Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

jueves, 21 de enero de 2021

LA OPINIÓN DE JULIÁN DELGADO

 

Artículo que será publicado por el Diario ULTIMA HORA de Palma, el próximo sábado día 23

                                   

 

UNA NOCHE EN LA ÓPERA

Julián Delgado. Escritor

 

 

Hace unos días asistió en el Liceo a la representación de La Traviata el Molt Honorable president Jordi Pujol. Lo hizo en olor de multitud. Recibido por el presidente del Patronato, quien le acompañó al palco de la Generalitat, fue admirado y ovacionado a su paso por el distinguido público. El president disfrutó del drama de la cortesana de postín, Violetta, que abandonará a su amor por continuar siendo libre. Buena parte del pueblo catalán no renunciará nunca al culto a su venerado líder  porque fue evangelizado e hizo suyo el conjunto de creencias de la fe nacionalista y persigue el paraíso independentista.

Jordi Pujol ha sido acusado por la justicia de ser el capo de una organización criminal compuesta por la familia al completo, amasó una fortuna desmedida a costa de décadas de mordidas, el famoso 3%, aprovechó su situación privilegiada en la política para hacer millonarios a sus siete vástagos. Pero la corrupción patriótica no es considerada tal por sus fieles. Pujol se ha convertido para ellos en un ser mítico, más inimputable que su otrora amigo el Rey Juan Carlos cuando aquello de Tranquil, Jordi, tranquil.

Cuando la Justicia española tuvo la osadía de tirar de la manta, lanzó a su peón de brega, Artur Mas, a las justas del procés con el objeto de escapar de esos jueces y disponer de su propia Justicia. El verdadero legado de Pujol es tóxico: la ruptura de los pilares de la convivencia con el resto de España, el fraccionamiento y ulsterización de la sociedad catalana, su empobrecimiento por la huida de empresas e inversiones, la prisión para varios de sus seguidores, dejar como sucesores a unos inútiles delirantes cegados por el fanatismo, legar una herida abierta de difícil cicatrización.

Muchos se preguntan por qué el rey Juan Carlos, que no está formalmente acusado de nada, ha tenido que abandonar España y sufre el acoso de algunos medios y de buena parte de la clase política; y otros altos cargos acusados de corrupción fueron condenados mientras las causas abiertas al Molt Honorable, que supera a todos en capital distraído, duermen el sueño de los justos (es un decir) en los cajones de los juzgados y él se pasea por las calles a diario sin que nadie le moleste. 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario