Artículo que
será publicado el próximo sábado, día 30, en el Diario “Última Hora” de Mallorca
¿Quién se
acuerda del interés general?
Julián
Delgado
Durante el
tiempo que ha transcurrido desde que se celebraron las últimas elecciones, estamos asistiendo, por una parte, a la
burla democrática que significan los chalaneos y el préstamo de diputados entre partidos, que
rectifican el resultado de las urnas, y los rifirrafes por ver quien ocupa los
escaños más visibles. Por otra, a que los movimientos que llevan a cabo son en
beneficio de los propios partidos o en el de sus líderes, al margen de los
intereses generales. Todos los sondeos muestran que la mayoría de los
ciudadanos prefiere una gran coalición entre PP, PSOE y Cs. Sin embargo, pese a
que los tres comparten los principios esenciales del estado de derecho, Pedro
Sánchez, cegado por el odio y la ambición de poder, está dispuesto a llevar a
su partido y al país al desastre.
Se nos
quiere vender como progresista un gobierno de coalición entre PSOE y
Podemos, cuando a Iglesias le hemos oído que su ideal político es trasladar al
sur de Europa el modelo chavista, algo así como retroceder un siglo. Mientras
Rajoy, para evitar el desgaste de una inútil sesión de investidura, se echa a
un lado en espera de que se estrellen los demás, Podemos, con la
tramposa sonrisa del destino en que envuelve un pacto inaceptable, busca
nuevas elecciones porque creen que les favorecen. Tienen prisa para gobernar,
pero no les preocuparía forjarse unos años en la oposición y asaltar el
cielo en una próxima legislatura, con un PSOE en ruinas, los nacionalismos
rendidos a sus pies, y una derecha y sus socios desgastados en la lidia con el
desafío separatista en Cataluña y por una crisis cuyo final parece alejarse. A todo esto, Ciudadanos está interesado en que se alcance
un acuerdo: sabe que unas nuevas elecciones le perjudicarían.
Mariano y Pedro, esos dos políticos agonizantes a los que la
mayoría ve como obstáculos para la consecución de un pacto natural, se aferran
a sus poltronas aunque se hunda el país. El escándalo de Valencia debería
animar al primero a quitarse de en medio y al segundo, antes que despeñar el
país en un frente popular separatista, también.
Pero me temo que el penetrante y sugestivo olor del poder
arrastrará a Pedro a intentar un
matrimonio de conveniencia con Pablo.
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