Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

jueves, 1 de mayo de 2014

Javier Pipó en el "Diario Córdoba"

Edito el artículo publicado finalmente por el "Diario Córdoba" el día 8 de mayo
Redactado el día 20 del pasado abril, ha sido retocado ligeramente para evitar cierta pérdida de actualidad en cuanto a parte de su contenido.

LA CAUSA GENERAL
Javier Pipó Jaldo

Fíjense la descarada habilidad que tiene el poder constituido en Andalucía para sacudirse en un santiamén la desvergüenza pasada y vivida por sus más altas instancias, tras los decretos famosos de la Presidenta o el inventario incesante de corrupción pegajosa y ahogadiza.

De manera que la ya empequeñecida señora Díaz realizó una figuración, un aparente acto de dignidad institucional, alegando la necesidad de respetar el ordenamiento jurídico y aleccionando sobre lo que debe hacer y hace un Gobierno sensible y democrático. Y el ataque de dignidad, de respeto al derecho y buen gobierno, le dura escasas veinticuatro horas, las justas del tratamiento aplicado por el servicio de urgencias de los socios comunistas.

Sorprendente la terapia aplicada, pues unas horas de debate más o menos intenso y la presidenta cambia radicalmente de postura. Tanto que el decreto en primer lugar publicado, dada su escasa capacidad de resistir la prueba del algodón jurídico, deja de tener vigencia al día siguiente, barrido por la fuerza del politiqueo entre socios, más indecente que digno. Y para suprimirlo se utiliza otro decreto, con frivolidad inaudita sin antecedentes en nuestra renqueante democracia. Un instrumento de legalidad formal, puesto a disposición del poder público como fuente del derecho y para fines de interés general, se utiliza arteramente en lucha partidaria. La mancha vergonzante del primer decreto no borra la mancha vergonzosa del segundo y permanecerá en la memoria de los agravios colectivos, adherida a la historia indigna e indignante de quien hace más de treinta años comenzó una larga marcha hacia ningún lugar.

Habrá que recordarle a la Presidenta que lo importante es transformar la pasión en carácter, como decía Kafka. Pero en ella lo que parecía pasión no pasó de ambición, y el aparente carácter, en ataque de soberbia, miedo a ignorar las consecuencias de posibles revelaciones iluminadas por la venganza. Seguro que el tiempo aclarará casi todo, dejándonos helados ante fatuos actos de andalucismo patriótico y progreso civilizador.

Curiosa coincidencia el que pocas horas después saliera a la luz un nuevo episodio de corrupción generalizada que pasará a los anales como fraude a la formación y seguramente empequeñecerá a los eres. Ejemplo de lo que no debe ser, pero sigue siendo, como maldición de una tierra rica y hermosa, aunque penosamente administrada.

El relato de hechos no parece circunscibirse a zonas concretas de la Administración, sino que se alimenta con participación asombrosa de ciudadanos, grupos y entidades al calor del desbarajuste de las instituciones. Es el valor ejemplarizador del poder, capaz de extender a los alvéolos del sistema inimaginables dosis de desvergüenza e inmoralidad. Un poder desbocado, centrado generación tras otra, en ordenar cuidadosamente el legado intocable de la corrupción.

Ya me dirán el papelón de aquel vocero gesticulante del poder de vacía locuacidad, sin más mérito para consejero de la cosa que fiel funcionario de partido, acusando al Gobierno de la nación de iniciar una causa general contra Andalucía, refiriendo seguramente el decreto franquista de ahora hace 74 años sobre el relato justificativo de los vencedores. Ahí queda eso. Constructiva y regeneradora aportación al sentido común. Quizá carecía de mala fe o fuese la ignorancia madre del miedo, seguramente a perder el privilegio de mandar. Prefiero pues, recordar la máxima de Rousseau, de a los hombres los endereza la educación, como a las plantas el cultivo.

Porque los datos superan cualquier causa general y la población instruida no dependiente del poder, exige regeneración del sistema que ponga fin a este carrusel de corrupción infinita y descarada gobernación. Que la causa general sea causa judicial, con fiscales manos limpias y jueces honestos, dispuestos a bajar a las cloacas del poder en busca de golfos y cleptómanos.

El desprestigio ante la UE es aterrador, porque junto al millón largo de parados, multiplicados por tres en diez años, hay otro tanto de pensionistas de jubilación e invalidez permanente, frente a poco más de dos millones y medio de trabajadores afiliados o ocupados. Pero ojo, solo de ayudas europeas se recibieron en 25 años, cinco veces el importe del Plan Marshall para reconstrucción de Europa tras la II GM. Si durante aquellos años los países beneficiarios crecían un 4% anual, parece difícil explicar el retroceso de Andalucía respecto del resto de España, con menos de la mitad del PIB/per capita que el País Vasco o constituir la Región con más paro de Europa.

Es esta la verdadera causa general de Andalucía.

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