Diario "Córdoba" 27 de Noviembre de 2014
POPULISMO IMPARABLE
Comenzó el diálogo de sordos sobre como reformar
la Constitución. Más bien como contentar a los que claman sobre la necesidad de
otra nueva y sería la novena en 200 años. Es más, aupados a la ola de populismo
insoportable que nos inunda, algunos insensatos proclaman arrepentimiento por
haber consentido la reforma del artículo 135, lo único trascendente de la era
Zapatero.
Era previsible pero penoso porque quienes deben
ponerse de acuerdo para una reforma tan perentoria como necesaria, son tan
causantes del colapso y hundimiento del sistema en la crisis moral y de
valores, como de la inviabilidad y desprestigio del Estado, cuando ya se
muestran incapaces hasta de asegurar su permanencia. Y ahora pretenden ponerse
los primeros de la fila, aleccionándonos en el sacrificio de sus esencias, en
aras de una responsabilidad en la que nadie cree, por resultar invisible algún
gesto significativo de regeneración a los ojos de los ciudadanos, electores y
víctimas de tanto desafuero. No me apunto a este vendaval que no hizo más que
empezar.
Viene siendo habitual en mis comentarios desde
hace tres años la urgente necesidad de una reforma definitivamente
federalizante de la Constitución, pero preservando el sistema, único capaz de
aunar progreso y libertad. Y ahora reitero que si el acuerdo no llega en menos
de un año, no más allá de 2017 el miedo, sí el miedo, se habrá transformado en
pánico. Solo un año para intentar resolver lo que no se hizo cuando comenzó a
percibirse la deriva imparable de los territorios autonómicos, arruinados,
exigentes, sacando pecho frente al Estado cuando no, burlando los mínimos
principios de lealtad constitucional, como el bochornoso espectáculo del fútil
presidente canario. Y todo en medio de una crisis económica de proporciones
desconocidas que no cesa, de una corrupción que refugiada en la saturación
judicial triunfa en la impunidad y un incipiente independentismo imparable que
además hace saltar la estructura del desvencijado Estado, víctima de la
estulticia de sus guardianes, algunos de los cuales se rasgan cínicamente las
vestiduras ante la observación lúcida de un ilustre y culto militar, que ni
siquiera llegaron a entender.
Y desde fuera, vigilante, el populismo que ya
toca poder porque no es doctrina sino síndrome. Cuando el sistema sufre
empantanamiento por ausencia de proyecto hegemónico, el populismo se ofrece
como solución posible, devenida luego en imposible pero presentada como
cesarismo o bonapartismo en expresión de Gramsci. Por eso es tan vago como
heterogéneo, con muy diversas tendencias al extraer elementos de otras
ideologías que hacen suyos pero que tienen en común, sean fascistas o
comunistas, la incesante invocación a la intervención fuerte, decidida, de esa
evanescente categoría política llamada “pueblo”. Son viejas ideas reaccionarias
de democracia popular o populista en un movimiento de masas que intenta
alcanzar un espacio en las estructuras políticas y económicas, generando el
cambio a partir del rechazo de la preexistente, con un discurso demagógico y la
preeminencia de un líder carismático, en sentido weberiano. Es la apelación al
pueblo al que luego se le organiza políticamente en dictadura una vez desarmado
el sistema democrático.
Espectáculo desazonante ver al profesor interino
Iglesias, nuevo líder populista, balbuciente en TV ante una de los suyos, que al
exigirle pronunciamientos concretos no logra extraerle más que el bluf de un
espectacular montaje mediático, aunque peligroso por su capacidad de
penetración en capas sociales deseosas de predicadores de la revancha. Penosa
su definición de España como país de países o país de naciones como llegó a
decir, aunque le faltó en el trabalenguas, nación de países. Es igual el
confuso y estúpido revoltijo porque solo pretenden iniciar un proceso constituyente
que abra el candado del 78, superando el sistema ante la debilidad del Estado.
Es momento leninista de audacia, lo que Touraine definiría como tentativa de
control antielitista del cambio social.
¿Qué candado del 78 hay que abrir?¿El Pacto constitucional
con derogación de la Ley de Amnistía que lo hizo posible?¿La entera
Constitución?¿La especial protección que su artículo 168 confiere al Título
Preliminar de principios y valores constitucionales y a los 15 artículos de
derechos fundamentales y libertades públicas del Titulo I o al Titulo II de la
Corona? Quizá cuando elaboren su innecesario programa nos enteremos que les
molesta la libertad sin más, da igual de qué y para qué.
Y no crean, lograrán los apoyos precisos porque
siempre cotizan en la tiniebla los siervos de los iluminados. Es cuestión de un
año. Miedo no, pánico.
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