Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

jueves, 23 de marzo de 2017

LA OPINIÓN DE JAVIER PIPÓ.

LA AZOTEA

PAISAJE Y PAISANJE (y II)
24 de Marzo 2017


    Es verdad que el paisaje está resultando algo agobiante y el paisanaje inquieto, con brotes de violencia cerril por cuestiones incluso ajenas a la crisis de sistema en que nos movemos. Y claro, la clase política que intenta representar tan variopinto escenario, en modo alguno pretende desentonar del entorno. Por eso convivimos y nos dejamos conducir por políticos en gran parte invalidados por su falta de lealtad al sistema, de patriotismo, preparación y con tendencia excesiva al expolio y saqueo de lo público.

    Repasando así por encima, encontraremos una fauna que hubiese resultado imposible, simplemente hace veinticinco años. Es clase degrada que ahora alcanza la plenitud de su ocaso. Los nacionalistas, por ejemplo, están en lo suyo que no es lo nuestro. Se han convertido en enemigos declarados del sistema y de la Nación. Desde el catalanismo saqueador y corrupto – muy adelantado en su voluntad secesionista, casi imparable- al cínico e hipócrita nacionalismo vasco, en su mitad podrido por la violencia asesina y a la espera de nueva oportunidad que se presentará sin dudarlo, a la vista de la flojura de un Estado inútil, tan blando y grasiento como la mantequilla. Ambos, parece incluso comienzan a recoger los frutos de una judicatura acobardada que se niega con descaro a aplicar el constitucionalismo a defender, jugándose si fuese necesario sus albas e inmaculadas puñetas. Algunos fundamentos de la STSJ Cataluña sobre el referéndum, avergonzaría a un estudiante de 1º de Derecho Político. Pero esperen y verán lo que nos costará en impuestos el cuchicheo con el finolis Urkullu/Ortuzar o el intentar mantener a raya financiera a los traidores del 4%.

    Aquí asistimos a un desplazamiento sin fin de las fuerzas constitucionalistas hacia el abismo que les prepara y nos prepara el populismo macarra y neocomunista de Podemos. Los únicos que saben dónde quieren ir - salvando la dialéctica nacionalista - y cuál el camino gramsciano para llegar. Al insensato Sánchez sabemos cómo le fascina la negra coleta de Iglesias, aunque caiga deglutido en su aparato digestivo hasta la insignificancia de tan orgulloso personaje y la facción de Partido que le sigue como disciplinado rebaño; pero ojo porque es muy posible que el bando sea mayoritario. Y menos mal que en esto, como salvadora de la socialdemocracia, apoyada por el aparato y la vieja y brillante generación de estadistas de la Transición, aparece Susana ante el vacío de banquillo y de ideas útiles para la gobernación. Tan radical como Sanchiglesias, tan escasa de conocimientos necesarios como él, pero al menos defiende la Constitución, la Nación y el progreso, aunque no sepa cómo. Ella, con Pedrosanchez, es la otra cara de la misma moneda ZP: la buena y la mala, la herencia de una etapa tóxica y corrosiva para el patrimonio nacional. Pero el viejo y astuto aparato sabe que Susanaperon quiere ganar elecciones y cómo hacerlo: transmitiendo emociones, sentimientos, pero no ideas porque los resultados son más efectivos que las ideas. Ella es ruinosa como gestora y se conforma con la primera simpleza de Kantsky cuando escribía que la socialdemocracia es un partido revolucionario, no un partido que hace la revolución. Pues ya está ¿por qué no? Y como soy travieso incorregible, me quedo con el politólogo polaco Przeworski y para rematar digo: ya verán cómo Susana es “pluriclasista atrapalotodo”; pero ojalá gane.

     Y claro, ante panorama tan inquieto, el desubicado Rivera continua sin encontrar qué título llevar a su tarjeta de visita, porque aquello de liberal progresista y el guiñol de Cádiz, no pasa de actividades de simpatía recreativa. Todo un espectáculo, como en Andalucía, camino de la izquierda, por si pudiera pactar con una socialdemócrata paratodo, como Susana. Ya ven. Y nuestro Presidente observando los vaivenes de C´s y el espacio que pudieran dejar unos y otros en el centro izquierda. Pero tanto trecho, le descubre huecos inmensos sin cubrir que agitarán la impaciencia de la mayoría silenciosa. Casi me conformo con, al menos, aparezca su talla de estadista en la tragedia nacionalista.

    Por eso, hablar del paisanaje que se contempla desde La Azotea, con dolor hasta de ojos - seguramente cuestión de estética- dará como resultado un relato tan atosigante como descorazonador. Pero describir el paisaje sombrío, conseguido tras empeño feroz por lograr el retroprogreso, podría resultar fascinante pero cansino. Ya sé, el progreso, como creación de riqueza y bienestar que se deriva, no hay quien lo discuta, nadie sensato naturalmente. Pero me refiero y me interesa no tanto el PIB, que también, como la consecución de una sociedad distinta, con ciudadanos amantes sí, de la libertad, pero no menos de la moral social. Ciudadanos dispuestos a someterse a un código de conducta individual y colectivo, donde prime el respeto a la ley, que es tanto como la observancia de las reglas de convivencia pacífica y atenta con el derecho de los demás. Y ello, solo habría sido posible mediante un sistema educativo profundo, integral en valores y principios de nuestra tradición europea y cristiana, tutelado por un Estado fuerte, con auctoritas, potestas e imperium y que en nuestro tiempo resulta exigible y derivado de la legitimidad y legalidad democráticas.


    Nada de ello divisamos. Más bien una sociedad polarizada,  implacable por mitades; que vive entusiasmada en el relativismo como conducta políticamente correcta; paganizada; con sectores cada vez más amplios guiados por el odio y el resentimiento. Y un Estado debilitado hasta la inacción, incapaz de sostener sus poderes, incapaz de hacer cumplir sus propias leyes, incapaz de hacerse respetar ni siquiera en la unidad que lo define ni en la observancia a los tres valores superiores que enumera en bellísima utopía el artículo primero de su Constitución. Pues eso.     

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