Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

domingo, 26 de mayo de 2013

La Opinión de Javier Pipó

Publicado en el Diario Córdoba, el día 29 de Mayo de 2013

LA AZOTEA


EDUCACIÓN EN DEMOCRACIA
22 de Mayo 2013



Cuando en estos días se discute hasta el aburrimiento sobre educación, los que no somos especialistas pero consideramos que sólo es posible la convivencia civilizada con  educación integral de ciudadanos sometidos a leyes sabias que se cumplan, recordamos entusiasmados a J.J. Rousseau. Y resulta curioso como un pensamiento articulado a mediados del siglo XVIII puede mostrar doscientos cincuenta años después, frescura y aplicación tan ajustada. Seguramente porque aún no logramos  vivir nuestra Ilustración. Seguramente porque gran parte de nuestros creadores de opinión confunden intencionadamente educación con instrucción.

Para Rousseau no existe más que el camino de la educación, donde los hombres abandonan el papel histórico de siervos para convertirse en el muy valioso y escaso de ciudadanos libres. Libertad que les hace dueños de su destino y detentadores orgullosos de la soberanía. Todo un moderno programa para una sociedad democrática como la nuestra, donde no cabe la ignorancia que conduce inexorablemente a servidumbre y pobreza y donde debe tenerse la certeza que sólo mediante la educación se asciende a vivir el progreso en libertad.

Por eso, produce bochorno asistir al espectáculo peligroso, antiguo y reaccionario de nuestra clase política, ajena a los requerimientos de la historia, el pensamiento y la sociedad global, discutiendo la periferia educativa, la marginalidad del sistema, la innecesariedad de la burocracia en el aprendizaje.

Aquí, desde la finalización del franquismo no ha existido otro modelo educativo que el impuesto por la izquierda y sus mayorías. Y el modelo fracasó rotundamente, seguramente no por ser de izquierda, sino por sus errores, dogmatismo e ideologización. Seguramente, porque como dijo Séneca, nunca es fácil el aprendizaje de la virtud. Pero claro, de eso a considerar que hasta la virtud es patrimonio de la izquierda, va un trecho. Es imposible soslayar que también en educación hemos conquistado los últimos lugares, como resulta del Informe Pisa, a pesar de duplicar el presupuesto en diez años. Produce  vergüenza que el 25% de abandono escolar duplique la media de la UE.

Vengo manteniendo tenazmente que la Transición constituyó un período de paz y avance como casi nunca conoció nuestra historia. Pero dos generaciones después se muestra un vía crucis sembrado de minas preparadas para explosionar. Y sin dudarlo afirmo, que dentro del error del fallido Estado de las autonomías, transferir la educación fue la mayor y más lesiva de las concesiones. Claro, los reaccionarios e inmoderados nacionalismos reclamaron con pasión y sin argumentos sólidos y ahora defienden agresivamente, todas las competencias en materia educativa. Es la lógica del siniestro camino hacia la disolución de la Nación española, porque la escuela nacionalista ha sido desde 1975 fábrica perfecta e incesante de odio militante y de enemigos activos de cualquier pretensión unitaria de Nación.

Y la extrema izquierda, el comunismo, que desde la caída del Muro no encuentra espejo para apreciar sus virtudes, ahora se entusiasma con la cochambre del castrochavismo,  cuando ningún criterio podrá aportar fuera del totalitarismo. Ignoran  intencionadamente el aserto de Confucio "donde hay educación no hay distinción de clases". Es la clave. Pero sí el socialismo democrático que debe buscar entre sus intelectuales moderados quien sea capaz de pactar con el conservadurismo liberal y democrático, la otra mitad de España, un modelo estable, moderno y capaz de generar ilusión y progreso. Y ello con perspectiva de al menos dos generaciones. El debate que ambas mitades sostienen es un debate de lo peor del siglo XIX. Que se instalen en el XXI porque si fracasan, es España la que fracasará como Nación. Y eso, debe importar mucho.



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