La Azotea
DEBACLE?
4 de octubre 2016
No seré yo quien me alegre de la importante herida del socialismo
español tras la caída de Pedro Sánchez; ni siquiera de las dificultades que un
partido democrático como el PSOE atraviesa, tras sucesivas derrotas históricas
en las tres últimas elecciones celebradas. Es partido esencial en la historia
del constitucionalismo y precisamente en este momento de extraordinarias
incertidumbres para la Nación, más bien lamento la situación en que se
encuentra y deseo vehementemente su recuperación para la normalidad de la vida
política. Hay mucho y urgente que resolver y muchos y poderosos los enemigos de
la libertad que acechan el debilitamiento del sistema para fulminarlo. Y
muchos, consistentes y persistentes los enemigos de la unidad nacional cuando asiduamente
perciben dudas, flojedad o contradicción en lo que debería ser claridad en el
planteamiento y decisión radical en la solución, aunque no sea definitiva -
nunca lo será - pero al menos duradera para los próximos veinticinco años. De
manera que menos alegrías en la frivolidad y más respeto para un partido de
Gobierno, aunque venido a menos durante el mandato de los dos últimos
Secretarios Generales, auténticas calamidades nacionales que solo supieron
volver a sembrar largocaballerismo, es
decir odio radical y suicida a lo que llaman "la derecha".
Y ya digo, la historia de la socialdemocracia europea - que es
tanto como decir de la socialdemocracia - es convulsa y de caminos diversos.
Desde el marxismo que derivó en socialdemocracia y después en leninismo, hasta
la propia socialdemocracia que deriva en socialismo marxista, y después en puro
revisionismo y reformismo, una vez sacudido el fardo del marxismo. Es decir,
desde el revisionismo reformista de Bernstein – no existe una idea liberal que no pertenezca al contenido ideal del
socialismo - al revolucionarismo de Rosa Luxemburgo; desde la crítica
leninista “a la traición al movimiento proletario”, a la exclusión del marxismo
y el decidido anticomunismo plasmado en la Conferencia de Bad Godesberg de
1959, donde el SPD alemán con la inspiración entre otros de Willy Brant,
enraiza el socialismo democrático en la ética cristiana; identifica socialismo
y democracia; lo hace compatible con la economía de mercado y la propiedad
privada y lleva su ideal hacia una sociedad liberal igualitaria. Y triunfa no
solo en Suecia y el resto de los países nórdicos, sino en Alemania que es su
cuna, y con matices en Gran Bretaña con el laborismo.
Pero de nuevo las circunstancias le hacen variar con una perversa distinción entre la socialdemocracia que busca el puro reformismo, aceptando el capitalismo y su organización y el socialismo democrático, que pretende su superación. Es la búsqueda de la “tercera vía” entre el método democrático y el dictatorial. Pero como ya advirtió el socialista liberal Norberto Bobbio, no puede existir un combinado para acercarse al socialismo. Y en década prodigiosa de convulsión ideológica, tras el “Mayo francés” aparece Felipe González en Suresnes, en 1974, tratando de llevar modernidad a un cerril socialismo anclado en el guerracivilismo y el rancio marxismo. Y lo logra en una convulsión seguramente superior a la actual, pero dejando la socialdemocracia española homologada a las europeas más avanzadas, sin el peso muerto del marxismo. De esa manera, el socialismo español es capaz de abordar la gran transición, la hermosa Constitución de 1978 y los mejores años de paz, prosperidad y bienestar de la historia contemporánea de España.
Pero de nuevo las circunstancias le hacen variar con una perversa distinción entre la socialdemocracia que busca el puro reformismo, aceptando el capitalismo y su organización y el socialismo democrático, que pretende su superación. Es la búsqueda de la “tercera vía” entre el método democrático y el dictatorial. Pero como ya advirtió el socialista liberal Norberto Bobbio, no puede existir un combinado para acercarse al socialismo. Y en década prodigiosa de convulsión ideológica, tras el “Mayo francés” aparece Felipe González en Suresnes, en 1974, tratando de llevar modernidad a un cerril socialismo anclado en el guerracivilismo y el rancio marxismo. Y lo logra en una convulsión seguramente superior a la actual, pero dejando la socialdemocracia española homologada a las europeas más avanzadas, sin el peso muerto del marxismo. De esa manera, el socialismo español es capaz de abordar la gran transición, la hermosa Constitución de 1978 y los mejores años de paz, prosperidad y bienestar de la historia contemporánea de España.
Pero la llegada del zapaterismo y lo que es peor, del zapasanchismo,
vuelve a desestabilizar el socialismo español, sembrando incertidumbre,
desasosiego y peores augurios a la democracia española. Seguramente ZP quedó
fascinado, pero sin digerir, la llamada democracia avanzada en la vida
política, económica y social, que se contiene en la Declaración de Principios
de la Internacional Socialista de 1989 y llevó a las bases del socialismo
español y a muchos de los holgazanes que sobreviven en su organización
territorial a lo que se dio en llamar con cierta sorna la “Internacional
Segunda y Media”. Es decir, el esfuerzo de los austromarxistas por situarse en
camino intermedio entre el reformismo y el revolucionarismo dictatorial del
comunismo. Y en ello está y por eso cayó Pedro Sánchez, envuelto en palabrería
populista y demagógica, dispuesto a capitular ante Pablo Iglesias, sus mareas y
su visión del derecho a la autodeterminación de todos los territorios de
España. Un Iglesias que paciente pero groseramente espera la caída de este
socialismo desorientado y mal liderado por Zapasanchez. Ojalá no vuelva a
Ferraz y poco a poco se diluyan los gases tóxicos de su letal presencia.
El socialismo democrático, como el liberalismo, necesitan adaptarse
y buscar nuevas vías y respuestas a una nueva sociedad y sus problemas
esenciales, para seguir siendo luz ideológica y camino de continuidad en el
progreso y la libertad; a una sociedad mesocrática, opulenta, con grasa
excesiva de productivismo y consumismo, conectada a un mundo global donde ganan
presencia los llamados movimientos sociales alternativos que se muestran
indignados e impacientes. Nuevas sociedades europeas, mayormente paganizadas,
descreídas, alejadas de valores y principios que conformaron su historia y su
grandeza, pero que requieren inteligencia política, paz social y estadistas
patriotas conscientes de su papel en ese mundo complejo y convulso que no puede
aceptar la debacle ni siquiera como posibilidad.
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