La Azotea
AIRES BORRASCOSOS
1 de Febrero 2017
Menudo papelón tenemos los comentaristas no profesionales que
además andamos alejados de los medios tradicionales de comunicación, como
opción o como castigo, que es mi caso. Y lo digo por nuestra soledad en defensa
de unas cuantas ideas, otrora unidas a una sólida ideología. Claro, el
trumpismo nos sorprendió en paños menores y su estúpida fuerza nos arrastra
hacia atrás, como si el progreso hubiese sufrido un parón, como si casi
trescientos años de avance en la libertad, la democracia y la igualdad se
hubiesen detenido. Estos días sufrimos lo más parecido al mejor homenaje a los
cien años de la oprobiosa revolución rusa o a los ahora justamente ochenta y
cuatro del nombramiento del genocida Hitler como canciller de Alemania. Porque
parece todo como cercano y presente en boca maloliente de tanto agente del
agitprog, como la pobre Carmena, esa nueva Doña Croqueta pero en progre, con
derecho a comparar a Trump con Hitler, olvidando los horrores del holocausto
comunista que por algún momento nos hace sentir algo así como arrinconados, en
actitud vergonzante. Pues no.
De ninguna manera estoy dispuesto a aceptar a Trump como
representante de nada, más que de sí mismo; para nada como corriente desbocada
del liberalismo, ni siquiera del capitalismo, mucho menos del nazismo. Es
bocanada degradada, autoritaria, superficial, malévola, de un sistema grandioso
que ha escrito las páginas más hermosas de la historia contemporánea en defensa
del constitucionalismo democrático y la defensa de los valores que dieron vida
y años al Texto de 1787, reflejo de los
padres fundadores que en tantos aspectos ha superado a la vieja Europa, a pesar
de hacerse con su rebose, como irónicamente observaba Ortega. Pero cuando se
repasa el festival de disparates, exageraciones, representaciones y cinismos
con que los medios de comunicación izquierdistas que son casi todos, se rasgan
las vestiduras ante el bocazas Trump, uno que es mucho más modesto en sus
manifestaciones y corto en sus emociones, recela. Recela y mucho porque de
siempre acostumbré a que la posición del comunismo y en general del
izquierdismo radical, me sirviera de guía para fijar mi propia posición ante
los hechos y las advertencias de tan peligrosos profetas. De manera que
consideré como interés propio lo contrario de lo predicado por ellos como
exigible. Haría lo mismo con el radicalismo de derechas o mejor decir,
fascismo; pero agraciadamente desde la muerte de Franco hubo una única
pincelada a cargo del histriónico Piñar, pasado con más pena que gloria.
¿Por qué grita pues Europa? Acaso para
quitar miedo ante la situación de enfrentarse ante su propio destino sin el
manto protector de los yanquis – a los que desde De Gaulle siempre despreció -
teniendo que hacer frente a la descomposición de un proyecto tan hermoso como
inalcanzable. Ahora comienza a presumir las consecuencias de tanto buenismo
estructural; de tanto inútil al frente de las naciones del puzzle; de tantos
egoísmos e intereses contrapuestos o de tanta burocracia asfixiante e
ineficiente, con el norte solo puesto en la cuenta de resultados, como en la
España de Rajoy. La Europa de Monnet, de Schuman, de Gasperi, Spaak o Spinelli
se descompone y divide ante su insignificancia en la nueva era que comienza.
Ahora parece que en el corazón de Europa se ha instalado lo que Tocqueville
describía como un gusto depravado que conduce a los hombres y a los pueblos a
preferir la igualdad en la servidumbre a la desigualdad en la libertad. Ahora
Europa aparece dividida en dos tendencias irreconciliables y temibles. En media
Europa puede triunfar el autoritarismo antieuropeísta y el nacionalismo
populista que tantos sufrimientos, desgarros y sufrimientos ha producido a lo
largo de los últimos trescientos cincuenta años. En la otra media, triunfa un
neocomunismo populista, de amplio espectro, alejado de la historia, de la moral
social, de los principios y fundamentos de la Europa civilizada del pensamiento
humanista y cristiano en que ha fundamentado su existencia desde Agustin de
Hipona. Y ambas, Europa completa, es asaltada por los que huyen de la absurda
guerra siria y pretenden su acogimiento como refugiados o como los millones de
negros africanos, musulmanes de todo tipo y pelaje y desarraigados en general
de un mundo desequilibrado que busca la abundancia y el bienestar de sociedades
grasientas, acomodadas y opulentas hasta su destrucción. Y además, la constante
e invisible guerra amenazante del islamismo terrorista y medieval. Y para
colmo, una Europa en parón del desarrollo, endeudada hasta las cejas y entrando
en un periodo turbulento de proteccionismo y rigidez extrema en el intercambio
económico mundial, de consecuencias imprevisibles.
¿Y España? Pues también su extremismo
radical de izquierdas se rasga las vestiduras y distrae la atención de un
pueblo inculto políticamente y con tendencia al suicidio colectivo, con
divertidas historias entre el Zipe bolchevique y el Zape, bolchevique también,
pero con responsabilidades de cancerbero de la mejor tradición chequista. Y no
digamos el Rivera esencia, que parece encontrará en pocos días la indicación
desde su asamblea general, si debe persistir en su socialdemocracia incolora o
retroceder hacia un indefinido liberalismo progresista. Que tenga suerte y
sobre todo futuro. Porque el socialismo otrora democrático o socialdemócrata
que es casi igual, se debate entre los rescoldos de lo que fue una fuerza
reformista y briosa, para el cambio y la transformación de España. Ahí tienen a
la baronesa que no es que esté en la prudencia para el gran paso, sino en la
reflexión para cuando pesen lo que aporta. Reto a quien pueda recordar algún
pensamiento o teoría política que haya emanado de su reflexión; o alguna mala
frase, vacía o insignificante eso sí, salida de su discurso; ni desde luego
ninguna buena acción emanada de su acción de gobierno. Los datos objetivos de
treinta y cinco años de socialismo andaluz en el gobierno, donde tuvo
participación más de veinte, son abrumadores en términos comparativos
nacionales y con el resto de las regiones europeas. Le faltaba el derrumbe de
su “joya de la corona” la sanidad imposible, a pesar de sus fantasiosos e
inalcanzables 33.000 millones de euros presupuestados. La marea blanca la tiene
destrozada, son los sufrimientos de tanta ilusión imposible. Pero si no lucha
por el poder, lo dejará en manos del soberbio sancheiglesias, más allá de
zapasanchez, un podemita emboscado en la coleta rabiosa y sebosa de pablete
que traería a España el sufrimiento sin fin de perder hasta la dignidad. Y en
esto, la butifarra catalana pasada de horno, inundará de lágrimas el
desconsuelo de una Nación quebrada y abandonada a su suerte. La secesión ya no
la frena ni los aguerridos dictámenes de la Abogacía del Estado. Lo mismo la
lista Soraya cierra el despacho y no aparece más. Sobre mi Azotea comienza a soplar viento
de borrasca.
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