Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

lunes, 3 de octubre de 2016

la Opinión de Javier Pipó.

La Azotea

DEBACLE?
4 de octubre 2016


   No seré yo quien me alegre de la importante herida del socialismo español tras la caída de Pedro Sánchez; ni siquiera de las dificultades que un partido democrático como el PSOE atraviesa, tras sucesivas derrotas históricas en las tres últimas elecciones celebradas. Es partido esencial en la historia del constitucionalismo y precisamente en este momento de extraordinarias incertidumbres para la Nación, más bien lamento la situación en que se encuentra y deseo vehementemente su recuperación para la normalidad de la vida política. Hay mucho y urgente que resolver y muchos y poderosos los enemigos de la libertad que acechan el debilitamiento del sistema para fulminarlo. Y muchos, consistentes y persistentes los enemigos de la unidad nacional cuando asiduamente perciben dudas, flojedad o contradicción en lo que debería ser claridad en el planteamiento y decisión radical en la solución, aunque no sea definitiva - nunca lo será - pero al menos duradera para los próximos veinticinco años. De manera que menos alegrías en la frivolidad y más respeto para un partido de Gobierno, aunque venido a menos durante el mandato de los dos últimos Secretarios Generales, auténticas calamidades nacionales que solo supieron volver a sembrar  largocaballerismo, es decir odio radical y suicida a lo que llaman "la derecha".

   Y ya digo, la historia de la socialdemocracia europea - que es tanto como decir de la socialdemocracia - es convulsa y de caminos diversos. Desde el marxismo que derivó en socialdemocracia y después en leninismo, hasta la propia socialdemocracia que deriva en socialismo marxista, y después en puro revisionismo y reformismo, una vez sacudido el fardo del marxismo. Es decir, desde el revisionismo reformista de Bernstein – no existe una idea liberal que no pertenezca al contenido ideal del socialismo - al revolucionarismo de Rosa Luxemburgo; desde la crítica leninista “a la traición al movimiento proletario”, a la exclusión del marxismo y el decidido anticomunismo plasmado en la Conferencia de Bad Godesberg de 1959, donde el SPD alemán con la inspiración entre otros de Willy Brant, enraiza el socialismo democrático en la ética cristiana; identifica socialismo y democracia; lo hace compatible con la economía de mercado y la propiedad privada y lleva su ideal hacia una sociedad liberal igualitaria. Y triunfa no solo en Suecia y el resto de los países nórdicos, sino en Alemania que es su cuna, y con matices en Gran Bretaña con el laborismo.

    Pero de nuevo las circunstancias le hacen variar con una perversa distinción entre la socialdemocracia que busca el puro reformismo, aceptando el capitalismo y su organización y el socialismo democrático, que pretende su superación. Es la búsqueda de la “tercera vía” entre el método democrático y el dictatorial. Pero como ya advirtió el socialista liberal Norberto Bobbio, no puede existir un combinado para acercarse al socialismo. Y en década prodigiosa de convulsión ideológica, tras el “Mayo francés” aparece Felipe González en Suresnes, en 1974, tratando de llevar modernidad a un cerril socialismo anclado en el guerracivilismo y el rancio marxismo. Y lo logra en una convulsión seguramente superior a la actual, pero dejando la socialdemocracia española homologada a las europeas más avanzadas, sin el peso muerto del marxismo. De esa manera, el socialismo español es capaz de abordar la gran transición, la hermosa Constitución de 1978 y los mejores años de paz, prosperidad y bienestar de la historia contemporánea de España.

   Pero la llegada del zapaterismo y lo que es peor, del zapasanchismo, vuelve a desestabilizar el socialismo español, sembrando incertidumbre, desasosiego y peores augurios a la democracia española. Seguramente ZP quedó fascinado, pero sin digerir, la llamada democracia avanzada en la vida política, económica y social, que se contiene en la Declaración de Principios de la Internacional Socialista de 1989 y llevó a las bases del socialismo español y a muchos de los holgazanes que sobreviven en su organización territorial a lo que se dio en llamar con cierta sorna la “Internacional Segunda y Media”. Es decir, el esfuerzo de los austromarxistas por situarse en camino intermedio entre el reformismo y el revolucionarismo dictatorial del comunismo. Y en ello está y por eso cayó Pedro Sánchez, envuelto en palabrería populista y demagógica, dispuesto a capitular ante Pablo Iglesias, sus mareas y su visión del derecho a la autodeterminación de todos los territorios de España. Un Iglesias que paciente pero groseramente espera la caída de este socialismo desorientado y mal liderado por Zapasanchez. Ojalá no vuelva a Ferraz y poco a poco se diluyan los gases tóxicos de su letal presencia.

   El socialismo democrático, como el liberalismo, necesitan adaptarse y buscar nuevas vías y respuestas a una nueva sociedad y sus problemas esenciales, para seguir siendo luz ideológica y camino de continuidad en el progreso y la libertad; a una sociedad mesocrática, opulenta, con grasa excesiva de productivismo y consumismo, conectada a un mundo global donde ganan presencia los llamados movimientos sociales alternativos que se muestran indignados e impacientes. Nuevas sociedades europeas, mayormente paganizadas, descreídas, alejadas de valores y principios que conformaron su historia y su grandeza, pero que requieren inteligencia política, paz social y estadistas patriotas conscientes de su papel en ese mundo complejo y convulso que no puede aceptar la debacle ni siquiera como posibilidad.    

       




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