Tribuna abierta de opinión

Instituciones,Democracia y Libertad

martes, 5 de enero de 2021

LA OPINIÓN DE JAVIER PIPÓ

 

LA AZOTEA

REFLEXIONES AL COMIENZO DEL AÑO

Víspera de Reyes del año 2021

 

 

Pues llegó 2021 como año deseado, casi imposible. Y lo hizo de forma muy discreta y silenciosa, sigilosa diría, pero poco cambió con respecto a los doce meses anteriores. En casi nada. Seguimos en una sociedad en riesgo global que afecta sus estructuras, aunque pudieran parecer firmes y consolidadas por siglos y generaciones sucesivas. Parece sociedad en parte resquebrajada, desarticulada, con enormes grietas, como imanes succionadores de creencias, valores, principios y conquistas en el avance y el progreso social. Pero también de la libertad, aunque eso sea flor delicada, tan escasa como efímera y poco duradera; a veces tan sutil como poco valorada.

Pero es lo que tiene vivir en libertad, el riesgo de perderla. Y en ello estamos. Ellos medran y sacuden para arrebatarla; nosotros la vemos alejarse, perderse, pero quedamos inmovilizados por temor a no saber como mantenerla. Es situación trágica, pero nada novedosa porque estos enemigos de la razón ilustrada zamarrean una y otra vez la Historia de España hasta seguramente hacerla desaparecer.

Ahora España se encamina hacia una crisis total de sistema si continúan coincidiendo en fatal sincronía, la pavorosa crisis económica, la institucional y el anquilosamiento hasta la inutilidad del sistema democrático de representación. Sobre ellos sobrevolando, y no como causa sino como ocasión, la pandemia atemorizadora y asesina que hiela el alma, en este invierno frío y extraño que nos priva hasta del abrazo tierno e intimo de una fraternidad cristiana, en el ocaso de su fuerza sostenedora de trascendencia esperanzada.

Parece como si los antecedentes históricos de avance y progreso sirvieran, no como guía, sino como pasaje o trance irrepetible, en olvido vergonzante y vergonzoso. Ahí tenemos el tránsito de la dictadura a la democracia, de éxito desconocido o antecedente imposible en un pasado borrascoso. Transición ejemplar, envidiable, pero despreciada hasta su raíz por estos infames tuercebotas, enemigos del progreso. Y claro, para demoler el entramado constitucional de 1978, hay que derribar la Monarquía, piedra angular, clave de bóveda de todo el sistema. La vida borrascosa pero privada del Rey – veremos si penalmente punible- será nuevamente la ocasión, que no la causa, porque ya comenzó con vigor impune la desestabilización del reinado de su hijo. De manera que la pregunta sería, cual o cuales de los llamados Partidos constitucionalistas está dispuesto a rehacer el consenso básico que supo, pudo y quiso iniciar aquella Transición hacia la decencia de un Estado protector de la libertad y la democracia.

El Partido Socialista dejó de existir como partido democrático que prestó servicios inestimables a la causa constitucionalista, con prestigio en el ámbito de la socialdemocracia europea conducido por González, estadista brillante, cabeza atractiva que junto al centrista Suarez y toda una generación, lograron la confianza de una mayoría de ciudadanos libres e ilusionados en el progreso y la libertad que proclamaban y practicaban con principios y por convicción.  

Tampoco existe ya el centrismo, seguramente innecesario en este bache de la Historia, diluido en un vaporoso, inestable y desnortado liberalismo que deambula entre la derecha del PP y la comprensión del sanchismo, como oveja descarriada del constitucionalismo. Y de aquella derecha, otrora conducida por el contable Rajoy, habrá que esperar a que sus doctrinarios, tan excelentes como los del PSOE, lleguen al fin a la conclusión de que lo que está en juego no es tan siquiera la Constitución, que también, sino España como Nación única y soberana.

Aquí lo que se instala, en proceso acelerado de afianzamiento, es el populismo sanchistacomunista. Y para su anclaje definitivo trabaja silenciosa pero denodadamente en desarticular la escasa cultura crítica existente, en medios intelectuales, universitarios, culturales y de difusión. En demoler en la práctica el sistema educativo, desprestigiando hasta el ridículo la cultura del esfuerzo, el sacrificio y el afán de saber y lanzando eslóganes vacíos y despreciables sobre educación en igualdad, como si la igualdad se alcanzara por ley y no con la ley. Implantando un feminismo totalitario, con la pretensión de lograr incluso la indiferenciación entre sexos, con desprecio hasta de la antropología. Gobernando por decreto/ley con descaro del que no fue capaz el franquismo anterior a la LOE, ahora hace 57 años. Despreciando a la oposición democrática a la que ignora, aliándose con el independentismo más radical y golpista al que prepara un vergonzoso blanqueo de delincuentes convictos, confesos y preparados para nuevo golpe. Desarticulando el Estado con cesiones de privilegio e injusticia manifiesta, tanto competenciales como económicas al País Vasco y Cataluña, que faciliten la disolución nacional. Y asaltando un Poder judicial hasta hacerlo servil y dócil a la Nueva transición. Que 2021 frene la deriva totalitaria y acabe con la pandemia vírica que sirve como caldo de cultivo al fin de la Nación española. Ojalá.

  

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