Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

miércoles, 22 de enero de 2014

La Opinión de Javier Pipó @javierpipojaldo


LA ENTREVISTA
22 de Enero 2014
 

Ha tenido gran repercusión en la opinión política, menos en la opinión pública, la entrevista en televisión que Rajoy mantuvo con la impertinente periodista Lomana, perteneciente a la saga de periodistas impertinentes que encabeza la inefable Pastor.

En la opinión pública no pudo tener gran difusión porque los ciudadanos que curiosearon la Cadena elegida, quedaron defraudados con los silencios de su Presidente y su negativa a “adelantar acontecimientos” como reiteradamente insistió.

Quizá podría haber concedido la entrevista en la Cadena estatal, en la Primera, que para cuestiones de interés nacional está, pero necesitaba permiso de Rubalcaba que es quien define sus perfiles ideológicos y carecen de relaciones adecuadas para intercambiar favores. Pero en horario estrella y con cualquiera de los buenos periodistas existentes, el producto resultante hubiera resultado mejor entendido y más difundido.

En cualquier caso resulta preocupante que un hombre sólido como Rajoy, se muestre incapaz de transmitir a los ciudadanos algo tan elemental como la descripción de la situación nacional, su diagnóstico y su pronóstico, siendo como es, un magnífico parlamentario, tal como una vez más ha podido apreciarse en la última sesión plenaria del Congreso de los Diputados. 

En cuanto a los líderes políticos de la oposición, no es posible esperar nada positivo o constructivo en esta hora decisiva para la Nación. Aquí lo posible a esperar dependerá de la posición en la realidad ideológica. Desde las simplezas de Cayo Lara, maestro en democracia y progreso, a los nacionalistas y su monserga secesionista, pasando por los aspirantes a Presidentes que muestran un vacío sin fondo y una agresividad tan  preocupante como innecesaria.

A mí la entrevista me dejó indiferente, salvo la cierta fuerza que puso en asegurar la unidad de la España constitucional, siempre de agradecer, pero tardía. Además quiso no adelantar los acontecimientos en orden a una ofensiva que neutralice la expansión del independentismo.

No obstante parece salir algún confidencial asegurando que dicha acción consistiría en recorrer Cataluña llevando la buena nueva de España y advirtiendo las consecuencias de una separación. Ofensiva que estaría a cargo de Ministros y altos cargo del Gobierno. Menuda pérdida de tiempo. No imagino a Ana Mato por Gerona en plan apostolado o a Soraya y su discurso estructurado como un tema de oposiciones a Abogados del Estado o a Fernández a pesar de su fluido catalán o a Soria y sus explicaciones del recibo.

Miren, el catalanismo y sus ansias de independentismo, se encuentra muy elaborado y preparado para desplegar sus letales efectos sobre la Nación entera. Lleva decenios de fabricación cuidadosa en las escuelas, en las iglesias y monasterios, en los círculos de poder económico y financiero y desde las entrañas del Estado mismo. Ya resulta imparable porque las condiciones no son similares a las existentes hace cincuenta, cien o ciento cincuenta años. Ahora estamos en otro momento histórico mucho más complejo y tupido que ramifica sus tentáculos por Europa. Y será Europa quien acoja y ampare la desmembración, aunque los burócratas de las instituciones transnacionales actuales, se comporten como figurantes de una representación con varios actos y variados actores. Las elecciones europeas pueden hacer cambiar muchas cosas y desde luego el discurso de políticos ambiciosos que avergonzarían a Monnet, a Schuman o al propio Adenauer.
De manera que mandar Ministros no será en absoluto solución. Solo aumentaría la irritación y el desprestigio.

El drama de la disolución nacional, ahora con Cataluña y enseguida País Vasco y después Baleares, Canarias o Valencia, solo puede tener arreglo cambiando las reglas de juego, modificándolas profundamente. Hay que cambiar la estructura del Estado y para ello resulta absolutamente necesario un acuerdo PP/PSOE.

En cuanto a la defensa de la Infanta de España resulta lo menos que puede esperarse de un Presidente del Gobierno del Reino. Pero se excedió en las palabras y se equivocó en lo que quiso dar a entender. Lo que pudo y seguramente quiso ser, un apoyo desde la cúspide, se puede transformar en un elemento de erosión que aumente el desprestigio de la Corona. Hay que respetar las instituciones y dejar que la fiscalía y los tribunales actúen con libertad y sin intromisiones. Hay que respetar el Estado y evitar espectáculos tan poco edificantes como los errores del Presidente.

El resto de la entrevista carece del mínimo interés. Defendió mal su política económica, incluso ahora que comienza a dar algún resultado y no dijo nada sobre la segunda espada que pende sobre la cabeza de los españoles: la regeneración democrática.

Regeneración para reducir a lo inevitable el terrible mal de la corrupción que invade todas las instituciones y que impedirá el despegue económico.

Regeneración nacional y reforma del Estado, las dos grandes temas de nuestro tiempo, eludidos por Rajoy en su perdida entrevista con Lomana.

Cuando Charlotte Chandler entrevistó al final de su vida a Groucho Marx, le preguntó que era lo que más le irritaba. Marx, le contestó: esta entrevista. Pues eso.         

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