Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

lunes, 13 de mayo de 2013

La Opinión de Javier Pipó



LA AZOTEA


PICOTAZOS (y IV)
13 de Mayo de 2013




Hay algo que resulta odioso en la desimputación de la Infanta. Por una parte, la falta de seriedad de la Casa del Rey poniendo de manifiesto en su momento el desacuerdo y sorpresa por la imputación y ahora cuando es favorable, manifestando la improcedencia de opinar sobre una decisión judicial.  Naturalmente eso produce desconcierto, irritación y sospecha, porque las dos veces no puede llevar razón y en momento como este no hay más remedio que calificar la intervención como desafortunada, imprudente, sospechosa y estúpida. Por otra, no deja de sorprender los ataques que sufre el juez instructor desde posiciones distintas y distantes. Eso abona la incertidumbre, negrura y peligrosidad de toda esta historia.

Miren, no estoy dispuesto a opinar sobre la culpabilidad o no de la hija del Rey, a quien en nombre de su Padre se le ha de impartir justicia, en su caso. Veremos que queda de esta penosa historia. Tampoco tengo elementos para conocer si el Juez que instruye, busca o no notoriedad antes de su jubilación, por ser juicio de intenciones intolerable. Y mucho menos si tiene o no preparación para afrontar semejante marrón. Es de una maldad insufrible.

Aquí, lo que nos jugamos es el prestigio de España, una vez más y precisamente por quien mejor ha representado los intereses de la Nación española y quien mejor puede representarlos. Se mueve como pez en el agua en el mundo internacional de los negocios, las finanzas y los intereses geoestratégicos. España está arruinada y en su decadencia no puede permitirse el lujo de disparar contra quien aún puede ayudar a su supervivencia. Solo cabe esperar que caiga sobre la Casa Real, una epidemia de sensatez prudente, inteligencia y visión de Estado. No es mucho pedir. Y que el Rey y resto de su Familia, cumplan con las obligaciones libremente asumidas y trabajen por España.

El castrochavismo instalado en el Gobierno de Andalucía le habrá recordado a Griñán – la Tapadera – ese párrafo del Manifiesto Comunista donde dice que “el Poder público viene a ser pura y simplemente, el Consejo de Administración que rige los intereses colectivos de la clase burguesa”. De ser así, que no dudo, Griñán es el Presidente del Consejo, Valderas Presidente Ejecutivo y Cortés, Consejera Delegada. Y nosotros los clientes burgueses que compramos la producción caducada y de deshecho que nos venden. Claro, la empresa es una ruina total que vive de la caridad – ahora llamada solidaridad interterritorial – y tras más de treinta años de negocio, no abandona los últimos puestos en todos los parámetros de medición europeos. Eso sí, los primeros en corrupción y juego sucio.

Pero no crean, en vez de compartir vergüenza con nosotros, Griñán saca pecho de hojalata y se atreve a decir que si Europa no comparte los mandatos de su Consejería de la Verdad, es que Europa no merece la pena. Menudo estadista presumiendo de su enanismo político. Es capaz de morder la mano de quien durante muchos años ha volcado sobre Andalucía la generosidad de miles de millones de euros en Fondos que al menos han logrado evitar que Andalucía se sumerja definitivamente en el Tercer Mundo.

Dedíquese a movilizar los casi cien mil millones de euros que vegetan en las sucursales bancarias andaluzas, generando confianza y seguridad jurídica; corte la alocada carrera hacia el millón seiscientos mil parados cuyo porcentaje sobre la población activa produce bochorno y luche honestamente contra la corrupción espesa y generalizada, generadora de subdesarrollo y pobreza. Y cállese y márchese lo antes posible.

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