Artículo que será publicado el próximo sábado por el Diario mallorquín
ÚLTIMA HORA
LA DOCTRINA
REVELADA
Julián Delgado. Escritor
A lo largo de estos años, la
izquierda, con la ayuda de buena parte de los medios de comunicación, en
especial de la TV, en claro abuso de una propaganda moralizante, ha construido
un marco mental hegemónico de lo políticamente correcto. Este pensamiento
igualitario lo ha convertido en verdad incontestable y, por tanto, nadie lo
puede cuestionar, salvo que quiera ser expulsado al averno con la estrella de
facha en el pecho como un judío en Auschwitz. Es la virtud que impone la
izquierda beata desde su púlpito pagano al amparo de la peregrina convicción de
su superioridad moral, de que representa el bien mientras a la derecha se le
niega legitimidad moral para su
participación en política.
Así las cosas, la derecha ha
venido arrastrando su pecado original, mendigando un lugar al sol, aunque tuviera
que pasar por leyes con las
que estaba en desacuerdo y doblar la cerviz ante ciertos dogmas. Pero hete aquí
que, parte de esta derecha lanar, un día decide prescindir de ese yugo y
desafiar ideológicamente la doctrina revelada; incluso algunos de los que permanecen en ella se
suman a la rebelión, como es el caso de Ayuso.
La reacción no se ha hecho
esperar, convencida la izquierda de que la violencia es un instrumento legítimo
para imponer su modelo de sociedad, decide infundir en los rebeldes un terror
paralizante y reverencial, los estigmatiza y los fija como blanco,
declarándolos enemigos a los que hay que aniquilar y, en torno a ese odio, cohesiona a sus
feligreses.
Por eso, la batalla de Madrid
ha sido considerada la madre de todas las batallas y, para evitar la victoria
de Ayuso, se ha puesto en marcha el sectarismo, la bajeza moral, la mentira
grosera, el discurso incívico y guerracivilista (¡A por ellos como en Paracuellos!), el odio y la violencia.
La infitada de Vallecas es la expresión violenta con la que el comunismo
quiere imponer su
derecho de propiedad de los espacios públicos en los barrios obreros. El totalitarismo no acepta
las diferencias ideológicas, su concepto de libertad no ampara el pluralismo.
En Vallecas se ha agredido a la democracia y se ha querido enfrentar a los madrileños
evocando los años republicanos. Todo demócrata debe sentirse concernido.
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