LA AZOTEA
LA PRESIDENTA
22 Abril 2014LA PRESIDENTA
Hablaba en foro cualificado ante casi todos los sectores
esenciales de la provincia de Córdoba y la he escuchado con respeto y
curiosidad. No me ha defraudado en absoluto porque tiene garra, un verbo fluido
y resulta convincente y segura. Su acento termina por agradar y la expresión de
su rostro se acompaña de gestos medidos y suaves que la hacen cercana y casi
familiar. Nada me extraña el tirón mediático nacional de que goza, casi tan
importante como el aparato que la acompaña.
Estamos ante Susana Díaz, una política de raza, ambiciosa,
que envuelve en seda pura sus no muchas ideas políticas, algunas posibles, para
poder colocar el mensaje en un gancho contundente. Desde luego está por encima
de la media de sus correligionarios, a los que desbancó sin necesidad de
elecciones previas.Creo tiene futuro, en un panorama de clase política
mediocre a la que no mueven ideales sino intereses variables, a veces
inconfesables. Ella, al menos es capaz de hilar un discurso con apariencia de
convicción y letra de devoción. Si no carece de glamour personal, interesa saber si sus
dotes políticas son las necesarias para la gobernación de Andalucía, territorio
en estado de coma cultural, político y económico. No lo creo en absoluto.
Susana Díaz, seguramente representa la tradición más
rancia y conservadora del socialismo andaluz y español, a diferencia de la
socialdemocracia europea, otra cosa. Y esa tradición cuenta con estructuras
rígidas que permiten margen escaso de improvisación e innovación. O responde a
la tradición o su programa circula a calendario fijo. Ella es heredera de sus
antepasados políticos que la encumbraron para mantener el legado de poder,
también el económico, también el de la corrupción. Están repartidos los
sectores, con participación de la derecha de las tradiciones y los intereses, a
la que dejan tocar escasamente, pero con suficiencia para mantener el statu
quo.
Naturalmente puede imprimir su sello personal. Es
inevitable y forma parte del guión. No puede ser ni tan roma como Chaves ni tan
gris y predecible como Griñan y el resto de sus antecesores. Es como Peña Nieto en México, que siguiendo la
interminable historia del PRI debe aportar algo más que juventud. Y la aporta,
aunque el Estado esté a punto de resultar fallido, salvo intervención decidida
de los norteamericanos. Andalucía es también autonomía a punto de resultar
fallida y se mantiene gracias a la intervención de Europa y el resto de España,
que le prestan respiración asistida financiera permanente.
De manera que para la dulce
Susana hay dos pilares en sus objetivos de Gobierno: la igualdad y la
legalidad. Pues quien se lo discute? Y cuando comienza esa denodada lucha por
los principios irrenunciables? Y vuelve anunciar otros dos planes para la
creación de empleo, con doscientos millones de euros cada uno. El primero para
hacer desaparecer las trabas y el segundo para favorecer el empleo juvenil. Todo
desde el Estado. Aunque exigiendo a los demás solidaridad interterritorial,
porque sus fondos apenas llegan para el pago de abultadísimas nóminas. Y claro, como está satisfecha
como el que más con la estructura del Estado, si acaso habrá que federalizarlo-
aunque no sepamos como ni para que - pero sin tocar sus dimensiones. Mientras, mira
al pasado. Es decir, al turismo, a la exportación de coches y a las remesas de
los emigrantes cualificados. La única diferencia, esta última, con la España y
Andalucía de Franco de los años sesenta. Es verdad que Susana sustituye la
exportación de coches, aquí no hay, con la construcción. Sí, con la
construcción, aunque con la presidenta debe ser sostenible y no especulativa.
Siendo así, no degenerará en crisis.
Todo eslóganes vacíos, críticas
al Gobierno de la Nación y esperanza de un mundo mejor. Aunque al final dos
perlas contrapuestas nos definen mejor su difícil personalidad y la atadura de
origen que la mediatiza. La primera, mirando a su
socialismo de aparente guante blanco. Solo los empresarios son capaces de crear
empleo. La segunda, la Mezquita de Córdoba debe ser de titularidad pública y
gestión de la Iglesia católica. Ahí queda. Pues eso.
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