situaciones de riesgo para los policías y es
más fácil que surjan los conflictos.
La violencia legítima de la actuación policial en defensa de la
ley no fue lo oportuna que exigen los principios de actuación debido a la
traición de los Mossos que actuaron
como policía política, guardia
pretoriana de la Generalitat, vigilantes privados de su patrón.
Presos en una encerrona por la torpeza de
su dirección, corrieron un grave riesgo y fracasaron en su misión. Pero su
comportamiento fue valiente, proporcionado
y congruente.
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