Artículo
que será publicado por el Diario “Última Hora” de Mallorca el próximo día 24 de
Septiembre
ADOCTRINAMIENTO MASIVO
Julián Delgado. Escritor
Los pensamientos,
sentimientos y deseos que experimentamos como nuestros son el resultado
inconsciente de múltiples influencias. Pero desde niños tratamos de superar el
sentimiento de impotencia ante el angustioso poder del mundo exterior,
renunciando a nuestra integridad individual, dejando de ser nosotros mismos para
adoptar el tipo de personalidad que nos proporcionan las pautas culturales.
Procuramos ser como los demás esperan que seamos, para hacer desaparecer el
miedo a la soledad y la impotencia. De esta manera, podemos tener pensamientos
y sentimientos que, sintiéndolos como propios, nos han sido impuestos desde
fuera. Por tanto, aun creyéndonos libres, no lo somos tanto como para pensar y
sentir como nos plazca. Ello es más bien una ilusión.
Esta influencia, que
debería provenir de muchas fuentes para permitir la reflexión y el pensamiento
crítico, se ha intensificado sobremanera en la nueva era de la revolución
tecnológica y de la comunicación, pero se ha hecho insufrible allí donde el
poder político usa los medios de formación e información para dar una visión
uniforme de la realidad. En Cataluña, los partidos hegemónicos utilizan esos
medios como correa de transmisión para la divulgación del pensamiento único. La
TV3 difunde el dogma identitario en el imaginario colectivo a través de series,
películas, etc.. para construir la forma de ser, sentir y pensar del perfecto
patriota catalán. La escuela, convertida en
arma de adoctrinamiento, también contribuye a catequizar en el
nacionalismo.
Mientras hubo pluralismo
educativo e informativo, el independentismo llegó a poco más del 10% de la
población. Ahora, convertido en la doctrina oficial del poder en Cataluña,
aumentan sus votantes porque No hay nada
más difícil para el hombre común que soportar el sentimiento de hallarse
excluido de un grupo social mayor. (E. Fromm 1900). Ante la alternativa de quedar aislado, lo
más fácil es obrar de acuerdo con las expectativas de los demás.
El converso ya no se
siente solo y angustiado, es igual a la masa que lo circunda, inmerso en grandes
manifestaciones, enarbolando los mismos símbolos, coreando las mismas
consignas. Pero el precio que paga es muy alto: la pérdida de su personalidad.
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