Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

jueves, 28 de enero de 2016

La Opinión de Julián Delgado



Artículo que será publicado el próximo sábado, día 30, en el Diario “Última Hora” de Mallorca  
¿Quién se acuerda del interés general?
Julián Delgado
Durante el tiempo que ha transcurrido desde que se celebraron las últimas elecciones,   estamos asistiendo, por una parte, a la burla democrática que significan los chalaneos y  el préstamo de diputados entre partidos, que rectifican el resultado de las urnas, y los rifirrafes por ver quien ocupa los escaños más visibles. Por otra, a que los movimientos que llevan a cabo son en beneficio de los propios partidos o en el de sus líderes, al margen de los intereses generales. Todos los sondeos muestran que la mayoría de los ciudadanos prefiere una gran coalición entre PP, PSOE y Cs. Sin embargo, pese a que los tres comparten los principios esenciales del estado de derecho, Pedro Sánchez, cegado por el odio y la ambición de poder, está dispuesto a llevar a su partido y al país al desastre.
Se nos quiere vender como progresista un gobierno de coalición entre PSOE y Podemos, cuando a Iglesias le hemos oído que su ideal político es trasladar al sur de Europa el modelo chavista, algo así como retroceder un siglo. Mientras Rajoy, para evitar el desgaste de una inútil sesión de investidura, se echa a un lado en espera de que se estrellen los demás, Podemos, con la tramposa sonrisa del destino en que envuelve un pacto inaceptable, busca nuevas elecciones porque creen que les favorecen. Tienen prisa para gobernar, pero no les preocuparía forjarse unos años en la oposición y asaltar el cielo en una próxima legislatura, con un PSOE en ruinas, los nacionalismos rendidos a sus pies, y una derecha y sus socios desgastados en la lidia con el desafío separatista en Cataluña y por una crisis cuyo final parece alejarse. A todo esto, Ciudadanos está interesado en que se alcance un acuerdo: sabe que unas nuevas elecciones le perjudicarían.
Mariano y Pedro, esos dos políticos agonizantes a los que la mayoría ve como obstáculos para la consecución de un pacto natural, se aferran a sus poltronas aunque se hunda el país. El escándalo de Valencia debería animar al primero a quitarse de en medio y al segundo, antes que despeñar el país en un frente popular separatista, también.  
Pero me temo que el penetrante y sugestivo olor del poder arrastrará a Pedro a intentar  un matrimonio de conveniencia con Pablo. 


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