Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

miércoles, 12 de octubre de 2016

La Opinión de Javier Pipó.

La Azotea



EN TORNO A LA SOBERANIA
12 de Octubre 2016. Fiesta Nacional de España



   Es verdad que la actuación descarada y retadora de los ediles revolucionarios de Badalona y otros Ayuntamientos catalanes, puede concebirse como espectáculo circense sin mayor trascendencia; como payasada que pudo evitarse si el Juez que remitió el auto de prohibición de apertura de las dependencias municipales, se hubiese abstenido de ejercer jurisdicción. Al fin, cada respuesta de los poderes del Estado frente a estos delincuentes, únicamente favorece fabricar nuevos independentistas. Ya ven, en cuarenta años de desafío nacionalista, de traición a los valores constitucionales, nunca, ni tan siquiera se amagó con poner en marcha los poderosos mecanismos del artículo 155 de la CE y mucho menos del octavo; sin embargo la marea independentista ha pasado del 18 al 49% de la población con derecho a voto. Claro, solo circularon brillantes dictámenes de la Abogacía del Estado y alguna que otra reprimenda judicial, cuando no un desmedido Fla por aquí o un abundante Fla por allá, servidos por los montoro de turno. Y es precisamente el Día de la Fiesta Nacional, cuando esas Fuerzas Armadas desfilan un año más ante el Rey, marciales y rutilantes pero, convertidas en la mayor y mejor dotada oenegé española. Y es no casualmente el Doce de Octubre, cuando se escenifica un ataque chulesco y agresivo a la soberanía nacional. De manera que la trincona y estúpida burguesía catalana, alentada por una Iglesia reaccionaria, ha logrado mover el árbol con tal acierto que los frutos han caído – efecto previsible – en el manto de los amotinados que se volverán sin duda contra ellos, hasta despojarlos de sus abusivos privilegios.

   La imagen de un descerebrado teniente de Alcalde rompiendo la resolución judicial ante las puertas del Ayuntamiento de Badalona, en una imagen de enorme contenido tensional e ideológico, me lleva a la reflexión de lo ocurrido precisamente en octubre de hace casi quinientos años a las puertas de la Iglesia de Wittemberg, cuando el inteligente y soberbio dominico Lutero, clavó en sus puertas las 95 tesis que trastocarían la historia de Europa. El mismo año de la llegada de Carlos I a Valladolid, luego transformado en V de Alemania, vinculando los reinos de Castilla y Aragón – nada de Cataluña- al Sacro Imperio. Y es también el surgimiento del Estado moderno y su armazón intelectual basada en el concepto de soberanía, desmenuzado por Juan Bodino en sus Seis Libros de la República, que convertiría en la noción central de la ciencia política y del Derecho Público. Soberanía como fuerza de cohesión, como poder indiviso y no compartido, como unión de la comunidad política, sin la cual ésta quedaría dislocada.

   Pero el robaperas de Badalona, pagado con fondos públicos y protegido hasta la saciedad por un Estado garantista hasta la parálisis, se permite hablar de “golpe de estado a la soberanía local” Y eso, carece de significado en el ordenamiento jurídico – la CE habla de autonomía para la gestión de intereses de municipios, provincias y CCAA – ya que autonomía se encuentra en dirección opuesta a soberanía. Pero es lo mismo porque este peligroso personaje pretendía un golpe de gracia, no solo al poder judicial del Estado de Derecho, sino al simbolismo del Estado soberano que se honra en conmemorar su Fiesta Nacional, con venenosas, ahistóricas y estúpidas acusaciones de representar el genocidio y los valores propios del colonialismo. De manera que las tesis de este y otros ilustres tuercebotas, a proclamar en un mitin a la puerta del Ayuntamiento o ante lo más nutrido del empresariado como el President  – a diferencia de Lutero – cabrían en servilleta de papel usado.

      Y mientras, el no tan sabio pueblo español, donde reside la soberanía nacional y del que emanan los poderes del Estado, continuamente despreciados cuando no atacados, espera la solución de su gobernación, ahora con prisas tras once meses de holganza remunerada. Y este tiempo en blanco carece de ventaja alguna, salvo el poder calificar con más certeza la catadura moral de gran parte de la penosa clase política de nuestro tiempo. Y no es poco porque entre la mitología que se impuso hace años figura aquella de salvar a los políticos por el discutible hecho de ser elegidos, de la quema acelerada de principios y valores heredados y necesariamente constitutivos del ser nacional. Pues aquí cada cual va poniendo al descubierto la naturaleza ética de su corteza y el material genético de su impostura. Y a seguir tirando porque el pueblo, se espera, sabrá valorar los esfuerzos individuales como guardianes de los intereses colectivos, o así.


   Ya lo ha dicho el ilustre Iglesias a propósito de la urgencia en definirse. Ya es hora- dice el perillán - de quitarnos la careta, de manifestarnos tal cual somos. De manera que este no está dispuesto a esperar el instrumento soberano del poder dictatorial, para poner de manifiesto el color de su sangre estalinista. No quiere desengaños, ni apaños ilusorios, ni apariencias de engañabobos, como le propone su compadre Errejón. A este le importa una higa la soberanía nacional porque sabe –como decía Burke – que "el pueblo nunca renuncia a sus libertades si no es por el engaño de una ilusión” Y en eso está.

No hay comentarios:

Publicar un comentario