ARTÍCULO QUE SERÁ PUBLICADO EN “ÚLTIMA HORA” DE PALMA EL PRÓXIMO DÍA 16
La Negación de Pedro
Julián Delgado. Escritor
El
mensaje enviado por los electores el 20D no fue, como clama Sánchez, que
gobierne la izquierda, sino que no se gobierne como hasta ahora, que se
haga a través de consensos entre partidos; que la izquierda y la derecha se
pongan de acuerdo para establecer las políticas de estado y las grandes
reformas que necesita el país, de manera que no deshagan unos, cuando acceden
al poder, lo que crearon los otros; que los partidos se dediquen a resolver
problemas y dejen de ser ellos mismos un problema para la ciudadanía.
Pero
a cualquiera que se pregunte si es posible que, en esta situación en que está
viviendo España, en un difícil equilibrio sobre el filo de la navaja, el PSOE
pueda llegar a un pacto con la derecha, responderá con un NO rotundo. ¿Por qué?
Porque en la izquierda española se ha instalado como si fuera una verdad
indiscutible, lo que es únicamente su organización subjetiva de la realidad: la
izquierda encarna la bondad y la derecha, la perversidad. Viene de lejos, pero
en especial desde el 11-M, en que atribuyó a la derecha la responsabilidad de
la masacre, utilizó el dolor de las víctimas y asaltó las sedes del PP. En
pleno proceso de malversación ideológica, huye de debates sobre las
discrepancias legítimas, los sustituye con su fabulosa capacidad de odio y afán
revanchista repudiando a la derecha, imponiendo su pensamiento único,
aislándola, despreciándola, negándole legitimidad democrática y haciendo de
ello patrón de comportamiento.
Para
poder odiar sin necesidad de tener que despreciarse por ello, se monta la
paranoia de que la derechona incivil y facha heredera del franquismo hace
sufrir a la gente. Pero pese a todo, la derecha permanece, está ahí siempre
apoyada por millones de españoles, lo que produce sorpresa y pesar a sus
enemigos. No encuentran otra explicación que no sea el engaño al que la derecha
los somete, mostrando así un profundo desprecio por esa mitad de españoles a
los que considera ignorantes o idiotizados.
El
NO de Sánchez no tiene que ver con la rivalidad política, sino con el odio
histórico que la izquierda profesa a la derecha, esa pasión incontrolada
perturbadora del alma que ahoga toda posibilidad de una mirada objetiva sobre
el odiado.
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