LA AZOTEA
REFLEXIONES AL COMIENZO DEL AÑO
Víspera de Reyes del año 2021
Pues llegó 2021 como año deseado, casi imposible.
Y lo hizo de forma muy discreta y silenciosa, sigilosa diría, pero poco cambió con
respecto a los doce meses anteriores. En casi nada. Seguimos en una sociedad en
riesgo global que afecta sus estructuras, aunque pudieran parecer firmes y
consolidadas por siglos y generaciones sucesivas. Parece sociedad en parte
resquebrajada, desarticulada, con enormes grietas, como imanes succionadores de
creencias, valores, principios y conquistas en el avance y el progreso social.
Pero también de la libertad, aunque eso sea flor delicada, tan escasa como
efímera y poco duradera; a veces tan sutil como poco valorada.
Pero es lo que tiene vivir en libertad, el riesgo
de perderla. Y en ello estamos. Ellos medran y sacuden para arrebatarla;
nosotros la vemos alejarse, perderse, pero quedamos inmovilizados por temor a
no saber como mantenerla. Es situación trágica, pero nada novedosa porque estos
enemigos de la razón ilustrada zamarrean una y otra vez la Historia de España
hasta seguramente hacerla desaparecer.
Ahora España se encamina hacia una crisis total de
sistema si continúan coincidiendo en fatal sincronía, la pavorosa crisis
económica, la institucional y el anquilosamiento hasta la inutilidad del
sistema democrático de representación. Sobre ellos sobrevolando, y no como
causa sino como ocasión, la pandemia atemorizadora y asesina que hiela el alma,
en este invierno frío y extraño que nos priva hasta del abrazo tierno e intimo de
una fraternidad cristiana, en el ocaso de su fuerza sostenedora de trascendencia
esperanzada.
Parece como si los antecedentes históricos de
avance y progreso sirvieran, no como guía, sino como pasaje o trance
irrepetible, en olvido vergonzante y vergonzoso. Ahí tenemos el tránsito de la
dictadura a la democracia, de éxito desconocido o antecedente imposible en un
pasado borrascoso. Transición ejemplar, envidiable, pero despreciada hasta su
raíz por estos infames tuercebotas, enemigos del progreso. Y claro, para demoler
el entramado constitucional de 1978, hay que derribar la Monarquía, piedra
angular, clave de bóveda de todo el sistema. La vida borrascosa pero privada
del Rey – veremos si penalmente punible- será nuevamente la ocasión, que no la
causa, porque ya comenzó con vigor impune la desestabilización del reinado de
su hijo. De manera que la pregunta sería, cual o cuales de los llamados Partidos
constitucionalistas está dispuesto a rehacer el consenso básico que supo, pudo
y quiso iniciar aquella Transición hacia la decencia de un Estado protector de
la libertad y la democracia.
El Partido Socialista dejó de existir como partido
democrático que prestó servicios inestimables a la causa constitucionalista,
con prestigio en el ámbito de la socialdemocracia europea conducido por González,
estadista brillante, cabeza atractiva que junto al centrista Suarez y toda una generación,
lograron la confianza de una mayoría de ciudadanos libres e ilusionados en el progreso
y la libertad que proclamaban y practicaban con principios y por convicción.
Tampoco existe ya el centrismo, seguramente
innecesario en este bache de la Historia, diluido en un vaporoso, inestable y
desnortado liberalismo que deambula entre la derecha del PP y la comprensión del
sanchismo, como oveja descarriada del constitucionalismo. Y de aquella derecha,
otrora conducida por el contable Rajoy, habrá que esperar a que sus
doctrinarios, tan excelentes como los del PSOE, lleguen al fin a la conclusión
de que lo que está en juego no es tan siquiera la Constitución, que también, sino
España como Nación única y soberana.
Aquí lo que se instala, en proceso acelerado de
afianzamiento, es el populismo sanchistacomunista. Y para su anclaje definitivo
trabaja silenciosa pero denodadamente en desarticular la escasa cultura crítica
existente, en medios intelectuales, universitarios, culturales y de difusión.
En demoler en la práctica el sistema educativo, desprestigiando hasta el
ridículo la cultura del esfuerzo, el sacrificio y el afán de saber y lanzando
eslóganes vacíos y despreciables sobre educación en igualdad, como si la
igualdad se alcanzara por ley y no con la ley. Implantando un feminismo
totalitario, con la pretensión de lograr incluso la indiferenciación entre
sexos, con desprecio hasta de la antropología. Gobernando por decreto/ley con
descaro del que no fue capaz el franquismo anterior a la LOE, ahora hace 57
años. Despreciando a la oposición democrática a la que ignora, aliándose con el
independentismo más radical y golpista al que prepara un vergonzoso blanqueo de
delincuentes convictos, confesos y preparados para nuevo golpe. Desarticulando
el Estado con cesiones de privilegio e injusticia manifiesta, tanto competenciales
como económicas al País Vasco y Cataluña, que faciliten la disolución nacional.
Y asaltando un Poder judicial hasta hacerlo servil y dócil a la Nueva
transición. Que 2021 frene la deriva totalitaria y acabe con la pandemia vírica
que sirve como caldo de cultivo al fin de la Nación española. Ojalá.
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