Tribuna abierta de opinión

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jueves, 23 de marzo de 2017

LA OPINIÓN DE JULIÁN DELGADO

Artículo que será publicado el día 25 de Marzo en el Diario “Última Hora” de Mallorca

LA TANGANA de ALARÓ
Julián Delgado. Escritor


      La violencia es una de las dimensiones humanas más estudiadas por los etólogos y expertos en diferentes disciplinas. Hay bastante consenso en que la violencia es natural y necesaria porque, al ser imprescindible para la supervivencia de los animales, forma parte  inevitablemente del ser humano.  
     Toynbee afirma que el Estado posmoderno con su objetivo de universalidad e igualdad se legitima ante los ciudadanos presentándose como pacificador total. Evita el uso de la fuerza legítima y persigue en su ámbito cualquier tipo de violencia. ¿Se acaba así con la violencia individual? Señalan algunos que, desde que el poder ha proscrito la violencia física de la esfera social, la que ejercían los profesores la practican los alumnos, desde que la eliminación de la violencia machista es un objetivo político, ésta no para de incrementarse, la violencia que antaño generaba la lucha de clases ha pasado a ser realizada por  bandas juveniles.
     Esta violencia de las sociedades posmodernas parece el último refugio del individualismo. Al no disponer de cauces para poder ejercerla de modo simbólico, la violencia se reprime y el individuo puede llegar a desplegarla ciegamente. La sensación de hallarse a la deriva, dice Toynbee, es una tribulación que aflige al hombre en una época de desintegración social. El Estado posmoderno deja atrás formas milenarias de identificación colectiva y otras creadas por el Estado moderno: objetivos cívicos, historias gloriosas y héroes, himnos y banderas, ritos y otras señas de identidad. Solo así se conseguirá huir de la tribu e identificarse con toda la humanidad: vaciándose de sus contenidos particulares y generando una artificiosa igualdad. Las milenarias almas de los pueblos son sustituidas por una artificial conciencia colectiva dominada simbólicamente por el Estado.

     ¿Justifican estas reflexiones el bárbaro comportamiento de los padres de los niños que juagaban al fútbol en Alaró? En absoluto, solo intentan buscar explicación al porqué de las explosiones de violencia del hombre cuando éste se halla a la deriva. Y, en el peor de los casos, esos padres nos muestran que todos los esfuerzos que hemos realizado por superar nuestros instintos más primitivos han fracasado.

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