Artículo que será
publicado en el Diario ÚLTIMA HORA de Mallorca, el sábado día 15 de Agosto
LA CORRUPCIÓN INTELECTUAL Y MORAL
Julián Delgado
Los nacionalistas han llegado a convencer a
algunas almas cándidas de que no hay que sacralizar la Constitución, pero esto
es un sofisma envenenado. Su texto determina el diseño del Estado, define sus
valores superiores y recoge los derechos y deberes de los ciudadanos, establece
el Estado de derecho. Ahí es nada, ordena nuestra convivencia. Pero para los
secesionistas, la CE es un obstáculo para sus objetivos, y, para conseguirlos,
se sienten en la obligación de dinamitarla. No les importa incumplir las
leyes porque creen estar más allá del derecho: como todos los fanáticos,
la fe en la causa es su única ley. Deberemos tener esto bien en cuenta ahora
que todos se afanan en la reforma constitucional. Porque puestos a reformar y a
delimitar competencias, sería conveniente que el Estado recobrase la de
enseñanza.
El Estado–Nación es un proyecto colectivo
sostenido a lo largo de los siglos. Este proyecto es memorizado, conmemorado,
transmitido de generación en generación, en especial por la familia y la
escuela, que integra el pasado común en el espíritu de los niños y
adolescentes, reviviendo los sentimientos, éxitos y fracasos de la historia
propia. Por eso, la enseñanza es insustituible para el arraigo de la identidad
nacional española.
En cambio, en Cataluña, la enseñanza se utiliza
con fines perversos para ocultar la historia común, para el adoctrinamiento
separatista y para condicionar el pensamiento (Enkevist), lo que pone en
peligro el proyecto democrático conjunto. Según la Academia de Historia, se da
segmentación, ocultamiento, parcialidad, falseamiento, tergiversación,
manipulación mitológica, ideologización y exclusión, que pueden conducir al
racismo y a la xenofobia. Y cuando se utiliza el castellano se seleccionan fragmentos de contenido antidemocrático o
ultraderechista para, de forma subliminal, ligar lengua española con ideología
autoritaria.
Hay que recuperar la ilusión de un proyecto
común, combatir la manipulación de la historia y del presente y acabar con esta
corrupción intelectual y moral. De no hacerlo así, controlado el poder, la
educación y los medios por políticos oportunistas, se puede hoy realizar
cualquier obra de ingeniería social. A la vista está.
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