La Azotea
EL COLOR DE DON PELAYO
26 de octubre de
2016
Con la que cae y el bueno de Maillo – el más listo, formado y valioso
de los marxistasleninistas en activo de Andalucía – le dice a Susana, esa
revolución siempre pendiente, “usted es de derechas, derechas, derechas, más
que Don Pelayo”. Pobre Susana, si empieza el pueblo y sus líderes con estas
desconsideraciones hacia su persona y figura, le quedarán muchas horas de
amargura y llanto desconsolado; abandonos y sinsabores; devoluciones hasta de los
rosarios de su madre envueltos en dedicatorias de ver y no mirar. Recuerden que
ella dijo, parafraseando a ZP aquello de que era roja y decente. Pero si le
siguen indagando le saldrá del alma el verde oscuro trianero. A ver si ahora le
van a rebajar por ambos lados y con el lío ideológico circulante terminan por
encontrar una sandía; eso ni hablar. Hombre, lo de roja no seré yo quien la
contradiga máxime tras tan contundente autovaloración. Y el verde está por ver,
precisamente por ser color de esperanza.
Aquí
llevamos más de cuarenta años donde ser rojo es un baldón de gran valor para el
mando, el medre, el trinque o lo que se ponga a mano. Sin embargo ya ven, cuarenta
años antes, el rojo ni nombrarlo, todo lo más encarnado o colorado o carmesí o
púrpura, y con tiento. Entonces era el azul obrero, mucho más sufrido y
aguantón. Ya no se llevan los colores sólidos y puros, pero el rojo no pasa de
moda. Repasen el color de las banderas revolucionarias y contra, y hallaran
algunas sorpresas; por poner ejemplo, el inquietante y frío color morado o
violeta – demasiado premonitorio – de los comunistas de Podemos, pretendiendo
ser la síntesis o algo así, para al final no ir más allá de vulgar mezcla, pura
y dura, del azul más el rojo. Y para qué nombrar a los subidos improvisadamente
a la grupa de una pretendida nueva revolución silenciosa y enarbolan bandera
inyectada de color llamativo, aunque sea invitando a la reflexión y la calma, como
Rivera y su color naranja/zanahoria, es decir, rojo y amarillo. De manera que
nos queda el azul raso de Rajoy, sin mezcla alguna, perteneciente a una
generación de revolución como Dios manda
y si fuese conveniente y oportuno,
o cuando menos de aquellos que intentaron protagonizar un regeneracionismo de
andar por casa.
Pero
ya digo, No me gustó esa forma de trato faltón entre compañeros de
progreso. Hombre, ella es roja discreta que lucha a diario por el auxilio de
sus descamisados; está a favor de proteger a los tiesos, incluso sobrevenidos;
es solícita con sus compañeros y no manda detener a quien la contradice. Hace
lo que puede y ahora está dispuesta al sacrificio total por mantener a flote la
herencia recibida y la que debe transmitir a los suyos. Es verdad que su talego
está vacío, estirado, dice ella. Verdad apabullante, pero a nosotros mayormente
nos fascina su furtivo talego intelectual, y cómo lo va desplegando sobre este
ventoso paisaje, donde al paisanaje lo de la moral, social se entiende, le
resulta tan rancio como una homilía preconciliar.
Pobre
Susana, tan cerca de todos y tan lejos del poder que anhela, y encima la
comparan con Don Pelayo. Y claro, el ilustre perito en latín sabe que la
persona y el personaje de Don Pelayo es un enigma. Además, ¿Cómo es posible
saber si Pelayo era de derechas o izquierdas? Mientras que nuestra ilustre y
lozana Susana resulta algo felizmente palpable, familiar, diría yo, una
realidad cotidiana e imprescindible. Y encima Don Pelayo inició la reconquista
en Covadonga y ya sabemos que de allí procede Don Javier Fernández, el prudente,
fugaz y enseguida olvidado Presidente de la Gestora o así, con el trabajo que
le costó comerse el marrón. Y claro, dicen que ese marrón – menudo colorcito –
lo cocinó con la siempre dispuesta y voluntariosa Susana, pues para ella eso es
como coser – ya lo dijo – y cantar. Y lo cosió y juntos cantaron aquello de
Asturias es España y lo demás, tierra conquistada. Pues menos faroles porque la
cosa aún tiene su recorrido empezando por las “maniobras ocultas” que me
cuentan. Pero nadie dude de la fuerza arrolladora de Susana, basada en su
españolismo de siempre, empezando por su patriotismo trianero y no como otros
bobos de “mi patria es el viento” o “mi patria es la gente”. Aquí es España y
su hermosa Constitución, y en eso estamos con ella y tras ella, aunque no sea
suficiente. Pero como también es creyente, bueno será recordar la Segunda carta
de Pablo, el bueno, a los Corintios, denunciando intrigas de los judaizantes, y
su firmeza: “ya que tenemos este ministerio por haber sido objeto de la
misericordia, no nos desalentamos; al contrario rechazamos esas vergonzosas
“maniobras ocultas”.
Ya ven, Don Mariano de cercanía a la tierra astur de Don
Pelayo, consiguió al fin una nueva Legislatura, sin nuevas elecciones, aunque
no sepamos para qué, ni por cuanto, ni con cuantos. Todo un poema porque la
escasa oposición la tendrá en la calle y no en las instituciones. No en la
izquierda sino en el comunismo revolucionario y antisistema. Su investidura
tendrá un brillante color negruzco porque festejarán el tránsito de estar en
funciones a no saber que funciones tendrán. Se disolverán cuando la primavera
aparezca en el horizonte de una España cansada de tanta vuelta a la misma
noria. Pero ya se, Rajoy no desfallece y seguramente habrá razonado con
Maquiavelo: “Vale más hacer y
arrepentirse que no hacer y arrepentirse” Pues eso.
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