Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

lunes, 16 de octubre de 2017

LA Opinión de Javier Pipó

La Azotea

HASTA EL JUEVES
16 de Octubre 2017

       
        Es verdad son días de una información/desinformación abrumadora y como resultado, la mayoría no encanallada de esta Nación está saturada de mensajes contradictorios, análisis interesados y sesudas teorías sobre lo que ahora parece viene a chapucear una situación tan indescriptible como insostenible. Por eso poco puede aportar este opinador aficionado que desde hace algunos años viene predicando en el desierto de la insignificancia, sobre la descomposición de un modelo tan artificial como vulnerable que ahora hace aguas por casi todo su perímetro, entre los lloros de plañideras falsas, inoportunas y desubicadas.

        Miren, el pròcess está resultando previsible para cualquier observador incluso no experto; ridículo pero eficaz en su resonancia nacional e internacional y demencial en las consecuencias que comenzarán su afloramiento incluso en el corto plazo. Claro, está conducido por bandidos, actuando en la más completa impunidad, sin detener, sin juzgar por las fechorías anteriores, de años, y revestidos por elección directa de un pueblo que debidamente adoctrinado se comporta en sus decisiones de forma aborregada y suicida. Es el declive de una democracia de la que ya no queda ni el sistema de representación – necesario pero en absoluto suficiente en las democracias liberales occidentales- capaz de llevar al poder a personajes como Hitler para luego lamentar la instauración de un totalitarismo arrasador. Ya ven la parodia del referéndum cuyo resultado triunfante era conocido incluso antes de su convocatoria o su innecesariedad, también sabida por quienes lo montaron para proclamar la secesión; como tampoco se necesita el Parlament, ni los Diputados reunidos en Asamblea. Es decir, es la rebelión contra el Estado desde el Estado mismo con su representante al frente, en una alocada carrera por llegar a constituirse en poder constituyente, derribando, ridiculizando y mofándose del poder constituido. Y además, exigiendo la financiación dialogada del proceso hasta la culminación, con uso descarado de sus Instituciones y su formalismo jurídico. Una vergüenza nacional; un desafuero a estudiar detenidamente por politólogos, expertos en sociología política y servir para la investigación de la ciencia política y de tesis en las doctorales futuras de amantes de la Historia de España.

        Pero no crean que terminó. La obra dramática en varios y variados actos que viene desarrollándose durante los últimos años en Cataluña y España, puede terminar en sainete y no precisamente jocoso. Y será como siempre a nuestro cargo, a cargo de la mayoría silenciosa, hace tiempo silenciada, por una clase política voraz y corrupta, ambiciosa, torpe e ignorante hasta la náusea. ¿O acaso alguien sesudo puede entender el galimatías en que ha convertido el Gobierno de la Nación el exigible reproche – desde luego penal- a cuantos han participado en el golpe sedicioso contra el orden constitucional? Pues ahí tienen a la Abogada del Estado en funciones de Vicepresidenta diciendo que si en 72 horas no se vuelve a la normalidad se verán obligados a aplicar la Constitución. Es como si aplicar la Constitución fuera el castigo necesario contra los golpistas. Y eso tras preguntarles, en escenas que quizá Gila habría bordado con mayor preciosismo, si ya dieron el golpe; y nada de perífrasis: sí o no. Estos del Gobierno lo quieren muy clarito porque si no se lían y no aciertan en lo que realmente interesa a los españoles. Y claro, Puigdemont se puso perifrástico y tuvieron que ampliarle el plazo. Y los Pujol y Mas en la calle y Trapero que le dice a la Audiencia Nacional que puede declarar – si quiere- con pistola o sin ella, aunque eso sí, le retiran el pasaporte. Y el ridículo se internacionalizó. Y la prima de riesgo aumentó; y el PIB disminuyó. Y esperando hasta el jueves, aunque no sepamos de qué semana.

        A uno asiste el derecho a preguntarse si los golpistas catalanes no estuvieran dirigidos por comunistas, los más harapientos y miserables de Occidente, sino por la pujante extrema derecha de corte fascista que comienza a enseñorear Europa, se habría tenido la consideración de exquisitez democrática para taponar la brecha. Si habría gozado de la equidistancia milimétrica con los planteamientos de los sediciosos; si habrían surgido tanto cantamañanas internacional y nacional en defensa del diálogo sin palabras que se exige del Gobierno de la Nación. Si se habría evitado la presencia constitucional del Ejército o se habría mantenido acantonada la varias veces milenaria Fuerza de Orden Público. Por supuesto que no. Porque se acepta que el modelo de dictadura comunista es moralmente superior al de la dictadura fascista; como si al que la sufre no le resultara indiferente; como si los asesinados por unos y otros tuvieran comparación numérica o el tiempo de permanencia de ambos sistemas, dañando el progreso y la libertad fueran equiparables. Es igual porque a partir de ahora, sin esperar al jueves, la puerta de la rebelión se abre para el Pais Vasco, Galicia o el resto de los países catalanes. Es cuestión de tiempo y desgobierno.                      

        Y dejaremos para después del jueves el comentario sobre el diálogo negociado a punto de comenzar, sobre la reforma constitucional que se pretende, con Iglesias como artista invitado y su ayudante de dirección Sancheiglesias como aspirante a estadista posmoderno. Recuerden el Titulo X de la Constitución vigente y queden preparados para asistir a su actualización, permitiendo una constituyente mejor adaptada a los felices años veinte, del siglo XXI. Ya está bien de Constitución del 78. Después del jueves.



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