Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

jueves, 26 de octubre de 2017

La Opinión de Javier Pipó

La Azotea

DESPUÉS DEL JUEVES
26 de octubre 2017

       
        Pues ya digo, el sainete catalán entre cómico y dramático, es en efecto un intermedio desde la representación constitucional del 78 - que entre trancas y barrancas hizo del paisaje español un paraíso de progreso y prosperidad equiparable a los más avanzados del mundo- al bodrio infame que nos preparan para salir del atolladero en que ellos mismos nos metieron por cobardía, traición y huida de la decencia pública.

        De manera que el Gobierno de España necesita la bendición de un cantamañanas de la política, gamberro institucional como Sancheiglesias; de la venida en tromba de gerifaltes europeos; del llamamiento del Rey al filo de los deberes de su Corona en riesgo o de la salida masiva de ciudadanos a las calles de las ciudades en busca del arca perdida y de los valientes empresarios a otras ciudades de España cuando ven peligrar la subvención al acercarse la subversión, para que terminen la reunión y decidan, dando un grito desgarrador de, ahí va el artículo 155 de la Constitución. Y el grito se contiene en los 19 folios del Acuerdo del Consejo de Ministros del día 21 de Octubre. Y todos respiramos tranquilos porque al fin nuestro Gobierno que mayormente juró defender, cumplir y hacer cumplir la Constitución, sería fiel a su juramento y a los españoles; los que lo votaron y los que no.

        Pero Don Mariano ya nos pareció el día anterior como ido, desplazado en aquél escenario del Campoamor, poeta del realismo literario español, isabelino y conservador como él, creo. Porque ante el alarde verbal del Rey o los contenidos exultantes y europeístas, democráticos y alentadores de los líderes europeos, el ánimo del Presidente parecía bascular entre el subidón por lo que firmaría al día siguiente y la esperanza en que su segunda, Doña Soraya, Abogada de Estado a ratos, le diera oportunidad de aflojar los cinco grupos de medidas por aprobar. Ojalá – quizá meditaba- pudiera encontrar la fórmula de aplicar un 155 light que fuese capaz de contentar a los propios separatistas, como a nacionalistas cercanos a la rebelión, llámense vascos, gallegos, valencianos o los otrora moderados catalanes, y desde luego al socialismo de ida y vuelta que un tal Sánchez pasea por los medios en función del día.

        ¿Y lo han conseguido unos y otros? Pues miren, el Gobierno ponernos contentos un rato pensando que al menos teníamos un equipo de valientes, capaz de salir de los pliegues de las puñetas judiciales. Los separatistas de aquí y de allí plenamente, porque han puesto patas arriba el Estado, con insultos y desprestigio internacional, sabiéndose fuertes con el apoyo de los comunistas de dentro y de fuera, incluidos algún robaperas de la ONU y aledaños. Los socialistas largocaballeristas, catalanes o no, capitaneados por un tonto útil de postín como Sánchez, dando tumbos de zascandiles sin saber qué decir, ni cuándo, pero muy contentos con sus sucesivas aportaciones a eso de la nación de naciones. Y claro, queda la parte no encanallada de la sociedad, sin más recurso que salir del estruendoso silencio a mostrar su presencia con contundencia, reivindicando quedar liberada del peso insoportable de la idiocia en que se convirtió la vida política nacional.

        Pero enseguida descubrió el Gobierno que la solución para no hacer nada era conseguir que el M.H. President convocara elecciones. Y eso se convirtió en principio a expandir. Ahí tienen a la Portavoz socialista en el CD- magistrada ella- diciendo que de convocarse elecciones carecería de sentido la aplicación excepcional del artículo 155 de la CE; como si la excepcionalidad no estuviera en el asalto al orden constitucional y no en la aplicación ordinaria del Texto Constitucional. Pero como aún no se sabe si Cataluña es independiente por “declaración” no declarada o por “proclamación” no proclamada o por manifiesto de los abajofirmantes o porque lo diga o no lo diga su Presidente, pues resulta temerario adoptar medidas tajantes que luego se pueden mostrar indebidas. Un lío, un follón. Entonces inventan invitarlo al Senado por si tiene algo que decir, o que reprochar o para permitirle dar un mitin histórico insoportable o incluso alguna alegación de arrepentimiento; porque puede rectificar, ya ven. Y a estas alturas les rechaza ir por aquello de ir para nada; y los deja reunidos a los pobres. Y claro, inocentemente cualquiera se pregunta si las elecciones en Cataluña pueden hacer avanzar el desaguisado en alguna dirección. Y no lo parece ni lo cree nadie porque el resultado puede ser el mismo de las anteriores o peor para los intereses nacionales, porque no siempre la mayoría lleva razón.

        Pues nada a perseverar en este espectáculo tragicómico con dos salidas convergentes. Si se proclama la independencia o así, pues a preparar la cartera nacional para aplastarla en dinero y privilegios. Y si casi no se declara, pues a preparar la misma cartera para inundarla de afectuosos privilegios, en este caso negociados. Y las demás Comunidades a verlas venir en tensión insoportable, reclamando eso de la solidaridad interterritorial y la igualdad de los españoles en el territorio nacional; o la independencia modelo catalán, para las aspirantes que no son pocas. Otro lío, otro follón. Y como la Constitución apenas está vigente y mucho menos en Cataluña de donde el Estado desapareció hace años, pues se cambia la Constitución. Al fin es una Constitución franquista al servicio de la oligarquía neoliberal y contraria a los intereses de la clase trabajadora. Y para ello no hará falta el alambicado procedimiento previsto en el artículo 166 y siguientes de la vieja Constitución del 78. Con el resultado favorable de unas muy próximas Elecciones Generales, se podrá chapucear la reforma siguiendo la puerta abierta por la reforma del artículo 135, ahora hizo seis años. Un primor de constitucionalismo el que nos espera. Al final, quizá lo único cierto es que tras el jueves llegó el viernes. O sea.         


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