LA AZOTEA
ASALTO A LA LIBERTAD
9 de Enero de 2021
Pues
tras los acontecimientos de Washington siento una enorme preocupación, quizá
temor, mucha tristeza y rabia contenida. Y no tanto por los hechos en sí,
tampoco es novedoso que los totalitarios asalten los recintos de la razón
ilustrada, sino por el lugar simbólico universal para los amantes de la
libertad. La celebración de Reyes de la tradición cristiana estuvo amargada en
medio mundo por la irresponsabilidad de un bufón de la política llamado D.
Trump y ver destrozadas demasiadas estancias del Capitolio que, desde hace
ahora 235 años, tiene encendida para el mundo la llama de la democracia en
libertad.
“Nosotros, el Pueblo de los Estados Unidos, a
fin de…establecer Justicia, asegurar la tranquilidad interior…promover el
bienestar general y asegurar para nosotros y para nuestra prosperidad los
beneficios de la Libertad, establecemos y sancionamos esta Constitución para
los Estados Unidos de América” Decía el breve preámbulo del Texto inicial de una hermosa Constitución
de solo siete artículos, el 17 de septiembre de 1787, firmada y refrendada por
los trece representantes de otros tantos Estados, encabezados por el diputado
de Virginia G. Washington. Pero quizá esta Constitución sea como un inteligente
proceso de adaptación, de un sistema extraordinariamente complejo, repleto de
dificultades y peligrosos momentos, siempre superados por una inteligencia
colectiva digna de elogios. Y para ello manteniendo el texto original lo va
adaptando hasta en veintisiete ocasiones, la última en 1992. A veces de manera
ocasional, como la ratificada en 1967, la XXV, derivada de la situación de
vacío de poder que podría haber ocasionado el asesinato de J.F. Kennedy en
noviembre de 1963. Enmienda que pretende aplicarse al indigno y ya hundido
Trump. Quizá no sea el procedimiento adecuado por su especial dificultad,
pareciendo de más fácil tramitación la destitución o impeachment del Derecho
político anglosajón, que terminaría en el Senado por mayoría de 2/3 y del que
ya existen antecedentes recientes como en el caso de Nixon o Clinton.
Quizá el análisis de las
consecuencias, creo serán muchas, de este espectáculo grotesco e impropio, corresponde
a especialistas que durante tiempo diseccionaran las consecuencias de que el
populismo haya llegado a empañar la Constitución más antigua de Occidente. Pero
también dividido por dos una sociedad madura y preparada para hacer frente al
reto que supone el intento de hegemonía de Oriente en el presente siglo, dirigido
y capitaneado por China, ese modelo indefinible, brutal como capitalismo de Estado
y exterminador de los derechos humanos.
El sistema norteamericano
que de ninguna manera puede verse desprestigiado por el populismo trumpista, por
muchos éxitos económicos que pueda conseguir que consiguió, es admirable por variados
aspectos y que resumiría así. Se trata de democracia plebiscitaria, quizá el
menos brillante de sus características puesto que tras un endiablado sistema
electoral no elige programa o partido, sino persona; con ejemplos reiterados. Es
democracia de masas, con tendencia a la uniformidad en cuestiones básicas,
quizá basado en que la mayoría social se considera clase media, cuyo
adelgazamiento es puerta de entrada al populismo. Es democracia liberal, con
admirable sistema de poderes y contrapoderes muy complejo, checks and balances,
de cuyo equilibrio nace la Libertad. Es democracia donde se transita por un
Gobierno de los jueces, donde los jueces interpretan. Ya decía Tocqueville en 1834
que casi no hay cuestión política que no se resuelva pronto o tarde, en
cuestión judicial; basta que una norma se estime contraria a lo que el Tribunal
Supremo entiende por esencia de la Constitución o a la american way of life
para se deje sin efecto. Es democracia en continua evolución desde la
democracia de Estados a democracia de individuos; desde el federalismo dual, al
federalismo cooperativo, como bien tiene estudiado el Profesor Blanco Valdés.
Trump ha sido un bache
en la historia USA. Sin perder el pulso económico y el liderazgo mundial a
favor de la democracia y la libertad, Biden sabrá suturar las heridas y
remontar los gigantescos retos de la globalización, los movimientos
migratorios, el populismo, el islamismo radical y el avasallamiento chino.
Quizá sepa reforzar como muro de contención la presencia de Israel, a pesar de su
reducido tamaño, en el oriente próximo y las democracias india, japonesa o coreana,
más cercanas al gigante.
Lo que resulta
patético es contemplar el populismo español, liderado por el Gobierno, que
dirigen un comunista bolivariano zarrapastroso e impresentable, y un soberbio e
iletrado socialista de la vieja escuela largocaballerista, criticando el asalto
al Capitolio, cuando el primero intentó y aplaudió el asalto al Congreso o al
Parlamento catalán, mejor defendidos que aquel. Pero ya desde hace un año, asaltan
juntos el Gobierno de España, apoyados por filoetarras e independentistas de
similar calaña, y anuncian a Europa su instalación en la mesa tambaleante de Gobierno
de la UE. Menos discursos chulescos, inapropiados e inoportunos de la
ministrilla de Defensa ante el Rey, reprendiendo a los 73 mandos retirados del
Ejército, por su escrito de noviembre, quizá ingenuo pero respetuoso. Seguramente
les tendría que haber agradecido que su escrito hace recordar la vigencia,
todavía, del artículo octavo de la Constitución. Pues tampoco empieza mal el
año 2021.
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