Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

miércoles, 8 de marzo de 2017

La Opinión de Javier Pipó.

La Azotea

LA REBELIÓN NACIONALISTA
8 de Marzo 2017


    De manera que los españoles quedamos avisados sobre la inminencia de golpe de Estado, o al Estado, que desde hace años viene gestándose en Cataluña. El aviso es claro, contundente. Comenzaran a emitir normas basura hasta la expulsión definitiva del territorio de cualquier vestigio de soberanía española. Y es igual si eso se hace en legalidad constitucional o no, contando con el ordenamiento jurídico general o no, en el respeto a los reglamentos parlamentarios de una democracia o no. El fin de lograr una situación similar al secesionismo, bien merece la pena como intento logrado de agitar los bajos instintos colectivos. Seguramente terminará arrancando una reacción estúpida del Gobierno de la Nación y el consiguiente caos institucional, con desprestigio ante lo que queda de mundo liberal y de democracia parlamentaria representativa. Tendrá su eco, dentro y fuera y rendimiento político y seguramente económico. Sin duda. De hecho las alforjas necesarias para luchar contra el Estado ya las llenó de euros el populismo insoportable de un tal Montoro. Y adiestrados ya están en la burla constante e irritante de las sentencias exquisitas de los Tribunales de justicia, incluido el Constitucional, y de los pijodictámenes de la Abogacía del Estado. Así que todo en marcha y a esperar con alborozo el siguiente movimiento del Estado, seguramente tan torpe e inútil como el anterior y los anteriores al anterior.

    Y el momento, no puede ser mejor. Fíjense, Europa, tras setenta años de construcción de un sueño algo etnocentrista, pero sueño de hermosa utopía, va y se plantea dos velocidades como camino seguro a la destrucción de un agitado despertar claramente relativista. Ahí tienen los restos del núcleo duro de la Unión, convertido en mantequilla blandita, de fácil untar. No sé si alguien sensato se cree los cuentocuentas de un Hollande fracasado y a la espera de su jubilación anticipada; una Merkel de capa caída en la esperanza de una Thatcher continental; Gentiloni en la sala de espera de los interinos, como cualquier líder italiano o un Rajoy que como siga dormido le montaran una moción de censura, antes de que él pueda anunciar elecciones anticipadas. Y en esas, media Europa suspira por deshacer el entuerto, que llegaba incluso a la pretensión de integrar Turquía, cuando la mitad de su población ya asentó la sharia en Alemania y Francia. Y claro, ahora el radicalismo de extrema derecha– cuando no el nazifascismo- intenta emular la expulsión de los moriscos ordenada por Felipe III en 1609, por temor a una segura colaboración entre estos y el Imperio otomano. La historia casi siempre se repite aunque ahora será mucho más trágica; porque ya no existirá el paraguas yanqui, bastante entretenido en aliviar sus fronteras de la invasión del mejor populismo latinoamericano. Y además, ¿cuantos países forman la UE? ¿27 o 28? ¿Y cuántos esperan su ingreso? pues otros cinco. Y dos más, como Bosnia y Kosovo que lo desean y se preparan para la candidatura. De manera que Cataluña no desentonaría sino que más bien le daría cachet a esta ruina europea con su solvencia económica, científica, técnica y cultural; aunque ahora, estos trincones y corruptos nacionalistas la hayan colocado en el abismo de la ruina colectiva.

    España, que ojalá pudiera en estos momentos estar dedicando sus esfuerzos colectivos a consolidar la recuperación económica; iniciar un movimiento regenerador de la sociedad y las instituciones y estructurar un sistema educativo integral basado en valores sólidos, con raíces en el humanismo cristiano, se agota en lucha canallesca, insolidaria y estúpida de odio y resentimiento en dos mitades irreconciliables e irreconocibles. A nosotros, mayoría silenciosa y silenciada, nos queda asistir perplejos e impotentes a que la cuestión catalana, seguida de la vasca a la espera, prosiga enfrentando a las familias – merece la pena leer el espeluznante relato de Aramburu en Patria-  y a la sociedad completa, incluida la española y sus instituciones, impidiendo salir de la crisis moral y social por la incertidumbre existente, la falta de confianza y la seguridad jurídica necesaria para no perder el prestigio ante los inversores y el capital extranjero. Seguramente una tragedia en ciernes.

    Basta ya de autoengaño y buenismo institucional, tan falsamente democrático como estéril. La Nación española tiene dos enemigos potentes e insaciables hasta la consecución de sus objetivos. El primero es el referido nacionalismo en rebelión. Descarado y corrupto en Cataluña que requerirá mucho más que diálogo y comprensión. Ahora tímidamente se comienza a mencionar la imposición del artículo 155 de la CE – que ya solicitábamos en La Azotea hace tres años- evitando citar el código penal como refuerzo imprescindible. Nos quedan horas amargas. Y ya me dirán por dónde anda el nacionalismo nada moderado vasco, ahora en tregua de una guerra cruel y sangrienta que no cesa en su radicalidad, seguramente preparándose para una nueva fase de conflicto terrorista. En ambos casos, la huida de una burguesía cobarde, egoísta y corrupta que ahora se hunde tras traer y amparar la desestabilización nacional. Pero también la huida de un Estado enfermo, pilotado por personajes mediocres y nada patriotas que permitió el adoctrinamiento de casi tres generaciones en el odio a la Nación. Y desde luego, una intelectualidad sin perspectiva histórica, tan miope como una Iglesia desorientada y sin memoria que hizo y hace de cobertura desde los púlpitos de clérigos ubicados en el siglo XVI. El segundo enemigo interior es el populismo comunista que no cesa de enseñar sus fauces totalitarias, dispuesto a transformar la democracia representativa y parlamentaria en un movimiento asambleario de masas fanatizadas por iluminados y dirigidas por una vanguardia de santones revolucionarios, desarrapados y hambrientos de poder. Y lo alcanzarán si una burguesía joven e instalada le continúa prestando apoyo demencial en las urnas, como hace  83 años ocurrió con Hitler. Es la marea roja del sur de Europa que careciendo, afortunadamente o no, de una contrafuerza de extrema derecha, confrontará con la intransigencia radical de otra casi media. Pero por ahora, bastante tenemos con la rebelión nacionalista.

      

No hay comentarios:

Publicar un comentario